El régimen Orteguista conformó hace unos días un mamotreto mediático a quien bautizó el oficialismo como "Comisión de la verdad, paz y justicia" según la dinastía cinco connotados simpatizantes del orteguismo con cuestionada credibilidad "darán con la verdad sobre el genocidio" del pasado mes de abril en Nicaragua. El problema sin embargo para el régimen, además de usar la mentira y el cinismo como política de estado, es que el clamor popular pide el ingreso al país de la CIDH para garantizar una investigación exhaustiva e imparcial de los sangrientos sucesos. Ante las constantes protestas populares lideradas por el movimiento estudiantil y la sociedad civil a lo largo y ancho del territorio nacional, el régimen ha recrudecido la represión, se ha inventado enemigos y conspiraciones imperialistas, y lo peor, ha declarado enemigo público al Arzobispo de Managua Monseñor Silvio José Báez Ortega.
Los nicaragüenses venimos de padecer una década de opresión, auto censura y miedo. La primavera nicaragüense parece sin embargo, consolidarse día a día desde el pasado mes de abril y con más fuerza. El actuar decidido de la sociedad en su conjunto con un movimiento estudiantil heroico a la vanguardia, estimula la lucha, nos da esperanza de cambio. Más de 63 vidas y sumando día a día más víctimas mortales es el costo de la sacudida, más de 200 presos políticos víctimas de maltrato y tortura, y decenas de desaparecidos de los que aún hoy no sabemos nada y posiblemente ya no estén con vida. Lo cierto es que en este pequeño país centroamericano el miedo dejó de ser, hoy los ciudadanos podemos vernos a los ojos y expresar lo que nos hartó del sistema viciado y corrupto del orteguismo.
Una de las voces lucidas y esperanzadoras en este trance ha sido la de los obispos de la Católica Conferencia Episcopal de Nicaragua, especialmente la de Monseñor Silvio José Báez. A Monseñor Báez (como le llama el pueblo) se le ha visto activo defendiendo no solo los derechos constitucionales y humanos del pueblo alzado, también se le ha visto evangelizando desde el ejemplo de servicio, amor y humildad para con las víctimas de la represión y sus familiares, Monseñor Báez ha llorado de dolor ante las tantas historias de crueldad y tortura que han tenido que sufrir los jóvenes estudiantes a cargo de las fuerzas de seguridad y grupos paramilitares del régimen Ortega-Murillo. Sin embargo, ha sabido transmitir fe, entereza y valor a los nicaragüenses.
Por ello, y sabiendo el peso de su amor para con el pueblo, el régimen ha enfilado todos sus cañones en contra del prelado, las amenazas de muerte reiteradas por parte de grupos paramilitares adeptos a Daniel Ortega y Rosario Murillo no son para ser ignoradas, por demás, son serias, peligrosas y creíbles. El régimen ya cruzó la línea con el genocidio perpetrado en contra de más de 63 jóvenes el pasado mes de abril, la constante represión y violencia que aún hoy vivimos los nicaragüenses a lo largo y ancho del país, nos hace intuir que Daniel Ortega y Rosario Murillo no se irán por vías constitucionales, ni pacificas del poder, es cierto que la dictadura es una fiera herida de muerte, pero aun así, es letal y muy peligrosa.
Nicaragua vive días de angustia, los nicaragüenses hoy vivimos entre la luz de la esperanza y las tinieblas de un sistema político que encierra todos los anti valores. El único poder que mantiene atrincherados en sus puestos a Daniel Ortega y Rosario Murillo, reside en las armas de los miembros de las fuerzas de seguridad y en sus grupos criminales paramilitares que les sirven como sicarios en contra del pueblo. La posibilidad de un diálogo entre el régimen y la sociedad civil cada día parece más inviable, el gobierno no demuestra voluntad, la represión gubernamental no cesa, la fiscalía ha empezado a "inventar" causas en contra de jóvenes protestantes acusándolos incluso, de los asesinatos cometido por parte de las fuerzas de seguridad y los paramilitares.
De esta cruda embestida de la represión gubernamental no escapamos los que opinamos y generamos opinión, se han intensificado las amenazas de muerte en contra nuestra, el acoso policial y la persecución día a día es más brutal, sin embargo, no podemos ceder ante el miedo cuando hay tanta sangre valiente derramada por nuestro bienestar. De ahí que esa voz que parece clamar en el desierto, la voz de los buenos pastores como Monseñor Báez, sea como un bálsamo en medio de tanto dolor y frustración. Confiamos en que como siempre el bien vencerá al mal y la luz disipará a las tinieblas. El grito unánime de los nicaragüenses es por JUSTICIA no nos conformaremos con medias verdades, con procesos amañados o investigaciones convenientes para los asesinos.Nicaragua padece hambre y sed de justicia.