Antoni Daimiel (Ciudad Real, 1970) ha convertido los comentarios baloncestísticos en un arte. El periodista de Movistar es el Félix Rodríguez de la Fuente del basket, una especie de oráculo de varias generaciones de amantes a la NBA. Su voz lleva acompañando las animaladas de los jugadores de la liga norteamericana más de 20 años y sus comentarios derrochan análisis crítico y conocimiento, aspectos que escasean en la prensa actual. Dice no saber dónde se encuentra ya el devaluado periodismo deportivo. Pero Daimiel no está perdido, lleva media vida desvelado por su sueño. Antes junto a Andres Montes y ahora pasados los 40 con Guille Giménez, sabe cómo conectar con el público más joven y sus explicaciones sobre la vida moderna se viralizan en las redes, donde es un fenómeno de masas con más de 300.000 seguidores.
- Nace en Ciudad Real pero vive toda su infancia en Valladolid. ¿Qué tiene de tierras castellanas y qué recuerda más de aquella época?
. De Valladolid tengo toda mi formación, desde el punto de vista académico y social. Tengo grandes recuerdos de mi niñez, especialmente relacionadas con la práctica del deporte y como espectador de deporte de primer nivel gracias al Real Valladolid y al Valladolid CB. Mi familia es de procedencia humilde y, como muchas otras familias, digamos que pudo lograr el acceso a la clase media en esos años entre el 75 y el 85. Creo realmente que las condiciones de vida y las capacidades para ser feliz o al menos creerse que se era feliz eran propias de la tan novelada clase media. No he recibido nada en herencia, como diría un estadounidense, soy un (pequeño) hombre hecho a sí mismo. Mi padre, y lo digo tratando de que no me condicione el vínculo, tenía grandes capacidades intelectuales, pero se tuvo que poner a trabajar con 14 años al quedarse huérfano.
- ¿Era buen estudiante?
. Creo que sí, que fui buen estudiante. No el mejor de clase, no sé si algún año el segundo mejor, pero solía estar en pódium o en diploma en cuanto a calificaciones. Me gustaban la mayor parte de las asignaturas de letras: Lengua, Literatura, Historia, Geografía, Filosofía. De ciencias sólo las llamadas Ciencias Naturales (biología, geología...) pero no tanto Matemáticas, Física o Química.
- ¿Por qué empezó a estudiar Derecho y cómo vieron en la familia que lo dejara y decidiera comenzar los estudios de Periodismo?
. Empecé a estudiar Derecho por inercia, era de letras y ya desde mediados de los años 80 se decía que solo Derecho ofrecía salidas para los estudiantes de letras. Mi familia fue notando progresivamente mi desdén y desgana hacia Derecho, sabían de mi vocación por el periodismo. Gracias al apoyo de unos tíos míos en Madrid pude dar el paso de intentarlo con el periodismo.
- ¿Pudo acabar la carrera?
. Acabé la carrera compaginándola con el trabajo, creo que ocho o nueve años después de comenzarla.
¿Qué le parece que haya tantos periodistas sin trabajo? ¿Qué se puede hacer al respecto?
. No solo en periodismo, en términos generales esta pregunta es de nota muy alta, si hubiera alguna formación política garante de una solución clara ganaría seis legislativas seguidas. Desde mi visión de ciudadano no especializado en estos asuntos me parece que el problema del paro en España resulta estructural, casi ya congénito, un país sin estructura o mecanismos entrelazados para generar, ocupar y provocar la reproducción del empleo, con la excepción de la burbuja inmobiliaria, los focos del turismo o algunos booms industriales muy localizados. En cuanto al periodismo, ya había tasas muy altas de falta de empleo cuando yo me matriculé en la universidad. Nunca ha habido tanto empleo para responder a tanto interés suscitado en adolescentes y jóvenes, nunca tanto trabajo digno para tanta vocación visceral.
- Se marcha a Madrid y logra trabajar como becario en el nuevo Canal Plus de deportes con Alfredo Relaño. ¿Cómo vivió el nacimiento de aquella cadena que tanto ha influido en el mundo del periodismo deportivo español?
