Gira de Trump: Escenas convencionales y diálogo inusual
En su primera gira al extranjero, Trump no habla como un presidente estadounidense convencional.
Mientras recorría de prisa Medio Oriente y Europa, Donald Trump se veía como un presidente estadounidense convencional en el extranjero. Colocó solemnemente una corona en el monumento del Holocausto en Jerusalén, se reunió con el papa en el Vaticano y se ubicó en el centro del escenario junto a aliados de Occidente en las cumbres anuales que dominan el calendario diplomático.
Pero al momento de hablar, Trump parecía todo excepto un presidente típico de Estados Unidos.
En su primera gira en el extranjero, el nuevo mandatario no intentó promover públicamente la democracia y el respeto a los derechos humanos en Arabia Saudí, y en vez de eso aclaró que no estaba ahí para dar sermones. En Israel y Cisjordania, notablemente no refrendó el apoyo estadounidense de larga data a una solución de dos Estados para el intrincado proceso de paz. Y en el corazón de Europa, Trump reprendió a los aliados de la OTAN por sus compromisos económicos y no respaldó expresamente la doctrina de defensa de "uno para todos y todos para uno" que ha sido el pilar de la seguridad transatlántica por décadas.
Para la Casa Blanca, el primer viaje de Trump al extranjero fue una materialización de las promesas que hizo como candidato de darle prioridad a los intereses de Estados Unidos e ir más allá de los límites que por mucho tiempo han definido la política exterior estadounidense. Los asesores del mandatario han descrito repetidamente el viaje como histórico y pionero, entre ellos un funcionario de alto rango que de manera impetuosa dijo sin presentar evidencia que Trump había "unido a todo el mundo musulmán".
Al dirigirse a las tropas estadounidenses el sábado en una base aérea en Sicilia poco antes de partir a Washington, el mismo Trump declaró que "pienso que pegamos un jonrón".
Trump abordó el avión presidencial sin haber ofrecido una sola conferencia de prensa durante la gira, una ruptura con un precedente presidencial, lo cual le permitió evitar preguntas difíciles sobre su política exterior o las intensas polémicas que involucran las pesquisas al posible vínculo de su campaña con Rusia.
En su lugar, la Casa Blanca esperaba que las imágenes de Trump en escenarios de hombre de Estado narraran la historia de su primera gira al extranjero, y quizá aplacaran las interrogantes sobre la preparación con que cuenta para el delicado mundo de la diplomacia internacional.
No obstante, con seguridad esas dudas persistirán, en especial dado el sorprendente regaño que Trump les dio a los aliados de la alianza atlántica en Bruselas. De pie junto a sus homólogos, el presidente acusó inesperadamente a los países que no cumplieron con la meta de la OTAN de aplicar 2% de su producto interno bruto a gastos militares de vivir a costa de los contribuyentes estadounidenses.
Eso causó que algunos aliados, de antemano nerviosos ante el alarde de poder de Rusia y el afecto que Trump muestra públicamente hacia el presidente ruso Vladimir Putin, terminaran aún más desconcertados cuando el mandatario estadounidense concluyó sus declaraciones sin ofrecer un comentario explícito de apoyo al Artículo 5, la cláusula de defensa común que sostiene la alianza militar de 68 años.
"El talante del Artículo 5, la idea de que todos estamos juntos en esto, no es el talante que él transmite", dijo Jon Alterman, un vicepresidente del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales en Washington. "El estado anímico que él transmitió es que ustedes son una bola de aprovechados".
Algunos líderes europeos creen que Trump aún puede ser persuadido para que se aleje de sus polémicas posturas de campaña. En la cumbre del Grupo de los 7 en el poblado costero de Taormina, los líderes lanzaron una agresiva campaña tras bambalinas a fin de obligarlo a permanecer en el Acuerdo de París contra el cambio climático.
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Julie Pace está en Twitter como http://twitter.com/jpaceDC y Jonathan Lemire como http://twitter.com/jonlemire