Trump cada vez más distanciado de sus propios colaboradores

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Trump cada vez más distanciado de sus propios colaboradores
Donald Trump habla con periodistas en la Casa Blanca el 15 de marzo del 2018. La forma en que el presidente de EEUU ignoró el discurso sobre la reforma fiscal que le habían preparado para una presentación en West Virginia refleja el creciente distanciamiento que hay entre el jefe de la Casa Blanca y sus colaboradores. (AP Photo/Evan Vucci, File)

WASHINGTON (AP) El discurso estaba escrito. Y había varias personas con historias personales emotivas listas para reforzar el mensaje. Pero Donald Trump no tenía ganas de seguir el libreto.

Al diablo con esto, dijo el presidente de Estados Unidos al relatar lo sucedido en una presentación de la semana pasada en West Virginia. Trump tiró al aire los papeles con el discurso sobre la reforma fiscal y se agazapó cuando caían. Dije, esto es aburrido, seamos serios. Hay que decir las cosas como son.

A Trump nunca le gustó demasiado apegarse a libretos, pero la forma en que ignoró el discurso que le habían preparado ilustra una nueva fase en su presidencia, que lo muestra cada vez más distanciado de su propio equipo de asesores, molesto con las tácticas que emplean para tratar de encaminarlo en cierta dirección.

Uno de los recursos preferidos del personal es presentarle al mandatario las cosas de modo tal que la única decisión viable es la que ellos quieren que tome. Pero después de 14 meses en la presidencia, Trump se ha dado cuenta de lo que sucede y parece decidido a dejar en claro que no quiere que lo manipulen.

Ese fue el mensaje que un irritado Trump le hizo llegar al equipo de seguridad nacional la semana pasada en una reunión a puertas cerradas sobre el papel de Estados Unidos en la crisis de Siria.

Los asesores de Trump, incluidos el secretario de defensa Jim Mattis y el comandante general de las fuerzas armadas, general Joseph Dunford, planteaban que la presencia de Estados Unidos era necesaria para garantizar estabilidad. La idea era usar los mismos argumentos que el año pasado convencieron a Trump de mantener soldados en Afganistán indefinidamente. Pintaban un panorama tétrico de lo que sucedería si se iban, de un caos regional que beneficiaría a Rusia e Irán, y de la posible reaparición de la organización Estados Islámico.

Pero esta vez, antes de que pudiesen siquiera iniciar su presentación el martes, Trump dejó en claro que quería retirar a los soldados estadounidenses de inmediato. Se produjo entonces una discusión que aumentó el distanciamiento entre el presidente y su equipo, y dejó a los militares con la orden de retirar a los efectivos estadounidenses de Siria en seis meses.

Más de diez funcionarios actuales y ex funcionarios de la Casa Blanca, así como consultores de afuera, hablaron del tema con la Associated Press a condición de no ser identificados en vista de que estaban divulgando conversaciones internas.

La nueva dinámica tiene que ver con cambios de personal y en la actitud de Trump. El ex secretario del despacho de la Casa Blanca Rob Porter, por ejemplo, era visto como una persona en la que Trump confiaba, un intermediario honesto que se aseguraba de que le presentaban todas las opciones disponibles.

Durante las conversaciones en torno a Afganistán, los colaboradores se esforzaron por generar la impresión de que estaban tomando en cuenta la perspectiva de Trump. Pero con Siria, aseguran asesores de Trump, el mandatario sintió que lo estaban forzando a actuar de determinada manera.

Lidiar con un jefe que no acepta sugerencias no es fácil. Quienes lo han podido hacer generalmente se manejaron con mucha cautela. Se dice que algunos asesores, conscientes de que Trump se deja influenciar mucho por lo que ve en la televisión, han llamado a algunos comentaristas televisivos para pedirles que enfaticen ciertos temas en la esperanza de que el mensaje cale en Trump. Lo mismo habrían hecho otros gobiernos y sectores.

Gente como el primer jefe de despacho de Trump Reince Priebus dilataban la formulación de recomendaciones en la esperanza de que Trump cambiase de parecer.

Eso fue lo que intentaron los partidarios del comercio libre cuando Trump sopesaba la imposición de aranceles a ciertos productos chinos. Pero Trump se hartó de esperar y estalló.

En medio del caos que se generó tras la partida de Porter, el secretario de comercio Wilbur Ross y el asesor Peter Navarro alentaron a que Trump tomase medidas proteccionistas y figuras como el secretario del tesoro Steve Mnuchin y el director del Consejo Económico Nacional Gary Cohn quedaron mal parados. Cohn renunció al ver que Trump estaba decidido a fijar tarifas.

Hay quienes dicen que Trump siempre estuvo consciente de las maniobras de sus asesores y que solo les seguía la corriente. Pero ha habido un cambio en la forma en que Trump se relaciona con sus colaboradores, motivada probablemente por cambios de personal que debilitaron al jefe del despacho presidencial John Kelly.

En las últimas seis semanas, el proceso de toma de decisiones que supervisaba Porter se desmoronó y hay gente de afuera que tiene más acceso al presidente.

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Miller y Colvin están en https://twitter.com/ZekeJMiller y en https://twitter.com/colvinj

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