Boda real une culturas negra y británica
BURLINGTON, Nueva Jersey, EE.UU. (AP) Con un coro góspel, violonchelista y obispo negros, Oprah, Serena e Idris Elba entre los asistentes y una madre de la novia afroamericana, la boda del sábado del príncipe Enrique de Inglaterra y la actriz estadounidense Meghan Markle fue una mezcla de solemnidad y elocuencia.
La ceremonia unió la pompa y circunstancia de la institución británica más sagrada con elementos de la cultura negra, atrayendo a espectadores que de otro modo no se habrían animado a sintonizar el espectáculo de la monarquía.
"Esto fue historia negra", dijo Joy Widgeon, quien asistió a una fiesta en una casa en Burlington, Nueva Jersey, con sus hijas de 6 y 8 años. "Los afroestadounidenses estuvieron al frente de la boda real. Esta fue la primera vez, y espero que no sea la última. Por eso estoy aquí".
El tema de la raza ha estado presente desde el principio. Tras hacer pública su relación en el 2016, Enrique atacó en un comunicado lo que describió como "trasfondos raciales" en la cobertura de los medios hacia su entonces novia, quien ha lamentado tales opiniones. Cuando anunciaron su compromiso a fines del año pasado, muchas mujeres negras alrededor del mundo recibieron con beneplácito la noticia, como un cuento de hadas que no siempre las incluye.
Markle, de 36 años, se convirtió en la primera integrante negra de la familia real británica en la historia moderna. Su madre, Doria Ragland, es negra. Su padre es blanco.
Un grupo diverso de unas 20 personas en su mayoría mujeres negras se reunió antes del amanecer de un sábado lluvioso en una casa en Burlington, Nueva Jersey, a las afueras de Filadelfia. Estuvieron entre las multitudes de afroamericanos y británicos-estadounidenses que celebraban el acontecimiento mundial en persona, en casa o a través de internet.
Decorada con una pancarta en la que decía "¡Felicidades Enrique y Meghan!", con la biografía de la novia en una mesa cercana y tazas de té y mimosas y el aroma a desayuno cocinándose de fondo, los invitados se reunieron en dos habitaciones.
"Estábamos deseosos de saber quién iba a parecerse a nosotros", dijo el socialité David Alexander Jenkins, quien ha montado caballo en el mismo campo de Windsor donde transcurrió la boda.
Cuando Markle emergió del Rolls Royce que la llevó a la Capilla de San Jorge, Paula Jackson hizo un jadeo de aprobación.
"¡Ay, se ve preciosa! ¡Hermosa! ¡Bella!", exclamó Jackson, quien llevaba un blazer enjoyado y una brillante tiara, sentada en un sofá con un letrero que decía en mayúsculas sostenidas: RESERVADO PARA LA REINA.
"Simplemente estoy tan feliz por ella", dijo Jackson sobre Markle. "Será un ejemplo para nuestras jóvenes mujeres afroestadounidenses".
La pareja también le pidió al obispo Michael Curry que participara en la ceremonia. Curry, el primer afroamericano elegido al cargo en la Iglesia Episcopal en 2015, tiene su sede en Chicago. Su teología, enraizada en la justicia social, se hizo ver el sábado, cuando invocó las palabras del reverendo Martin Luther King en su extenso discurso para la pareja y la audiencia.
Para Angelita Byrd, ese momento le recordó cuando iba a la iglesia con su abuela.
"Le trajo un poquito de la Estados Unidos bautista del sur a Europa", dijo Byrd, de Filadelfia. "¿Sabes qué es lo que me gusta de todo esto? Ella le añade un poco de sazón a la familia real".
La novia invitó personalmente al violonchelista negro de 19 años Sheku Kanneh-Mason a que tocara en la boda luego que el príncipe Enrique lo escuchó en un evento en Londres a beneficio de una organización antiguana. El diverso grupo de góspel cristiano Kingdom Choir interpretó una versión de "Stand By Me" de Ben E. King.
Los sombreros en la iglesia una tradición que comparten las culturas negra y británica fueron el plato fuerte de la moda. Y el vestido de Markle, diseñado por la directora artística de Givenchy, evocó el traje de novia que la princesa Ángela de Liechtenstein usó cuando se casó con el príncipe Maximiliano en enero del 2000.