. Impresionante, de verdad. Pasados los años estas cosas suelen perder efecto, pero con esto me pasa lo contrario. Cuanto más tiempo pasa más idealizo lo que supuso trabajar en un canal como aquel, dirigido por Juan Cueto, con gente muy joven y atrevida por todos lados. Vivíamos con plena libertad dirigida al incentivo de crear, de inventar. Una gran etapa. Tengo la sensación de que la mitad de lo que sé lo aprendí en aquel lustro 90-95, mirando, asimilando, y trabajando mucho. Y la otra mitad en mis primeros años comentando NBA, con Andrés Montes.
- Maldini, Nico Abad y usted compartieron piso dos años, ¿había disputas por controlar en mando de la televisión? Tendréis mil anécdotas de aquellos días, ¿cuál fue la más gorda que liasteis?
. No recuerdo si la tv del salón tenía mando. Recuerdo que teníamos teléfono fijo, no había móviles. Y no había peleas, ni por eso ni por nada. Maldini tenía como dos o tres televisiones en su habitación, que proyectaban o copiaban partidos de fútbol 24 horas al día. Fue una gran etapa, sin duda. Hubo una fiesta un día, multitudinaria, con por lo menos dos o tres visitas de los vecinos para quejarse. Imagina, una casa grande, con tres chicos de entre 22 y 24 años, con buenos sueldos para aquella época. Trabajábamos mucho y nos divertíamos menos, pero intenso.
- Después de mucho insistir le hacen caso en la cadena y apuestan por el baloncesto. Empieza de narrador junto a Santiago Segurola, posiblemente el mejor periodista deportivo español, ¿qué aprendió a su lado?
. Hice junto a Segurola la Final Four de la NCAA durante varios años. Yo ya le seguía en El País, me gustaba su condición multidisciplinar y por supuesto su capacidad como cronista y analista en las páginas del diario. Años después, consumiendo más prensa deportiva estadounidense, descubrí muchos lugares comunes con el trabajo de Santi.
- ¿Cómo se desenvolvía de narrador y qué diferencias encuentra con el comentarista-analista?
. No me sé calificar como narrador en aquella época, pero creo firmemente que, de cualquier deporte que conozca bien, podría haber acabado siendo un narrador más que correcto. Pero lo que sucede conviene y gracias a consolidarme como comentarista pude trabajar y convivir lo que llegó después. El narrador debe ser el conductor, el marcador del ritmo y el clima de la retransmisión y el que o cuenta todo lo que pasa (radio) o acompaña y aclara constantemente lo que va pasando y está viendo el espectador (tv). El comentarista debe explicar lo que considere necesario sobre lo acontecido e introducir claves o códigos que enriquezcan la experiencia del espectador.
- Y en esas apareció un tal Andrés Montes, del que es inseparable hasta su fallecimiento, y lo revoluciona todo. ¿Cómo le marcó en su vida?
. Personalmente producía el mismo impacto que por televisión. Una gran representación de la diferencia, lo imprevisible, siempre ofreciendo una mirada distinta. Son todos conceptos enriquecedores. Si alguien se encuentra alguien así recomiendo que lo compre y se lo quede para siempre, porque ahora, cuanto más nos bombardean con tecnología, cuanto más falsas tentaciones recibimos, cuanto más nos abruman con información y datos vestidos de relevancia, más necesitamos nuevos modos de leer e interpretar este acoso a nuestro tiempo que ya nunca es libre.
- ¿Y qué legado deja en el mundo de la comunicación deportiva?
. Yo creo que Andrés Montes ha dejado más recuerdos y nostalgia en la gente, en la audiencia, que legado en la profesión. No era tan respetado ni bien visto por sus iguales, y él era consciente. Y hasta le gustaba, le ponía.
- En Twitter expresa sus opiniones políticas (ha escrito contra la hipocresía de Trump vendiendo armas a Arabia Saudí, contra los pitos a Piqué...). ¿Por qué está tan extendido el mensaje de que no hay que mezclar política y deporte en España si es algo inevitable y que acaban haciendo todos?
