Los problemas asedian al programa espacial ruso
MOSC (AP) Seis décadas después del lanzamiento del Sputnik, una versión refinada del cohete que puso en órbita al primer satélite artificial sigue siendo una pieza clave del programa espacial ruso, un gran homenaje al poderío tecnológico del país pero también un indicio de que no ha logrado avanzar sobre sus logros pasados.
Y a diferencia de la Guerra Fría, cuando el espacio era un importante aspecto de la rivalidad entre Estados Unidos y la Unión Soviética, la investigación espacial no parece estar ahora entre las prioridades del Kremlin.
La lanzadera Soyuz, que ahora es el único vehículo que lleva tripulación a la Estación Espacial Internacional, es una modificación del cohete R-7 que puso en órbita el Sputnik el 4 de octubre de 1957.
Al igual que el Proton, un cohete para llevar cargas pesadas desarrollado en la década de 1960, la Soyuz se labró una brillante reputación por su fiabilidad, pero su historial se ha empañado por una serie de lanzamientos fallidos en los últimos años que han dejado en tela de juicio la capacidad de la industria espacial rusa para mantener su calidad de manufactura.
La agencia espacial rusa, Roscosmos, devolvió a la fábrica más de 70 motores de cohetes para reemplazar componentes fallidos tras identificar problemas en los vehículos Proton y Soyuz en 2016. Eso provocó un receso de un año en los lanzamientos de Proton y erosionó el nicho de mercado ruso en el lanzamiento de satélites comerciales. Por primera vez, Rusia quedó el año pasado por detrás de Estados Unidos y China en número de lanzamientos.
Los clientes buscan cada vez más opciones nuevas, más eficientes y asequibles, como el Falcon 9 construido por Space X, que fue pionera en la reducción de costes al hacer reutilizables sus cohetes.
Las autoridades rusas reconocieron el desafío que plantean esa y otras empresas, pero han dado pocos detalles de cómo espera el país recuperar su posición en el mercado global. El único plan a corto plazo parece ser una versión menos potente de las lanzaderas Proton para reducir costes.
En una llamativa admisión de los problemas que sufre el programa espacial ruso, el jefe de Roscosmos, Igor Komarov, admitió esta semana que la fábrica de Voronezh utilizó aleaciones de mala calidad por un fallo logístico ocurrido después de que enfermara un trabajador del almacén.
Además, la empresa Khrunichev que fabrica el Proton está implicada en pesquisas penales y la incertidumbre envuelve a los planes de desarrollar el Angara, un nuevo cohete para reemplazar a la Soyuz y la Proton, y la cápsula tripulada Federatsiya.
Rusia también ha tenido problemas para construir su módulo científico para la Estación Espacial Internacional. El lanzamiento del módulo Nauka, o Ciencia se ha aplazado varias veces, y aunque en principio está programado para 2018, algunos reportes indican que podría retrasarse más.
En medio de problemas de financiamiento, Roscosmos tomó la polémica decisión de reducir de tres a dos su tripulación en la EEI. Y algunos han criticado a la agencia por recortar en personal mientras hace enormes inversiones en Vostochny, una nueva base lanzamiento en el remoto este del país que sustituiría al cosmódromo de Baikonur en Kazajistán, que Moscú arrienda a su vecino exsoviético.
El excosmonauta Maxim Surayev, que ahora es legislador, lamentó las condiciones en las que viven las futuras tripulaciones espaciales en el centro de formación Star City a las afueras de Moscú.
Está mal que en lugar de cumplir su tarea de prepararse para el vuelo espacial tengan que buscar un segundo empleo y un lugar donde vivir, dijo Surayev en el Parlamento.