Hace unos días se dieron por finalizadas las precampañas para dar lugar a periodo de receso electoral, para reanudar las campañas de nuevo a finales de marzo, en plenas vacaciones de semana santa.
Ahora que ya sabemos que siempre sí, los "únicos" precandidatos serán ellos, los que aspiren a gobernar el país por las 3 coaliciones, es indudable que cada uno de los candidatos despierta dudas en el electorado, incertidumbre, desconfianza y apatía, entre las principales emociones.
Pero es aquí en un intento por tratar de señalar las principales características y todo en torno a ellos, que el electorado toma en cuenta para evaluar por quien votar, una reflexión por lo menos esporádica cuando ven la publicidad de los que serán candidatos a la presidencia.
Y no es de menos, cada aspirante a la república despierta emociones, cada uno de ellos genera una combinación de sentimientos encontrados. Lo importante de evaluar estas emociones, radica en la frase "los individuos justifican sus acciones, en base a la lógica de sus emociones", pues ya que antes que seres racionales, los seres humanos somos, seres pasionales.
Para iniciar esta tarea creo a mi juicio empezar por el puntero en la encuestas, el candidato por tercera ocasión por MORENA, Andrés Manuel López Obrador (Manuelovich para los amigos), aunque sus propuestas y su estilo no han cambiado para nada desde aquel 2006, si hay que resaltar su experiencia adquirida y que al menos a dado señales de evitar sus errores en las campañas anteriores.
Este es el candidato por excelencia en una coyuntura electoral de un gobierno emanado del PRI, que ha demostrado ser el mismo dinosaurio de antaño, con casos de corrupción, sumado a la inseguridad galopante y al desencanto del electorado que despertó Enrique Peña Nieto en el 2012 y sus promesas de rápido crecimiento económico con las reformas "Estructurales", vendidas como la solución a todos nuestros males económicos.
Su figura aunque bien enarbola el sentir popular y ha logrado captar parte del malestar social, su discurso populista, despierta incertidumbre y temores justificados por su falta de tolerancia y sus propuestas esporádicas y radicales, como la amnistía de delincuentes.
Sobre todo el sector con educación universitaria encuentra en él un candidato ambiguo, de la vieja escuela, con propuestas en cierto modo atinadas, otras no tanto, pues presentan un retroceso al corporativismo.
Aunque en las elecciones de 2006 y 2012 las campañas y la guerra sucia jugaron un papel fundamental, para truncar un triunfo de López Obrador, hoy es poco probable que surtan efecto ante un electorado ya acostumbrado, frustrado y enojado, que aunque son las emociones del sentir general, no ha podido encauzar de forma activa a este electorado que se muestra apático a las elecciones, por tanto su comportamiento se limita al de espectadores, si Andrés Manuel López Obrador quiere ganar con comodidad, tendrá que convertir estas emociones en acciones, y lograr que esta pasividad, cambie y se materialice en las urnas.
Para que esto suceda tendrá que enfocarse en propuestas más sólidas y con un toque de modernidad, de forma que pueda convencer a los más escépticos y logre mover de la zona de confort a los apáticos.
Pero eso no se logrará si en sus filas reciclan a personajes de dudosa procedencia, como los ex sindicalistas Napoleón y Gordillo, eso solo demuestra contradicción y manda un mensaje al electorado de deshonestidad e incongruencia.
En ese mismo orden de preferencias Ricardo Anaya por el PAN, PRD y Movimiento ciudadano, el despierta cierta desconfianza sobre todo por la forma en la que se ha impuesto como candidato único dentro del PAN, esa imagen "el candidato 2 caras", la ha estado explotando el PRI, provocando incluso dentro del mismo PAN descontento y división.
Su falta de seriedad también despierta incertidumbre y se ha mostrado incapaz de generar más adeptos serios a su proyecto, que a diferencia ya de MORENA carece de propuestas sólidas, se espera que en el transcurso de las campañas las presente.
Otro factor que juega en su contra es su falta de madurez, un mensaje muy visible durante sus spots con el PRD y Movimiento Ciudadano donde aparece tocando instrumentos musicales, si bien el mensaje puede atraer a los sectores jóvenes, al electorado en general puede parecer ante su juicio, como incapaz de generar propuestas serias y de generar el cambio.
Lo que juega a su favor es su papel de orador, sabe posicionarse en un escenario a la hora de hablar, enfatizar en sus ideas y comunicarlas, su fuerte le será útil en los debates a la hora de contrastar ideas, sobre todo tratando de Obrador acostumbrado a decir falacias en momentos cruciales, en caso de Meade podrá tener efectos positivos, ya que es un candidato que carece de habilidades orales y de carisma, aunque sí posee una fuerte capacidad técnica.
Si se trata de comparar la capacidad y preparación de Anaya y Meade, es algo difícil y parece ser que el ganador será Meade por sus estudios, su experiencia en el sector público y su buena fama como tecnócrata, sin embargo no representa que haya que descartar a Anaya cuya dominación de inglés y como orador, además de su buen historial académico nada despreciable, pueden ser explotados de forma positiva en una coyuntura en la que el adversario parece ser el vecino del norte y su presidente.
Anaya junto con López Obrador, pueden generar la idea al electorado como los únicos capaces de lidiar con Donald Trump, uno por su capacidad oral y técnica, el otro por tener un temperamento y elocuencia similar al presidente norteamericano. Anaya puede generar apoyos, pero los casos de corrupción en torno a él, pueden debilitarlo, y favorecer en primer lugar a López Obrador.
Para el caso concreto de Meade, probablemente el candidato más marginado en la contiende, el no despierta emociones al electorado más allá de las filas del PRI, Verde Ecologista y Nueva Alianza, no posee una capacidad de comunicación destacable y nulo carisma.
Pesa sobre él un PRI corrupto, una presidencia fallida e innumerables casos que han convulsionado al país, como el caso OHL, la casa blanca, ODERBRECH y el caso Lozoya, la estafa maestra y el más reciente desvió de recursos en SEDATU y SEDESOL, tal vez estos dos los de mayor relevancia e impacto, ya que afectan directamente a él cuando era titular de la SHCP y SEDESOL.
El representará al partido con mayor rechazo en el país, con cerca de un 70% de la intención del voto en contra, ni con la publicidad purificadora llevado a cabo por el PRI y la campaña de miedo han mostrado tener efectos positivos.
Su fuerte sin duda es su trayectoria académica y laboral, que en la coyuntura actual lo convierte en el candidato poco ideal, aunque si bien genera certeza y confianza en materia económica precisamente por su trayectoria profesional, en un contexto de renegociación del TLCAN y de bajo crecimiento, la verdad es que esto es de poca relevancia en comparación con la inseguridad y corrupción que vive el país.
A menos que EE.UU decida salirse del TLCAN y la economía mexicana entre en declive o en crisis no veo posibilidades que Meade despierte algún sentimiento positivo de esperanza. Mucho menos cuando muestra un discurso pasivo en torno al gobierno en turno, solo si demuestra un discurso reconciliador, un cambio de rumbo y un nuevo proyecto, dudo que pueda generar adeptos, solo rompiendo sus vínculos a través del discurso podrá representar algo apetecible ante los electores.
Sea cual sea el candidato aún no pueden convencer, ninguno tiene la presidencia asegurada, pues aún falta mucho por ver, pero es necesario enfocarse como electores en las propuestas y exigir campañas electorales dignas y constructivas. Ustedes tendrán la última palabra así que solo nos queda cumplir nuestro papel como ciudadanos y salir a votar, no ser sujetos pasivos, ser actores de nuestro propio destino.