. Yo no hago caso de mensajes, estén más o menos extendidos. Yo me considero o al menos trato de ser un ciudadano y un periodista cauto, reflexivo, respetuoso. No me siento bien si incomodo a alguien, ni siquiera si siento rechazo por ese alguien. Es verdad que todo el mundo acaba hablando de todo, de una manera o de otra, o insinuando. Yo creo que hemos avanzado muy poco en tolerancia. No solo se trata de que tú digas lo que quieras y de esa manera yo diga lo que quiero. Esto solo vale si no tratas de callar o reprimir al diferente. Tu libertad de expresión debe acabarse cuando implica taponar, anular o impedir la de otro. Por eso no me gustan nada los pitos o abucheos a jugadores por decir lo que piensan.
- Tiene verdadera devoción por Cuba. Ha escrito crónicas, reportajes... ¿Qué siente en ese lugar?
Yo sentí algo especial y diferente allí desde que pisé por primera vez ese país, allá por 1992. No lo sabría explicar bien, creo que es fenómeno que se da bastante, no sé si por los vínculos genéticos, históricos. También conozco procesos similares en otros españoles, en países como India, Argentina, Mexico... Ya he explicado ya en esta entrevista mi interés por lo diferente, y en 1992 no habría muchos lugares en el mundo donde se pudieran encontrar tantas realidades tan distintas a lo que yo conocía en España. Era una mezcla de los más inexplicable, lo más absurdo, lo más auténtico y directo y los más sorprendente, todo batido, con hierbabuena. Pasado un cuarto de siglo aún mantiene para mí esa tensión atractiva, pese a que el país ha cambiado bastante. Yo soy de los que se va a Cuba siempre que puede, antes de que me digan que me vaya.
- ¿Qué le parecen las figuras de Fidel Castro y el Che Guevara?
. Las figuras de Fidel Castro y del Che Guevara son muy complejas y controvertidas. He leído bastante sobre ellos y he conversado con gente que los ha tratado personalmente, con adeptos y adversarios militantes. Hay un fenómeno curioso, en España ha variado una parte importante de la opinión pública hacia ellos en los últimos veinticinco o treinta años sin que se haya descubierto nada nuevo sobre sus principales años de actividad política. Fidel Castro me parece una figura más densa y aristada a la vez que singular, pareciéndome la del Che más diáfana y directa.
- En el ámbito futbolístico le encanta un tipo bohemio como Mágico González al que entrevistó para Canal Plus. ¿No cree que faltan más jugadores como él en el fútbol moderno actual?
. Mágico impresionaba a cualquiera cuando jugaba, pero aquella tarde, noche y madrugada que pasamos con él en Santa Ana y San Salvador me impresionó igual o más. Me pareció un personaje apasionante también sin balón, aún más interesante por su resistencia a mostrarse. Me hizo reflexionar sobre muchos aspectos profundos, vitales. Quizás resultó la mayor oportunidad perdida de mi carrera periodística, porque nos insistió al operador de cámara y a mí que nos quedáramos dos o tres días con él, que se iba a la playa. Podríamos haber sacado el reportaje del año. Pero teníamos que regresar corriendo, era sábado y el lunes emitíamos en El Día Después el reportaje. Jugadores como él salen muy pocos, y posiblemente los filtros del fútbol actual no permitan que llegue ninguno de ese tipo. Una lástima.
- Ha vuelto a encontrar a su media naranja con Guille Giménez. Tienen mucha química, han creado un espacio propio y sus comentarios se han viralizado en redes. ¿Improvisan? ¿Hacen algún tipo de estudio de audiencia potencial que puede quedarse a las 4 de la mañana viendo NBA?
Lo de media naranja me suena algo fuerte y me acuerdo de Jesús Puente. Yo trato siempre de hacerlo lo mejor posible en mi función de comentarista y por supuesto, intento adaptarme siempre al estilo o al clima del narrador. Con Guille se desprende simplemente la mezcla química de uno más otro, como en cualquier pareja de cualquier retransmisión. Efectivamente, lo que se refiere a temas de conversación o contenido de la retransmisión es, por supuesto, todo improvisado. El único guion preestablecido es el del momento en el que entran los resúmenes de los partidos del día anterior, los que comentamos en la previa o en algún tiempo muerto, nada más. Sí que hay audiencias, pero ya hace años que ni creo mucho ni miro mucho las audiencias, especialmente en la tv de pago. Me fío más del feed back de la gente en la calle o en las redes sociales. Desde que empezamos con las retransmisiones nocturnas de la NBA, hace veintidós años, observé que en España se duerme poco y efectivamente, hay mucha más gente despierta viendo NBA de lo que pueda parecer.
