Papa topa protestas, amenazas e iglesias quemadas en Chile
SANTIAGO DE CHILE (AP) Como ocurre en cada visita papal, Francisco dejó varias sorpresas en Chile: casó a una pareja durante un vuelo, paró su caravana para ayudar a un policía tras una caída y lloró con víctimas de abusos sexuales cometidos por sacerdotes.
Pero el pontífice enfrentó también protestas y un nivel de hostilidad nunca visto en un viaje de este tipo en la historia moderna. Las manifestaciones en su contra tuvieron que ser disipadas con gases lacrimógenos, atacantes quemaron al menos 11 iglesias católicas y se hallaron panfletos que amenazaban a Francisco diciendo que la próxima bomba estará en tu sotana.
"Este tipo de violencia durante una visita papal no tiene absolutamente ningún precedente. Y Chile es históricamente una nación católica, dijo Andrew Chesnut, director de Estadios Católicos en la Virginia Commonwealth University.
Todavía está por ver si las fricciones en Chile fueron un hecho aislado o un presagio de lo que puede ocurrir en próximos viajes pastorales.
El vecino Perú, a donde Francisco llegó el jueves, no correrá riesgos. Las autoridades han prohibido las manifestaciones por su "impacto en la imagen del país, señaló la portavoz de la policía, Verónica Márquez.
En alguna ocasión anterior, una visita del papa generó protestas. En 2010, miles de personas se manifestaron en Londres por la llegada de Benedicto XVI, condenando su postura sobre el uso del preservativo, los derechos de las mujeres y la homosexualidad, entre otras cosas. Pero la ferocidad y los ataques a iglesias en Chile van más allá de cuquear precedente actual.
"Estos actos violentos pueden ser los primeros en la historia de los papados viajeros, dijo Massimo Faggioli, profesor de teología en la Villanova University de Filadelfia. "Esto es sorprendente también porque se supone que Latinoamérica es un territorio cordial hacia Francisco, el primer pontífice natural de la región.
Chile ha cambiado de forma radical, desde su economía a la política, en menos de una generación. Estos cambios, combinados con el escándalo de un sacerdote pedófilo y lo que muchos alegan que fue una respuesta errónea de la iglesia, ha acelerado el distanciamiento de la sociedad del catolicismo. El año pasado, el 45% de los chilenos se identificaban como católicos, una fuerte caída con respecto al dato de hace apenas una década, que rondaba el 65%, según la encuesta anual Latinobarómetro.
Una de las decisiones más controvertidas de Francisco _ nombrar a un obispo chileno con estrechos vínculos con el sacerdote pedófilo más conocido del país _ tensó los ánimos antes incluso del inicio de la visita.
Unos días antes de la llegada del pontífice, un grupo de personas descontentas por el costo del viaje ocuparon brevemente la Nunciatura de Santiago, su residencia durante su estancia.
Ese mismo día, varias iglesias fueron quemadas. En los días siguientes, ya con Francisco en el país, ardieron varios templos más, además de tres helicópteros.
Por el momento no está claro quien perpetró los ataques. En el exterior de algunas iglesias se hallaron panfletos de apoyo a la causa de la comunidad indígena mapuche. En otra, los folletos amenazaban al pontífice.
Los mapuche, la comunidad indígena más grande de Chile, luchan para recuperar a sus tierras ancestrales, por el reconocimiento de su lengua y para terminar con la discriminación.
Gran parte de la visita papal estuvo centrada en el conflicto. En su homilía del miércoles en el corazón del territorio mapuche, Francisco criticó a responsables de ambos bandos, pidió el fin de la violencia e instó al gobierno a comprometerse más allá de acuerdos simplemente elegantes.
La quema de iglesias es una táctica empleada con frecuencia por grupos radicales mapuche: casi dos docenas fueron atacadas en los dos últimos años. Las 11 dañadas en apenas unos días podrían ser un posible indicio de que los grupos responsables consideraron la visita como una oportunidad para llamar más la atención sobre su causa.
En cierta forma la quema de iglesias es una expresión de ese descontento que los mapuches sienten por la iglesia, dijo Germán Silva, analista político en la Universidad Mayor de Santiago de Chile.
Durante la dictadura militar chilena (1973-1990), varios obispos se pronunciaron en favor de los derechos humanos y trabajaron de cerca con pueblos indígenas. En la actualidad, los obispos son menos visibles, posiblemente trabajan menos con los pobres y, en general, la institución tiene mucha menos autoridad moral.
Otros grupos protestaron contra el papa en sí. Mientras Francisco oficiaba una misa en un parque de Santiago el martes, policías antimotines emplearon gases lacrimógenos y arrestaron a docenas de personas que intentaban marchar hacia el acto.
Entre los manifestantes había miembros de la comunidad LGBT del país, socialistas y personas enojadas por la reacción de la institución a un escándalo de abusos sexuales que muchos consideran que no ha sido resuelto.
No habrá paz para un cómplice que ayuda y ampara un violador, decía uno de los carteles.
"¡Arde, Papi!", podía leerse en coche.
Horas antes de partir de Chile, el pontífice realizó unas declaraciones que eclipsaron toda su visita y que podrían haber avivado las protestas de haberse producido antes. Preguntado por su defensa del obispo Juan Barros, el antiguo protegido del sacerdote pedófilo, el papa dijo que no había pruebas de que Barros conociese los abusos y calificó de difamatorias las acusaciones en su contra.
"Luego de decir esas cosas, si regresa aquí la recepción sería aún peor, señaló Erivano Luna, un técnico informático en Santiago.
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Las periodistas de The Associated Press Patricia Luna en Santiago y Christine Armario en Lima, Perú, contribuyeron a este despacho.