Lugar de misa papal en Chile revivió oscuros recuerdos
TEMUCO, Chile (AP) Algunos lugares que visitó el papa Francisco durante su viaje a Chile, trajo a la memoria de muchos chilenos pasajes de los horrores de la pasada dictadura militar.
La zona donde el pontífice celebró el miércoles su segunda misa en la región chilena de Temuco, el antiguo aeródromo de Maquehue, devolvió a Patricia Aravena algunos tristes recuerdos de su más tierna infancia. Nosotros vivimos en el sector de Maquehue al lado del río, y allí generalmente mi suegro nos decía que para el (año) 73 los militares entraban al aeródromo con las camionetas llenas de personas y luego salían sin nada, cuenta ahora esta secretaria administrativa de 44 años. Al sentir los disparos iban a mirar y había cadáveres que quedaban en la isla (que formaba el río) y luego eran sacados.
Todos eran lanzados al río, éste se dividía en dos brazos allá: en la parte de Maquehue hace un brazo grande y no todos iban directos a la desembocadura, los (cadáveres) que quedaban ahí después eran sacados igual a los días, dice.
Francisco celebró la segunda misa multitudinaria de su visita pastoral a Chile en ese aeródromo, que sirvió como centro de detención de la brutal dictadura de Augusto Pinochet (1973-1990).
El pontífice se despedía el jueves de suelo chileno después de otra misa masiva en la ciudad sureña de Iquique. Seguía por la tarde rumbo a Perú, la segunda escala de su viaje a las dos naciones andinas. Su paso por Temuco hizo que chilenos como Aravena desempolvara de su memoria los testimonios de la infancia que le contaban su abuelo y posteriormente su suegro.
Pero no todos se transportaron a esos recuerdos del pasado reciente de Chile. La región donde se celebró la misa es el punto neurálgico de la ancestral batalla de los indígenas mapuches contra el Estado chileno para que se reconozcan sus tierras, lengua y costumbres.
La Machi Francisca Linconao, una emblemática líder mapuche, caminaba ese día enfadada por las calles de Temuco y se quejaba por no haber podido entregar al papa una carta con sus reclamos, la explicación de su lucha y una situación judicial por la que atraviesa. En su recorrido, muchas personas se asomaban desde las ventanas para vitorearla: ¡Ánimo Machi!, ¡La admiro Machi!.
Algunos otros lugareños salían corriendo, se acercaban y la abrazaban. Pero también otros la abucheaban e insultaban, incluso, un grupo de jóvenes voluntarios de la visita papal entonó canciones eclesiásticas para apagar los gritos de protesta de la Machi.