Fenómeno Salah ofrece esperanzas a egipcios en plena crisis

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Fenómeno Salah ofrece esperanzas a egipcios en plena crisis
ARCHIVO - En imagen de archivo del 17 de octubre de 2017, Mohamed Salah, arriba, del Liverpool, disputa el balón con Marko Suler, de Maribor, en partido de la Liga de Campeones en Maribor, Eslovenia. (AP Foto/Darko Bandic, archivo)

EL CAIRO (AP) Una maravillosa historia compartida en las redes sociales en Egipto describe cómo Mohamed Salah, el delantero del club inglés Liverpool y uno de los jugadores más seguidos del mundo actualmente, fue rechazado por un equipo local para el que soñaba jugar.

El hecho de que Salah haya tenido éxito pese a ello es adoptado por sus compatriotas egipcios como una señal de esperanza para un país golpeado por años de disturbios, ataques mortíferos y una profunda crisis económica.

Para muchos de los 95 millones de habitantes de Egipto, Salah ofrece la esperanza de que la dura situación puede ser superada, pero su éxito también ha sido elogiado por el gobierno autoritario del país.

Raramente pasa un día sin que Salah aparezca en las portadas de los periódicos egipcios. Los lúgubres reportes por lo general ceden paso a noticias más alentadoras sobre la manera en que el futbolista de 25 años, oriundo de una remota aldea frente al delta del Nilo al norte de El Cairo, ha brillado en la Liga Premier Inglesa en sus primeros seis meses con el Liverpool.

Uno de sus logros: Salah anotó 20 goles en sus primeros 26 partidos con Liverpool. Sólo un jugador en los 125 años de historia de los Reds ha aportado 20 goles para el equipo en menos tiempo que Salah _y ese fue George Allan en 1895 (en 19 partidos).

Un diario egipcio, Al-Watan, dedicó nueve de sus 16 páginas de la edición de Año Nuevo a Salah.

"El Faraón: Júbilo de 2017 y esperanza de 2018", era el encabezado de Al-Watan sobre una fotografía de Salah vistiendo el uniforme en rojo y negro de la selección de Egipto, alzando los brazos en señal de triunfo y con una leve sonrisa. La imagen prácticamente ocupó toda la portada.

El jueves, Salah fue nombrado el Jugador Africano del Año. Superó al senegalés Sadio Mané, su compañero en Liverpool, y al gabonés Pierre-Emerick Aubameyang, del Borussia Dortmund, los otros finalistas durante la ceremonia de la Confederación Africana de Fútbol en Accra, Ghana.

El jugador no ha causado que los egipcios acudan a raudales a las cafeterías para verlo jugar sólo por el fenomenal nivel que ha mostrado en el equipo inglés, sino que además guio a la selección nacional a una Copa del Mundo por primera vez en casi 30 años.

En esas abarrotadas cafeterías callejeras, los canales de televisión que muestran al argentino Lionel Messi del Barcelona y al portugués Cristiano Ronaldo del Real Madrid _por años los sujetos de la obsesión de los seguidores egipcios_ ahora se concentran en Liverpool y Salah.

Enigmáticamente, el éxito de Salah en el fútbol ha causado un análisis más profundo sobre lo que ocurre en Egipto.

En 2011, los egipcios se levantaron durante la llamada Primavera Árabe para derrocar al impopular presidente Hosni Mubarak después de 29 años en el cargo. Pero el país se hallaba sujeto a la inestabilidad y la violencia, primero bajo un control militar directo y después bajo el líder islamista Mohamed Morsi. Ahora es gobernado por el general militar convertido en presidente Abdel Fatá el Sissi.

Justo en este momento, no sólo los aficionados al fútbol elogian el éxito de Salah

"Esto está ligado a la noción de regímenes tiránicos o autoritarios de crear una distracción ante los temas cruciales que la gente debería atender", subrayó Amar Ali Hassan, un novelista y analista de ciencias sociales egipcio.

Respaldando ese argumento, el periódico Al-Watan, que tanto espacio dedicó al "júbilo" que Salah brinda a Egipto, es un medio a favor del gobierno. Lo que no apareció en su portada del primer día de 2018 fue la realidad: Egipto está aquejado por disturbios violentos y la mayoría de sus habitantes batalla para mantenerse a flote ante el fuerte aumento de precios causado por reformas para reparar una economía mermada por años de agitación.

No obstante, no cabe duda que Salah ha sido positivo para el país.

Cuando le dio el triunfo a la selección nacional con que Egipto aseguró un boleto a un Mundial por primera vez desde 1990, miles de personas salieron a las calles a festejar, lo que obligó a las autoridades a suspender una prohibición a sostener reuniones y manifestaciones sin autorización. Y de nuevo está bien ser un aficionado al fútbol, seis años después de una revuelta ligada a cuestiones políticas en un estadio que causó la muerte de más de 70 personas y obligó a los fanáticos al deporte a encerrarse en sus hogares.

El fenómeno Salah ha generado una mejoría de los niveles de las escuelas de fútbol, y los debates en los medios tocan una amplia variedad de temas relacionados con Salah, desde los valores del compromiso y la disciplina hasta por qué Egipto debe apoyar a los modelos a seguir.

Incluso Hassan, el investigador de ciencias sociales que desconfía del fenómeno desatado por Salah, lo admite: "hay otra forma de verlo, que es que los egipcios pueden ser creativos y exitosos si se les da la oportunidad en el ambiente y contexto adecuados".

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