Poeta estadounidense John Ashbery muere a los 90 años
Fallece John Ashbery, que elevó la poesía estadounidense a alturas extraordinarias y desconcertantes; tenía 90 años
John Ashbery, un genio enigmático de la poesía moderna cuya energía y dominio atrevido e ilimitado del lenguaje elevó la poesía estadounidense a alturas extraordinarias y desconcertantes, falleció el domingo. Tenía 90 años.
Ashbery, ganador del Premio Pulitzer y señalado a menudo como candidato al Nobel, falleció en su casa en Hudson, Nueva York. Ashbery murió de causas naturales, dijo su esposo, David Kermani.
Pocos poetas son ensalzados en vida. Ashbery fue el primer poeta vivo al que la Biblioteca de Estados Unidos publicó un volumen dedicado exclusivamente a su obra.
Su colección de poemas de 1975, Self-Portrait in a Convex Mirror (Autorretrato en un espejo convexo), ganó de manera extraordinaria la triple corona como podría decirse informalmente: el Premio Pulitzer, el Premio Nacional del Libro y el galardón del Círculo Nacional de Críticos de Libros.
En 2011, Ashbery fue distinguido con la Medalla Nacional de Humanidades y se le acredita haber cambiado la manera como leemos la poesía.
De la generación que incluyó a Richard Wilbur, W.S. Merwin y Adrienne Rich, Ashbery sobresalió por su audacia y sus juegos de palabras, por sus variaciones modernistas entre una oratoria elevada y el parloteo cotidiano, por su humor, su sensatez y deslumbrantes descargas de alusiones e impresiones sensoriales.
Ninguna figura ha tenido tanto peso en la poesía estadounidense en los últimos 50 años como John Ashbery, escribió el experto Langdon Hammer en 2008 en The New York Times.
Las frases de Ashbery parecen siempre recién acuñadas; en sus poemas resaltan la sorpresa verbal y la exquisitez, no siempre en la forma como los patrones lingüísticos nos restringen, agregó.
Pero para adorar a Ashbery hay que entenderlo, o al menos dejarse atrapar por algunos estribillos, sin preocuparse del significado.
En la revista especializada Slate, el crítico y poeta Meghan ORourke recomienda a los lectores que no intenten entender los poemas, sino que intenten disfrutar su estructuración, como cuando uno escucha música.