Las microfibras que van del lavadero a la comida
PORTLAND, Maine, EE.UU. (AP) La batalla pare impedir que diminutos contaminantes lleguen a su comida bien podría comenzar en el lavadero.
Innovadores están buscando formas de impedir que pequeñas partículas del lavarropas terminen llegando a la vida marina. Se trata de microfibras tan pequeñas que no son retenidas por los filtros convencionales, llegan a los desagües, a ríos y arroyos, y pueden ser comidas o absorbidas por animales marinos, para terminar siendo servidas en la cena.
Hay al menos cuatro productos, con nombres como Guppyfriend y Cora Ball, que procuran contener las microfibras.
Los científicos están llevando la guerra contra la contaminación a niveles microscópicos.
Responsabilizar a las industrias o al gobierno no resuelve el problema, declaró Alexander Nolte, cofundador de Guppyfriend, que sacó a la venta un detergente envuelto en una bolsita que impide que las fibras escapen. Cuanto menos se lave, mejor.
Los científicos están investigando qué tan nocivas son las microfibras para los ecosistemas de las costas, los océanos y la vida marina, y si pueden afectar la salud de los humanos. Un estudio del 2011, encabezado por el ecotoxicólogo Mark Browne, comprobó que las microfibras son responsables del 85% de los desechos producidos por el hombre que se encuentran en la costa.
No se conoce por ahora el nivel exacto de contaminación con microfibras. Las Naciones Unidas identificó la contaminación con microfibras como un derivado de los 300 millones de toneladas de plásticos que se producen anualmente. Un estudio del 2016 de la publicación Environmental Science & Technology comprobó que más de un gramo de microfibras es liberado cada vez que se lava una chaqueta de tela sintética y que el 40% de esas microfibras terminan en ríos y arroyos.
Si bien no hay dudas de que las microfibras están llegando al medio ambiente, no se sabe a ciencia cierta qué tan nocivas son, de acuerdo con Chelsea Rochman, profesora de ecología de la Universidad de Toronto.
Uno de los interrogantes es si el problema lo constituyen las fibras o las tinturas que llevan, y si microfibras naturales como las de la lana y el algodón son menos dañinas que las del plástico.
Hay distintas formas de atrapar microfibras.
Patagonia vende la bolsita de Guppyfriend a 29,75 dólares. Cora Ball vende a 29,99 dólares una bola multicolor que rebota por el lavarropas y atrapa las microfibras en cavidades que parecen corales. Lint LUV-R cobra 140 dólares o más por un filtro que se adosa a la manguera que despide el agua de la lavadora.
Los expertos no saben todavía hasta qué punto estos nuevos productos reducen la contaminación de las microfibras.
Los productos, en todo caso, sirven para llamar la atención en torno a una forma de contaminación que la mayor parte de la gente desconoce, según Kristen Kapp, profesora de biología del Central Wyoming College, que ha estudiado la contaminación con microfibras en el río Snake del noroeste del país.
Todos los días se aprende algo nuevo sobre los peligros que representan las microfibras y los microplásticos en el hábitat de nuestras vías acuáticas y en la vida silvestre, señaló Kapp.