El calvario de filipinos que buscan fortuna en el exterior
MANILA, Filipinas (AP) Cuando la familia de Joanna Demafelis necesitó dinero para reparar los destrozos causados en su casa por un tifón, ella hizo lo que millones de filipinos han hecho y buscó trabajo en el exterior. Y como en tantos otros casos, su aventura terminó en una tragedia.
El cadáver mutilado de Demafelis fue hallado el mes pasado en una congeladora de un departamento abandonado en Kuwait, donde trabajaba como sirvienta en la casa de un hombre libanés y de su esposa siria. Probablemente llevaba muerta más de un año.
Su féretro cubierto de flores descansaba el viernes en la casa de su familia en Sara, una localidad rural de la provincia de Iolilo, en el centro del país, donde sus familiares, que habían alertado a las autoridades acerca de su desaparición en el 2016, le rendían tributo y pedían justicia.
Nos hace mucha falta. Era muy buena con nosotros, dijo su hermano Joejet Demafelis. Indicó que cientos de familiares y amigos habían ido al entierro.
Su muerte se suma a una larga lista de tragedias sufridas por filipinos que se van a trabajar al exterior. Una décima parte de la población de esta nación de 100 millones de habitantes está desperdigada por 200 países, donde trabajan y envían dinero a sus familias. El año pasado las remesas del exterior sumaron 31.000 millones de dólares, lo que representa el 10% del producto bruto del país.
Las autoridades dicen que los emigrantes enfrentan muchos peligros, incluidos la pobreza, la falta de leyes que protejan a los trabajadores y condiciones difíciles, sobre todo en los países del Medio Oriente.
Te preguntas por qué pasan estas cosas, expresó el senador Franklin Drilon, ex secretario del trabajo, en una entrevista. Acotó que en muchos países no se cumplen las leyes laborales.
El presidente Rodrigo Duterte prohibió a los filipinos trabajar en Kuwait tras la muerte de Demafelis, pero eso no afecta a los más de 250.000 que ya están trabajando en esa nación petrolera. El Senado, por su parte, inició una investigación de la muerte.
Duterte, un hombre dado a los pronunciamientos escandalosos, criticó a los países del Medio Oriente.
Los filipinos no son esclavos de nadie, afirmó tras encontrarse el cadáver de Demafelis. Les mandamos un trabajador fuerte y sano... y nos devuelven un trabajador maltratado o un cadáver mutilado.
La muerte de filipinos que trabajan en el exterior no es nada nuevo. Casi 200 filipinos fallecieron en Kuwait en los dos últimos años, la mayoría por cuestiones de salud, pero hay 22 suicidios o asesinatos, según Hans Cacdac, director de la Administración del Bienestar de Trabajadores en el Exterior.
Cacdac dijo que todos los años se informa de 45.000 a 50.000 situaciones de emergencia, la mayoría de ellas en países árabes.
La sexta de nueve hermanos de una familia campesina pobre, Demafelis no fue a la universidad y viajó a Kuwait en el 2014. Dijo que quería ganar dinero para reparar la casa de la familia, destrozada por el tifón Haiyan un año antes. También quería readquirir un pequeño lote de tierra que había sido hipotecado y ayudar a que una hermana completase un curso de criminología.
Esos fueron los sueños que la hicieron partir, dijo su hermano mayor Joejet a la Associated Press.
Desde hace más de un siglo que los filipinos emigran en busca de trabajo.
En la década de 1970 un boom en la construcción en el Medio Oriente atrajo a muchos filipinos, que también le escapaban a las incertidumbres políticas y económicas de la era de Ferdinand Marcos.
A medida que aumentaban los emigrados, se registraban más incidentes que tensaban las relaciones de las Filipinas con otras naciones, como el abuso de los filipinos a manos de sus empleadores o delitos cometidos por los filipinos.
Un caso que tuvo mucha repercusión fue la ejecución de una sirvienta filipina por asesinato en Singapur a pesar de que ella insistía en su inocencia.
Las llamadas de Demafelis a su familia eran cortas y ella no mencionó problema alguno, de acuerdo con su hermana Joyce. Cuando dejó de llamar en el 2016, la familia empezó a preocuparse y en diciembre de ese año acudió a las autoridades, según Joejet.
El hermano indicó que las autoridades no hicieron lo necesario para averiguar qué había pasado.
El secretario del trabajo Silvestre Bello III dijo que la denuncia fue transmitida a un funcionario filipino en Kuwait, pero que el hombre sostuvo que era humanamente imposible atender todas las denuncias que le llegaban.
Trascendió que los empleadores de Demafelis fueron arrestados. Sin embargo, no se conocen muchos detalles de su muerte y no se sabe cómo ni cuándo fue asesinada.
Las sirvientas son particularmente vulnerables a abusos dado que trabajan en casa particulares, donde las autoridades no ven lo que sucede, señaló Bernard Olalia, que dirigen la Administración de Empleo de Filipinos en el Exterior, el ente que regula el trabajo de los filipinos afuera del país.
En algunos países, incluido Kuwait, los patrones se quedan con el pasaporte y los teléfonos celulares de sus sirvientas para impedir que se vayan. También rompen sus lazos con sus familias y otros sistemas de apoyo, según Olalia.
El gobierno ha dicho que ayudará a reparar la casa de la familia de Demafelis, costeará los estudios de su hermana y financiará la compra del lote de la familia.