Haitianos buscan retomar sus vidas en aniversario de sismo
PUERTO PRÍNCIPE, Haití (AP) Hace ocho años, un sismo de magnitud 7,0 paralizó la vida en Puerto Príncipe, Haití, en donde de acuerdo a algunos estimados murieron más de 300.000 personas y cientos de miles de viviendas quedaron destruidas. Para aquellos que se quedaron sin casa, la vida no ha vuelto a la normalidad.
En el distrito de Delmas en el norte de la capital, Puerto Príncipe, el campamento Caradeux se instaló como un refugio temporal para los 20.000 desplazados. Las promesas de nuevas viviendas temporales no se han concretados en momentos en los que la economía de Haití permanece débil, lo que deja a los residentes del lugar sin otro lugar a dónde ir. Como resultado, el campamento se está transformando en una aldea en la que las personas construyen casas de concreto en un intento por retomar la normalidad en sus vidas.
El fotógrafo de The Associated Press Chery Dieu-Nalio visitó Caradeux conforme se aproximaba la fecha del aniversario del terremoto, para documentar la vida de sus residentes, quienes venden carbón, cortan el cabello y realizan otros trabajos para ahorrar lentamente el dinero suficiente para la construcción de sus viviendas.
Para muchos, el aniversario del terremoto fue más doloroso por los reportes de declaraciones en las que el presidente Donald Trump se pregunta por qué Estados Unidos debe recibir a más personas de Haití y países de mierda en África y no de lugares como Noruega. Trump niega haber utilizado el lenguaje vulgar.
Si yo fuera el gobierno, cerraba la embajada de Estados Unidos porque Trump no respeta a mi nación, dijo el sacerdote vudú Brinor Monajean.
El campamento incluye unos 3.000 refugios y carpas temporales y alrededor de 50 casas de concreto, además de que hay 100 más en construcción. Hay una escuela, una estación de policía, una iglesia y un templo vudú, además de que el campamento cuenta con servicio eléctrico y agua potable.
Mona Leger llegó a Caradeux después del terremoto, mientras estaba embarazada de su segundo hijo, y en compañía de su esposo y su hijo de cuatro años de edad. Ahora, ella tiene 39 años y seis hijos. Su esposo vende gallinas y ella carbón. Juntos, ganan alrededor de 150 dólares mensuales y sueñan con que algún día podrán pagar una casa de concreto, que cuesta alrededor de 7.000 dólares.
Podría tener más hijos, solo Dios sabe. Mi esposo y yo luchamos por construir algún día nuestra casa, señala.
Estados Unidos otorgó un estatus de protección temporal a los inmigrantes haitianos después del terremoto, una protección que el gobierno de Trump revocará después de decidir que las condiciones en Haití han mejorado lo suficiente para ameritar el retiro de dicha medida.
Cuando y si es que regresan a su país, los inmigrantes haitianos verán condiciones muy distintas a las de los primeros años tras el paso del terremoto, pero nada cerca de la normalidad.
Phaiton Mackenson, un inspector portuario del gobierno, vive en un refugio temporal rodeado por el inicio de una casa de concreto que construye poco a poco. Su apartamento quedó destruido cuando el terremoto golpeó poco antes de las 5 p.m. del 12 de enero de 2010.
Estoy rodeando el refugio con muros de concreto, afirma. Me detuve por problemas financieros, pero en cuanto tenga dinero de mi trabajo seguiré con la construcción, porque quiero volver a tener una vida normal.
Dice que quiere tener un baño dentro de la casa, luz y una recamara como la que tenía en el apartamento que perdió.
Etienne Acine, un reparador de radios y televisiones de 38 años y padre de seis hijos, dice que ha vivido en el refugio durante ocho años, y que las paredes de madera de su choza se están pudriendo.
Vivir en el refugio me perturba porque, para mí, el refugio significa 12 de enero de 2010, señala. Quiero vivir en una casa normal como el resto de las personas del país.