¿El fin del bipartidismo Mexicano?
En el año de 1994 con el asesinato de Luis Donaldo Colosio, la devaluación y la crisis económica, debido al llamado efecto tequila, aunado con el levantamiento armado en Chiapas, desgasto al PRI como nunca antes, y la necesidad de renovación del régimen y del sistema político conllevo al PRI a pactar con el partido en oposición, claro está el PAN.
En ese pacto se acordaría la alternancia presidencial, tan necesaria en ese entonces para prevenir una inestabilidad política cuyos efectos ya estaban sintiéndose principalmente en la economía, la inestabilidad social empezó a ser evidente, la incertidumbre que eso generaría significaría un contratiempo para las medidas neoliberales (como la firma del TLCAN y las privatizaciones) que Salinas de Gortari comenzó, y cuya implementación Zedillo continuaría.
Para no arriesgar todo eso, fue necesario un relevo en la presidencia, no solo para evitar más incertidumbre y aplacar los efectos de las malas administraciones anteriores, para ello era necesario pactar con un partido que continuará la aplicación de las políticas ya emprendidas y diera continuación a la agenda política y social que estaba en curso.
El PAN en ese entonces de la mano de Vicente Fox y con el total apoyo del candidato del PRI, Francisco Labastida entonces candidato del partido oficialista, no refuto, ni dudo en aceptar la victoria de Fox en las elecciones del 2000, cuando se dieron a conocer los resultados preliminares.
Este acuerdo de mutuo beneficio, que permitió al PAN acceder por primera vez al poder, cuyas mieles corromperían a los gobernantes emanados del PAN, llevando a cabo las mismas prácticas y vicios que el mismo PRI, ejerció durante sus 70 años de gobierno pleno e ininterrumpido. A su vez le daría al PRI la oportunidad de seguir reteniendo cierta cuota de poder en varios estados de la república y le brindaría tiempo para renovarse y buscar algún desliz de la oposición para volver a gobernar, error que sucedería con Calderón y la fallida estrategia llamada "Guerra contra las drogas".
Dicho bipartidismo por acuerdo mutuo, entre el PRI y PAN, ha llegado hasta nuestros días, sin embargo a finales del año pasado, este ha llegado su fin.
Las condiciones que conllevaron a este pacto político de hace poco más de 17 años, que obligó al PRI a ceder el poder a otro, son muy similares a las de hace 20 años, la economía está en declive, no solo por una mala administración, sino también por factores externos como la renegociación del TLCAN y la caída de los precios del petróleo, los casos de corrupción han terminado por hundir al PRI desde casos como el de OHL y la "Casa Blanca", hasta los desvíos de recursos públicos por parte de gobernadores y el reciente, pero no sorprendente noticia sobre los desvíos de gobiernos estatales encabezados por el PRI al campañas políticas del mismo partido.
Hoy cuando más se requiere de la alternancia para renovar la imagen de un sistema y un modelo político fracasado, que se niega a morir, parecen no tener cabida, al menos no con el acuerdo del duopolio político establecido, el PRI está desgastado, ha dado muestras de debilidad, de exasperación, como muestra de ello han tenido que recurrir a externos, como Meade para hacer frente a una posible derrota, ante la imagen podrida que representa el PRI para millones de mexicanos, el PAN por su lado tampoco ha logrado sobrellevar la imagen de Felipe Calderón y los cientos de muertos inocentes que ha dejado a su paso como presidente.
La inevitable y necesaria aparición de un tercer actor parece ser la mejor opción, sin embargo esta tercera opción encabezada por Andrés Manuel López Obrador y su partido MORENA, cuya agenda política no encaja con la política neoliberal de los gobiernos anteriores, representando un cambio abrupto del modelo establecido por los grandes capitales y los organismos internacionales, es por ello que pactar con MORENA parece impensable.
El rompimiento de esta alianza PRI-PAN llego a su fin, con la salida Margarita Zavala ex primera dama del PAN, el acuerdo expiro cuando Ricardo Anaya decidió emprender una campaña de críticas contra el PRI, y pensó que podía hacer a un lado a los Calderonistas, como si fuera algo fácil y con el menor costo político posible, desde luego esta que el rompimiento de Anaya con Calderón, significo en automático el fin del pacto con el PRI, ya que el enlace directo y máximo representante de este acuerdo residió en Calderón.
Por eso no debe sorprendernos que el actual candidato del PRI sea José Antonio Meade, actor clave en muchos aspectos dentro de la implementación de las reformas estructurales y quien se desempeñó como Secretario de Estado de Calderón y del actual presidente, quien a su vez puede garantizar inmunidad (ser tapadera) al presidente saliente, del que fue cómplice de los fiascos y fracasos de las 2 últimas administraciones salientes.
De la misma manera no es de sorprenderse que el ex senador por el PAN (hasta hace unos días) Javier Lozano, partido al cual llegó cuando en 2005 renunció al PRI, al cual de forma extraoficial regresó como vocero de José Antonio Meade.
Las próximas elecciones no pintan ser nada tranquilas, desde ahora debemos estar preparados para una guerra sucia, misma que ya ha comenzado desde el PAN, el PRI e incluso con MORENA.
Lo que podemos ver de ahora en adelante es una verdadera lucha de poder y de recursos políticos, para ver quien tiene más peso y por tanto posibilidades de los 2 partidos, PRI-PAN, para hacerle frente al favorito en las encuestas y contrario a las políticas neoliberales de las últimos años, lucha que advierto no será para nada amistosa.
Esta lucha entre los 2 partidos sin duda la esta ganado el PAN, Ricardo Anaya está presionando con todo, en 2 frentes distintos, por un lado en Veracruz con el actual gobernador Miguel Ángel Yenes, haciendo campaña contra López Obrador, y en el otro frente en Chihuahua con Javier Corral, con la investigación del desvió de recursos del estado a campañas del PRI, misma que ha pegado fuerte, ya que involucra a altos funcionarios, incluyendo a Meade y uno de los personajes más destacados del PRI, Beltrones, quien incluso ya tramitó un amparo.
Desde luego el juego iniciado por Anaya es arriesgado pero parece estar dando frutos, al menos desde el frente contra el PRI, le ha pegado más a la ya deteriorada imagen del partido, y su precandidato, no tan bien posicionado como Anaya quien es segundo en las preferencias, seguido incluso por la independiente Margarita Zavala, relegando al 4 lugar a Meade.
Este arriesgado juego pondrá a prueba la maquinaria política del PRI y el poder de sus bastiones políticos como el Estado de México, así como sus recursos económicos y publicitarios, estos últimos le valieron su victoria en 2012, con el apoyo de una de las más grandes cadenas de televisión nacional, Televisa.
Por el otro lado quien mejor se aprovecha de este distanciamiento y ya mencionado rompimiento PRI-PAN es sin duda el propio Andrés Manuel, es una división, que le brinda la mejor oportunidad de todas, ya que esta no la tuvo en 2006, cuando quedo segundo lugar en las preferencias con una marginal diferencia, en aquella elección el PRI y el PAN se apoyaron mutuamente para que el entonces candidato por el PAN, Felipe Calderón pudiera ganar y evitar así que López Obrador ganará dichas elecciones, mediante una campaña de desprestigio o mejor dicho de guerra sucia.
Anaya con los escándalos tiene al PRI contra la pared, solo queda ver si esto será suficiente para que pueda sacar provecho y obligarlo a un acuerdo que le favorezca.