Rocío de espir?culos de ballena ofrecen datos de su salud
PORTLAND, Maine, EE.UU. (AP) ??? Los científicos ya no tendrán que recolectar heces para obtener datos importantes de la salud de las ballenas francas. Un nuevo estudio indica que bajo las condiciones adecuadas, los científicos podrán obtener datos hormonales al recolectar el rocío de los espiráculos de estos cetáceos.
Investigadores del Centro de Vida Oceánica Anderson Cabot, del acuario de Nueva Inglaterra en Boston, recopilaron 100 muestras de los espiráculos de 46 ballenas francas a lo largo de ocho días en la Costa Este de Estados Unidos.
El nuevo método descrito el martes en la revista Scientific Reports, ofrece datos hormonales en ???tiempo real??? comparados con las muestras de heces o biopsias de la grasa de ballena, lo que permite echar un vistazo a la salud de los cetáceos que puede ayudar a gestores marinos a proteger a las ballenas, dijo Liz Burgess, autora principal del estudio.
Los niveles hormonales son importantes porque pueden ayudar a los científicos a determinar lo bien que responden las ballenas al estrés generado por actividades humanas, lesiones y reproducción.
???Será un sistema de monitoreo de alerta temprana. Buscamos cuantificar la respuesta al estrés para adelantarnos a lo que experimentan y ver si tenemos que hacer cambios en su manejo antes de que haya consecuencias funestas???, dijo el martes Burgess.
Sólo hay unas 450 ballenas francas en el norte del Atlántico y corren el riesgo de enredarse en equipo de pesca y golpearse con barcos al migrar desde y hacia Nueva Inglaterra cada verano.
Para el estudio, el equipo utilizó un barco con una vara larga para tomar las muestras del espiráculo de ballenas francas en 2015, dijeron los investigadores. Analizaron las concentraciones de urea de las muestras y ajustaron por la contaminación del agua de mar para comparar los niveles de hormonas en las ballenas, dijeron.
El estudio demostró la viabilidad de la técnica para medir varios niveles hormonales, dijo Rosalind Rolland, científica que creó el programa Estrés Marino y Salud Oceánica en 1999.
Al haber tan pocas ballenas francas, los científicos ya saben mucho de cada una de ellas y podrán comparar los datos recopilados durante décadas.