Liberales presionan a demócratas a actuar en la inmigración
NUEVA YORK (AP) Sin hacer mucho caso a la perspectiva de que el gobierno se paralice, activistas liberales están exigiendo a los demócratas que protejan a miles de inmigrantes jóvenes de ser deportados, pase lo que pase.
El conflicto llegará a una etapa crucial esta semana debido a que los republicanos que controlan el Congreso pasan apuros para obtener los votos suficientes para impedir una parálisis en las operaciones del gobierno.
En el Capitolio, los demócratas están siendo exhortados a permitir que el gobierno se hunda en una parálisis a menos que los republicanos y el presidente Donald Trump accedan a volver a instaurar el programa de Acción Diferida para los Llegados en la Infancia (DACA, por sus siglas en inglés), el cual protege de la deportación a unas 700.000 personas que fueron traídas a Estados Unidos cuando eran niños y ahora viven ilegalmente en el país.
Hay manifestantes en las oficinas de los demócratas del Senado, amenazas de rivales en elecciones primarias para los que no cabildean con la suficiente fuerza en pro de un acuerdo sobre la inmigración, y planes para calificar a los que no cumplan con las expectativas como la bancada de la deportación.
De hecho, la inmigración se está convirtiendo en una prueba política decisiva para los demócratas, e incluso supera al programa de seguros de gastos médicos como tema que define el segundo año de Trump como presidente.
Necesita quedarles muy claro a los republicanos vulnerables, así como a los demócratas que no actúen esta semana, que habrá consecuencias políticas, dijo Cristina Jimenez, del grupo activista pro inmigrante United We Dream (Unidos soñamos). El movimiento progresista, que va a ser la infantería para que los demócratas recuperen el poder en las elecciones legislativas de noviembre, agregó, les va a exigir cuentas si es que no cumplen.
Los enfrentamientos en torno al programa de seguros de gastos médicos y los impuestos fueron los temas predominantes del primer año de Trump en el puesto, incluso después de que su gobierno aplicó medidas enérgicas para controlar a la inmigración ilegal. El gobierno le ha dado a los agentes manga ancha para detener e intentar deportar a un amplio rango de personas que se encuentran en el país sin permiso, desde delincuentes hasta residentes sin antecedentes penales, con trabajo e hijos nacidos en Estados Unidos.
A pesar de que los grupos defensores de los inmigrantes y algunos liberales protestaron, esas acciones no requieren autorización del Congreso, y la presión que los activistas podían ejercer era limitada, en comparación con la lucha que ayudó a estancar la revocación de la ley de seguros de gastos médicos promulgada por el presidente Barack Obama.
Eso cambió en septiembre cuando Trump anunció que pondría fin, a partir del 5 de marzo, al DACA, que le permitía a cientos de miles de jóvenes evitar ser deportados y trabajar legalmente. Eso también atrajo la atención de las personas beneficiadas por el DACA, hombres y mujeres criados en Estados Unidos y que son el rostro más amable del movimiento por los derechos de los inmigrantes.
El gobierno de Trump llevaba la delantera por mucho, haciendo avanzar su agenda y prácticamente estaban saliéndose con la suya, dijo Frank Sharry de Americas Voice, un grupo defensor de los inmigrantes. Entonces se enfrascaron en un combate con chicos estadounidenses bien organizados. Eligieron el pleito equivocado y ello ha atraído la atención a toda su agenda migratoria.
Fue durante unas negociaciones en la Oficina Oval en torno a un posible reemplazo del DACA la semana pasada que Trump utilizó una palabra vulgar para describir a los países africanos y se preguntó por qué Estados Unidos no recibe más inmigrantes de países como Noruega. Eso fortaleció la determinación de los grupos liberales para presionar por un acuerdo sobre el DACA esta semana, y en la actualizad sienten que los demócratas tienen una gran ventaja.
Todo lo que hemos visto de este gobierno ha sido este esfuerzo para expulsar a personas de raza negra y agilizar el proceso para la gente blanca, dijo Ángel Padilla, del grupo Indivisible. Esta semana es una oportunidad para que el Congreso rechace ese racismo.