Salah, un superhéroe en su aldea natal, en delta del Nilo
NAGRIG, Egipto (AP) El café comenzó a llenarse más de dos horas antes del puntapié inicial. En el momento en que comenzó el partido, unos 200 hombres, adolescentes y niños _algunos de apenas 5 años_ se arremolinaban en torno de dos grandes televisores en el establecimiento que Mohamed Salah frecuenta cuando visita su aldea natal en el delta del Nilo.
Salah no anotó, pero casi todos en el café gritaron y aplaudieron entusiastas cuando llegó el silbatazo final. Liverpool, el club inglés donde milita Salah, ha anotado más de 40 goles desde que el astro egipcio se incorporó a sus filas en esta temporada.
Los Reds han llegado a la final de la Liga de Campeones, algo que no conseguían desde 2007. En esta noche, Liverpool cayó por 4-2 ante la Roma pero avanzó por un global de 7-6 para medirse en la final del 26 de mayo al Real Madrid en Kiev.
¡Victoria, victoria!, gritó un niño al final de un partido que dejó nerviosos a todos en el café.
La Roma se acercó peligrosamente al Liverpool, que había conseguido una ventaja que lucía cómoda en la ida.
¡Vamos Salah, corre!, imploró más de un televidente cada vez que el jugador de 25 años tocaba el balón.
La escena en el café de Nagrig, donde nació Salah, se repite en muchos lugares de este país de 100 millones de habitantes desde que el extremo se convirtió en una estrella mundial tras incorporarse al Liverpool a mediados del año pasado.
Salah fue la figura indiscutible para que la selección egipcia se clasificara al Mundial de este año en Rusia. Egipto no disputaba una Copa del Mundo desde 1990.
Pero difícilmente hay un lugar en Egipto que evidencie mejor la pasión por la Liga Premier inglesa y por la Champions que Nagrig. Se trata de una típica comunidad del delta del Nilo, donde búbalos, vacas y asnos comparten las carreteras de terracería con motocicletas, automóviles y carretas tiradas por caballos. Muchos adolescentes de este pueblo juegan descalzos al fútbol, y la cancha en el centro de atención a jóvenes donde Salah pateó alguna vez el balón está cubierta de basura.
Al recinto deportivo se ingresa mediante un boquete en el muro perimetral.
Hace cinco o seis años, sólo unas cuantas personas en la comunidad estaban interesadas en el fútbol europeo, recordó Shady Dawoud, un hombre de 30 años, quien afirma ser pariente lejano de Salah.
Mientras habla, mira atento el partido del 2 de mayo entre Roma y Liverpool.
Ahora, casi toda la aldea, jóvenes y viejos por igual, saben del Liverpool y de la Roma, así como el calendario de los partidos de Salah, añadió Dawoud. Han cambiado muchas cosas aquí por Salah. Que Dios lo proteja.
Incontables niños y jóvenes visten la camiseta del jugador. Su imagen está en un mural en el centro deportivo y juvenil, y los residentes no se guardan elogios para su héroe.
Salah, recuerdan los habitantes con orgullo, ha inyectado millones de libras a esta comunidad para mejorar desde una escuela hasta una mezquita y el centro de jóvenes. Adquirió una máquina de diálisis para un hospital cercano y ha brindado ayuda financiera a familias pobres.
Su éxito como futbolista en Inglaterra ha inspirado a muchos padres de familia en Nagrig y Egipto para enviar a sus hijos a academias de fútbol, con la esperanza de que algún día puedan emular su éxito.
Ha hecho mucho por la comunidad. Algunas cosas que la gente sabe y otras de las que no se conoce nada, explicó Ibrahim Ramadan, dueño de un modesto restaurante en Nagrig. Sinceramente, su familia no ha cambiado nada desde que Salah se volvió estrella. Son todavía humildes.
Pero el impacto de Salah en Egipto va más allá del dinero que ha aportado a su aldea o de los cinco millones de libras egipcias (casi 285.000 dólares) que donó a un fondo para el desarrollo creado por el líder nacional Abdel-Fattah el-Sissi.
Y muchos egipcios consideran que Salah, el segundo de tres hijos de un empleado gubernamental, está provocando esperanza y alegría ente sus compatriotas, en un momento en que la mayoría padece una crisis económica derivada de una ambiciosa reforma económica para revivir la golpeada economía.
Salah no es sólo un futbolista talentoso y destacado. Es un símbolo de la eficiencia, cuidado, respeto, aprendizaje, moral y creencias religiosas moderadas, escribió Imad Hussein, editor del diario independiente Al-Shorouk. Presenta una imagen brillante de los egipcios, árabes y musulmanes. Es una imagen que la mayoría de nosotros somos incapaces de ofrecer.
Varias de las 1,76 millones de papeletas depositadas en los comicios presidenciales de marzo se invalidaron porque los electores escribieron el nombre de Salah. El total de papeletas nulas superó por más del doble el de votos para el adversario de El-Sissi.
Los goles que él anota mitigan la carga que representa vivir bajo estas duras condiciones económicas, dijo Maher Said, guardia de seguridad de 50 años, quien reside en El Cairo. Verlo jugar me ayuda a salir adelante en los días difíciles.
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Los periodistas Menna Zaki y Samy Magdy contribuyeron con este despacho desde El Cairo.