Respuesta policial fomenta ánimos separatistas en Cataluña
BARCELONA (AP) Para Elisa Aroca, el domingo marcó el día en el que España perdió la batalla por incorporar al país a los 7,5 millones de habitantes de Cataluña.
La maestra de 40 años de edad iba a votar en contra de la independencia pues quería defender la nacionalidad española. Pero cuando un escuadrón de policías antimotines avanzó violentamente, empujándola a ella y a otros votantes y rompiendo la entrada de vidrio de la Escuela Estel en el centro de Barcelona a fin de confiscar las urnas electorales, sintió que una barrera se había roto.
"Me sentí tan enojada, tan lastimada, y pensé, '¿un país que me golpea quiere que yo me quede en él? ¿No me escuchas y encima me golpeas? Para mí eso es un abuso", dijo la mujer al día siguiente.
Ese sentido de indignación corrió por toda la próspera región en el nororiente de España, una de 17 regiones autónomas del país, el día en que la policía derribó a filas de votantes y manifestantes pacíficos en los centros de votación.
La rabia se fue intensificando a medida que los videos tomados con teléfonos celulares proliferaron por las redes sociales, mostrando a los policías empujando a la gente, arrastrándola por el cabello y pegándoles con palos. Cientos de civiles y policías resultaron heridos. El gobierno español, actuando bajo órdenes de un juez de frustrar el referéndum, defendió su respuesta calificándola de profesional y proporcional.
Las desagradables imágenes bien podrían afianzar la idea, compartida por muchos catalanes, de que Cataluña sufre de una discriminación crónica por parte del gobierno central a pesar de ser un motor económico para el sur de Europa _genera una quinta parte de la economía española valorada en 1,1 billones de euros_ y a pesar de gozar de un nivel elevado de autonomía.
Funcionarios catalanes dicen que el 90% de las 2,3 millones de personas que votaron el domingo lo hicieron a favor de la independencia. Pero la concurrencia a las urnas fue de menos de la mitad, y la consulta fue boicoteada por los partidos políticos nacionales que la consideraron ilegal y carente de garantías básicas.
Según las más recientes encuestas y elecciones regionales, los catalanes están divididos en partes iguales en cuanto al tema de la independencia, pero habrá que ver cuánta gente está como Aroca, dispuesta a cambiar de opinión tras los sucesos de la semana pasada.
"Estaba llorando de rabia, dijo la mujer. "Ahora sí que iba a votar, no importa qué. Ni tuve que hablarlo con mi esposo, nos vimos a los ojos y supimos que teníamos que votar, y que teníamos que votar por la independencia.
Nacida de padres de otras partes de España, Aroca, madre de dos niñas, sigue favoreciendo una identidad dual tanto española como catalana. Pero afirma que la crisis política causada por la falta de diálogo entre el presidente del gobierno Mariano Rajoy y el líder regional catalán Carles Puigdemont le ha obligado a tomar partido.
"Se han roto todos los lazos. No por el referéndum sino por la policía", dijo Aroca.