Tatuajes motivan a pacientes bolivianos con vitíligo
En Bolivia las personas con vitíligo ven en los tatuajes una opci?n para disimular su enfermedad
Irene Flores no disimula su emoción frente al espejo. A pesar de la hinchazón que ha dejado el paso de una aguja en su rostro, la mancha blanquecina de vitíligo que cubría su piel se ha desvanecido bajo un tatuaje cuya tinta emula el color de su tez.
En un país como Bolivia, donde la mayoría de la gente es de tez morena, las personas con vitíligo ven en los tatuajes una opción para disimular su enfermedad.
No me he sentido mejor en 20 años, aseguró esta mujer de 40 años y madre de cinco hijos la primera vez que se sometió a la aguja del tatuador Enrique Castro hace más de un mes.
La piel no siempre se transforma de manera permanente tras una sola aplicación, pero Irene se muestra optimista a pesar de que la pintura debe retocarse. Ahorita está súper (bien)... Después se va pelando como la papa, pero estoy conforme, dijo Irene, quien ha tenido que volver en tres ocasiones.
Antes de darle una oportunidad a la máquina de Castro, su padecimiento desteñía un área de su piel morena desde la frente hasta la comisura de los labios en la parte derecha de su cara. Hoy, en cambio, esa zona que antes carecía de pigmento ha adquirido un tono rosado oscuro, que según Castro poco a poco se igualará al resto de su piel.
Los retoques dependen del tamaño de la mancha y la ubicación. En las manos, por ejemplo, suelen requerirse más sesiones, pues la piel es más gruesa.
Irene pasó años camuflando la enfermedad que arrastra desde su adolescencia con maquillaje y cremas recetadas por dermatólogos, pero el calor de la panadería en la que trabaja como cajera derretía la pintura y los tratamientos no surtían efecto. Por eso, alentada por su hijo adolescente, decidió darle una oportunidad a los tatuajes.
A simple vista, su mancha de vitíligo se nota poco. Desde que inició el tratamiento no ha dejado de usar sombrero para protegerse del sol y ha hecho una pausa en su trabajo de la panadería en los suburbios de La Paz para ayudar al proceso.
En cada retoque dice sentir nervios. Acostada en una camilla, agarra con fuerza su cartera para controlar su temor mientras la aguja perfora la dermis y esparce el pigmento. Castro limpia la sangre mezclada con pintura y aplica vaselina para cerrar los poros mientras una melodía de reggae amortigua el ruido de su máquina sobre la piel de Irene.
Como ella, Carina Borda ha pasado años tratando de ocultar la decoloración en su piel. Incluso en los días calurosos se aferra a su chal porque le cubre las manchas en la parte superior del pecho y la base del cuello. Es otra de las mujeres que ha confiado en la técnica de Castro y se muestra optimista tras la primera sesión.
El tatuaje no es lo ideal pero es mejor que el maquillaje. Es como la última alternativa; por eso me decidí, dijo esta universitaria de 25 años.
Quien padece vitíligo no sólo sufre la enfermedad en la piel, sino también en su autoestima. Las manchas se perciben como cicatrices y por la manera en la que la gente los mira al pasar junto a ellos en la calle pareciera un padecimiento contagioso, aseguran personas que padecen el mal.
La gente se aparta de a poco cuando te ven, dijo Irene.
Piensan que es contagioso y eso te lastima, acotó Carina.
El vitíligo puede afectar diversas áreas corporales y se manifiesta cuando el cuerpo ataca y destruye los melanocitos, las células que producen el color de la piel. Las causas van desde la condición hereditaria hasta el estrés y no se conoce una cura definitiva.
En Bolivia no hay cifras oficiales sobre la enfermedad, pero está entre las diez causas de consulta más frecuente por dermatosis, dijo la dermatóloga Ninosthka Guillén, quien tiene un consultorio privado en La Paz.
Para ella, el tatuaje no es una solución adecuada: al ser una micropunción que utiliza tintes, puede provocar cicatriz queloide si no es aplicada con el asesoramiento de un experto. Por eso prefiere el maquillaje y las cremas, que si bien no ofrecen una solución permanente, pueden disminuir la apariencia de las manchas.
El tatuador de Irene y Carina piensa diferente y asegura haber logrado resultados satisfactorios. Al final se logra un resultado entre el 80% y 90%. Nada es perfecto, explicó.
Enrique Castro importa sus pinturas desde Brasil y a simple vista el pigmento es del color de la piel. Trabaja en una sala pequeña bien iluminada, de amplios espejos en cuyas paredes cuelgan afiches de jugadores de fútbol con enormes tatuajes en el brazo, todos hechos por Castro.
Hace 20 años que se inició en el oficio y dice que su pasión por el tatuaje nació con el dibujo en la escuela. En algún tiempo estudió arquitectura y luego optó por diseño gráfico.
Todo eso me ha servido, dijo. La clave es crear el tono adecuado a cada piel. Después debes inyectar ese pigmento como si fuera una sombra entre la dermis y la epidermis. Puede tomar más de una sesión dependiendo del tamaño de la mancha, agregó el boliviano de 37 años.
El chirrido de la aguja no lo desconcentra. Aprendió la técnica de hacer tatuajes para vitíligo en Perú hace cinco años y desde entonces dice que ha tatuado a más de 300 personas. Cada vez más gente se anima. Hay días que atiendo hasta dos personas.
Desde su estudio Dragon Team Tatoo, no ofrece un tratamiento médico que ayude a detener la enfermedad, sino la promesa de camuflar las manchas para transformar la apariencia de la piel.