Yuli Gurriel, la otra máquina de bateo de los Astros
NUEVA YORK (AP) Yuli Gurriel aún se deleitaba con su primer festejo de postemporada en las Grandes Ligas cuando Carlos Correa exclamó al verle: "aquí está la máquina que batea y vino de Cuba".
Correa no exageraba sobre su compañero de los Astros, luego de despachar en cuatro partidos a los Medias Rojas de Boston en la serie divisional de la Liga Americana. El primera base de Houston fue un torbellino ofensivo, al conectar nueve hits en 17 turnos.
Y así fue durante el curso de la temporada regular del "novato" de 33 años, opacado por las proezas de las figuras estelares de los Astros, como José Altuve, George Springer y el propio Correa. Quizás sea más reconocido por sus estrafalarios peinados (¿eso se parece a una piña o es un personaje de dibujos animados?).
Durante 2017, su primera campaña completa en las mayores tras abandonar Cuba en febrero de 2016, Gurriel alcanzó el promedio de .300 en todos los seis meses del curso, con la salvedad de mayo.
Pero hay un par de elementos sobre el rendimiento del toletero que reflejan el poderío ofensivo de los Astros: es el séptimo al bate, y todos se ponchan muy poco.
El primero resalta la profundidad y versatilidad del equipo, que del primero al noveno turno, no hay un solo out fácil para los pitchers adversarios.
Lo segundo confirma el giro de filosofía en el conjunto más productivo de las mayores, y que está a la espera de un rival en la serie de campeonato de su circuito.
Gurriel se ponchó apenas 62 veces en 564 apariciones al plato, para quedar con el quinto porcentaje de ponches más bajo en todo el béisbol (11%). Llamativamente, registró esa cifra pese a que solo vio un promedio de 3.42 pitcheos por aparición, la cuenta más baja en las mayores.
Este año, según Elias Sports Bureau, Houston se convirtió en el séptimo equipo en la historia que tuvo el porcentaje de slugging (.478) más alto y la menor cantidad de ponches (1.087). Apenas dos clubes lo lograron desde 1911, los Yanquis de Nueva York de 1948 y los Indios de Cleveland de 1995.
Y por muy poco se perdieron en quedar como el segundo equipo en la historia en cerrar una temporada con la menor cantidad de ponches de sus bateadores y la mayor cantidad propinada por sus pitchers, algo conseguido por los Gigantes de Nueva York en 1911.
Se trata de un giro de 180 grados dado en muy corto periodo de tiempo, ya que entre 2012-2016 estuvieron siempre entre los cuatro equipos con más ponches recibidos.
Tampoco es que el no poncharse sea una consigna a rajatabla.
Así lo explicó recientemente Altuve: "No es que yo esté en contra del ponche", dijo el venezolano que viene de conquistar su tercer título de bateo e hilvanar una cuarta temporada de 200 hits. "No estoy a favor de ir batear buscando evitar el ponche. Eso no es el plan adecuado. Yo creo que lo correcto es poner la bola en juego".
Contacto. Esa ha sido el mantra enfatizado por el gerente de los Astros Jeff Luhnow, el manager A. J. Hinch y el coach de bateo Dave Hudgens
Jugadores como Springer, Alex Bregman y el utility venezolano Marwin González redujeron su porcentaje de ponches en 2017.
Y se entiende el por qué los Astros tomaron la iniciativa de adquirir a Gurriel tras irse de Cuba junto con su hermano Lourdes al cabo de una Serie del Caribe en la República Dominicana. El costo fue un contrato de algo más de 47 millones de dólares garantizados por cinco años.
Veterano en competencias internacionales con Cuba, desde los Juegos Olímpicos hasta el Clásico Mundial, Gurriel llegó revestido por un cúmulo de experiencia que le preparó para integrarse rápidamente a la rutina de las mayores. Después de todo, su padre Lourdes es una leyenda de la pelota cubana, como pelotero y manager de la selección.
"Ha sido un súper estrella internacional durante toda su vida", afirmó Hinch. "Este nivel no le intimida. Creo que el calendario, los rigores de los viajes y el trajín diario de nuestro deporte es a lo que debió adaptarse".
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