- Da la sensación de que conectan mejor con el público joven que la mayoría del periodismo deportivo hegemónico. ¿Qué nota diferente entre el consumidor de deportes que creció en la ilusión de la clase media y el nuevo precarizado y digitalizado?
. Éste sí que me resulta un fenómeno difícil para profundizar en él, porque además no era buscado. Y es complicado de desentrañar ya que considero que hoy en día hay más diferencias generacionales que cuando yo tenía 15 o 25 años. Me parece inaudito que algo protagonizado por gente de la edad de Guille o de mi edad pueda atraer con fervor a niños, adolescentes y "millenials". No es habitual y no sé explicarlo.
El consumidor del periodismo deportivo ha cambiado, por supuesto. El más antiguo es menos inquieto, menos ambicioso, pero por su experiencia, seguro que distingue mejor las diferencias entre el buen periodismo y el malo. El nuevo consumidor, por desgracia, se ha criado sin conocer más ejemplos que los de una comunicación deportiva muy depauperada y desvirtuada. Hay zonas de terreno ya irrecuperables, que han perdido toda suerte de fertilidad.
- Si le tocara empezar ahora su andadura como periodista precario, ¿qué es lo que haría para poder vivir de ello?
Mira, yo no tengo hijos. Pero si tuviera, trataría de disuadirlos para que no acabaran siendo periodistas. Mi ejemplo es una excepción, por suerte, oportunidad, confluencia astral o lo que sea, por lo tanto sería egoísta por mi parte pintar a todo un sector en función de cómo me haya ido a mí. Hay que mirar fuera, tener conciencia general. Imagino que un 90% de los periodistas que comienzan ahora en la profesión lo hacen en situación precaria y por lo que sé, veo o me cuentan, en los medios no hay procedimientos establecidos o estructuras para superar esa precariedad con la continuidad.
- Cada vez tienen más poderes las casas de apuestas en el deporte y ejercen una presión sobre muchos periodistas que las acaban anunciando fomentando la ludopatía. ¿No cree que se necesita en el oficio más unión de los trabajadores por sus derechos y no caer en esta red nociva?
. El asunto de la expansión de las apuestas en la sociedad y en los medios deportivos es sobre todo una cuestión política y administrativa. El Estado debe ser responsable de los controles pertinentes, establecer marcos legales, etc... En función de las inquietudes de cada gobierno o de las mayorías parlamentarias habrá más o menos preocupación en proteger a los más jóvenes de los peligros sociales que les acechan en su formación, y que van cambiando a lo largo del tiempo. Hace poco compartí en rrss un magnífico artículo de El País sobre cómo se habían depurado en Islandia las amenazas del consumo de alcohol y las drogas entre los adolescentes. La clave es que los medios de comunicación encuentran muchos problemas de rentabilidad hoy en día, después de la crisis, con el descenso vertiginoso del consumo de la prensa en papel y la falta de un modelo de negocio en la prensa online. Y el mundo de las apuestas les representa actualmente una fuente importante de ingresos.
- ¿Hacia dónde va el periodismo deportivo si es que todavía exite? ¿Qué le parecen programas-espectáculo como El Chiringuito?
Yo no sé hacia dónde va el periodismo deportivo ya, estoy muy perdido. No sé dónde está. Los programas deportivos como el que me citas, a estas alturas, no me interesan. Ni como espectador ni como participante. El poco tiempo libre que me queda trato de dedicarlo a saciar mis inquietudes. Estos programas dan trabajo a algunos periodistas, quizás por desgracia cada vez a menos. Tengo buenos amigos involucrados, yo mismo he participado en el pasado en algunos programas así. Me aburrí de participar, imagínate como espectador. Volvemos a lo de la búsqueda de contenidos para la vida de cada uno: yo quiero aportes que me sorprendan o me enriquezcan y en esos programas no los encuentro. Alguna vez que he expuesto esto recientemente me han dicho: "Y si te hiciera falta para comer, ¿irías?" Pues seguro, claro. No quieras saber lo que haría para poder comer.