La loter?a pol?tica de Daniel Ortega
Siempre he creído que no hay lastre más grande para un país en vías de desarrollo que un político desempleado. Daniel Ortega nos lo demostró durante los años 90, en la era de gobiernos democráticos, incendiando alcaldías, desbaratado calles, promoviendo la violencia callejera a todos los niveles, en fin "gobernando desde abajo". En la Nicaragua actual tras diez años de gobierno Orteguista autoritario y con comicios electorales fraudulentos (todos desde la llegada al poder de Daniel Ortega), nos encontramos a las puertas de una justa electoral municipal con variantes interesantes pero nada prometedoras para nuestro sistema institucional gravemente deteriorado por el gobierno del FSLN.
La elección municipal que se avecina en Nicaragua, "observada" por una delegación de la OEA que llegó al país un mes antes de los comicios y cuyo responsable ya actuó irresponsablemente avalando en el pasado reciente fraudes electorales en el país, no solo es pintoresca por llevar al mayor número de candidatos municipales tránsfugas, además lleva inconsultamente en muchas listas partidarias a ciudadanos residentes en el extranjero, también a uno que otro difunto. La verdad es que ante la "dureza de la calle" que argumentan los políticos de piel blanda y corazón frágil ante el verde que todo lo compra, la actual pantomima electoral es una feria de empleos para favorecer a los amigos del régimen.
No hay necesidad de ser agorero para saber quién "arrasará" en los comicios, o quién será la segunda y tercera fuerza "más votada" lo triste sin embargo, es el hecho de no contar con una oposición auténtica que ofrezca una verdadera alternativa al actual sistema político Orteguista ya colapsado. Es casi seguro que en la intimidad los candidatos de todos los grupos se frotan las manos a la espera del "puestecito" que los sacará de pobres, no obstante, nuestros problemas ciudadanos continuarán agudizándose, la pobreza galopante, la corrupción, el autoritarismo y el tráfico de influencias ganarán terreno con la complicidad de aquellos que hoy concurren a lo que se supone debería de ser una fiesta cívica y no una bacanal infame a costas de la sangre y el sudor del pueblo nicaragüense.
Es deber de todos y cada uno de los nicaragüenses, independientemente, de la ideología, condición social o credo religioso, aunar esfuerzos para construir una alternativa real, que ofrezca un modelo nuevo, fresco, incluyente, afecto a la transparencia y a la legalidad. Necesariamente para la consecución de tal objetivo se hace inevitable un proceso de renovación de liderazgos políticos que concluya con la "jubilación forzosa" de todos aquellos personajes que durante años se han aprovechado de las instituciones políticas para su beneficio personal. La utopía de la unidad en contra del régimen de Daniel Ortega es una piedra de tropiezo que ha usado a su favor el mismo Ortega, pues es un especialista en dividir a sus oponentes y ponerles precio para luego comprarlos y sumarlos en su número circense.
Llegó el tiempo de que los nicaragüenses todos, acabemos con el infame negocio de Daniel Ortega, su lotería política ha descompuesto al país y sus instituciones, al final, él siempre se adjudica el premio mayor con más votos que votantes y a los demás, por muy socios que sean, les da un premio de terminación y de última cifra para contentarlos, él sabe que tan pocas pretensiones tienen sus oponentes que en virtud de querer cambiar el rumbo del país, se conforman con cambiar su situación económica personal. De tal modo que esta elección no será nada diferente de las otras organizadas al amparo del régimen Orteguista, los "cándidos candidatos" socios del régimen, son cómplices del deterioro institucional aunque con su abyecta retórica traten de hacernos creer lo contrario.