El medio ambiente, otra víctima del hurac?n María en PR
CAGUAS, Puerto Rico (AP) Aguas residuales están desembocando en ríos y embalses de Puerto Rico tras el paso del huracán María, que inutilizó numerosas plantas de tratamiento de aguas sucias. La gente sin agua corriente se baña y lava su ropa en riachuelos contaminados y algunos isleños han tomado agua de pozos clausurados.
Casi un mes después del paso del huracán, Puerto Rico apenas empieza a comprender la magnitud de la emergencia en torno al medio ambiente, para la cual no hay soluciones claras a la vista.
Creo que este es el desafío más grande que ha encarado nuestro país en relación con el medio ambiente, expresó Judith Enck, quien fue administrador de la Agencia de Protección Ambiental (conocida por sus siglas en inglés, EPA) de Estados Unidos en una región que incluyó a Puerto Rico bajo el gobierno de Barack Obama.
Cientos de miles de personas todavía no tienen agua corriente y 20 de las 51 plantas de tratamiento de aguas negras no funcionan, lo que genera inquietud por la posibilidad de contaminación y enfermedades.
La gente en Estados Unidos no puede comprender la magnitud de lo que hace falta, expresó Drew Koslow, ecólogo de la organización sin fines de lucro Ridge to Reefs, que hace poco pasó una semana en Puerto Rico trabajando en un sistema de tratamiento de aguas portátil.
Funcionarios de la EPA dijeron que hasta la semana pasada no habían podido inspeccionar cinco de los 18 sitios abarcados por un programa llamado Superfund, que incluye sitios tóxicos altamente contaminados a ser limpiados por los riesgos que plantean a la salud y el medio ambiente, incluido un antiguo sitio de prácticas de bombardeos en la isla de Vieques.
Quisiera tener más recursos para hacerle frente a todo esto, dijo Catherine McCaby, subdirectora regional de la EPA.
Puerto Rico tiene una larga historia de contaminación industrial y los problemas del medio ambiente se ven agravados por la desatención de estos temas en el marco de una crisis económica que ya lleva diez años. Una docena de vertederos llenos permanecen abiertos a pesar de que la EPA ordenó su cierre porque las autoridades municipales dicen que no tienen dinero para clausurarlos.
Numerosas viviendas fueron dañadas o destruidas, el tendido eléctrico fue diezmado y el tráfico es un caos. En este contexto, al personal de la EPA basado en la isla le cuesta informar lo que sucede de inmediato.
Doce días después de la llegada de María el 20 de septiembre, la EPA dijo que tenía 45 personas en Puerto Rico. El domingo había 85 y Enck dijo que necesitaba más personal.
Menos del 20% de la red eléctrica de la isla está funcionando y, si bien se trajeron cientos de enormes generadores, hay numerosas plantas de tratamiento de aguas residuales que siguen sin funcionar y que pueden contaminar fuentes de agua potable.
Una de las plantas de tratamiento más grandes de Puerto Rico alimenta un río que desemboca en el lago Carraizo, un embalse que suministra agua potable a la mitad de la zona metropolitana de San Juan. Varias de las estaciones de bombeo de la isla siguen fuera de servicio debido a la escasez de diésel para los generadores, lo que implica que las aguas negras van a parar al lago.
No nos acercamos allí, aseguró Edwin Félix, de 46 años, señalando hacia un río de aguas medio marrón, medio verdosas, que pasa cerca de su casa.
Esto aumenta la carga de las plantas de filtración que representan el último paso en el tratamiento de las aguas que llegan a la capital.
Las autoridades afirman que el 72% de la población ya tiene agua corriente que se puede beber, aunque el departamento de salud insiste en que es mejor hervirla o desinfectarla.
En la ciudad de Juncos, personal de la EPA advirtió el jueves pasado a la gente que nadaba en un río junto a un pozo desbordado que estaba contaminado con aguas residuales porque la estación de bombeo no estaba funcionando, de acuerdo con Jaime Geliga, jefe de programa de aguas municipales de la zona.
Es la única agua que reciben, señaló.
Las propias autoridades de la isla distribuyeron agua de algunos pozos de Dorado, según el gobernador Ricardo Roselló, quien aseguró que las aguas han sido tratadas y cumplen con todos los requisitos federales.
Pero la EPA dijo el domingo que algunas personas habían ignorado vallas y carteles y habían sacado agua de otros pozos más peligrosos de Dorado, que fue incorporado al programa Superfund debido a los altos niveles de sustancias químicas de industrias.
La agencia instaló nuevas vallas durante el fin de semana y dijo que había tomado muestras de esos pozos, aunque los resultados de los análisis todavía no están disponibles.
Se exhorta a los isleños a que no beban agua o toquen aguas de lagos y ríos, sobre todo después de un brote de lo que se sospecha es leptospirosis, una bacteria propagada por la orina de los animales.
La EPA dijo que planea asignar más personal esta semana a inspeccionar unas 250 fuentes de agua que sirven comunidades remotas y que generalmente están en malas condiciones.
En Guayama, ciudad de la costa sur, mientras tanto, los residentes han estado protestando porque se tiró una montaña de cenizas de carbón en los terrenos de una planta eléctrica. La pila parece intacta tras el paso del huracán, pero muchos temen que los vientos e inundaciones hayan esparcido cenizas mezcladas con metales en los barrios vecinos.
Benjamín Planes Lugo, de 70 años, perdió el techo de la casa que construyó con lo que pudo ahorrar trabajando en una gasolinera de Nueva York, pero sostuvo que lo que más le preocupa es la ceniza, que ya consideraba responsable de sus problemas respiratorios. La EPA dijo el domingo que había visitado el lugar y que esperaba los resultados de los análisis.
Estamos muy preocupados, dio Planes Lugo.
Enck, la ex administradora de EPA, que supervisó las tareas de limpieza tras el paso de la tormenta Sandy por Nueva York y Nueva Jersey, dijo que sus sucesores deberían asignar gente de todo el país para que resuelva los problemas de Puerto Rico.
Deben inspeccionar todos los vertederos, manifestó. EPA tiene que ir y ver cuánto material fue esparcido por otros sitios, porque, inevitablemente, eso sucedió.