Francia a la avant-garde
Emmanuel Macron ha asumido y Francia demarca los caminos, otra vez.
La nación europea no ha cedido ni un centímetro ante el miedo, no ha dado pie a la cobardía ni al autoritarismo como reacciones a la incertidumbre. Así como los ingleses y estadounidenses han escogido regímenes estrictos que promueven el proteccionismo y aislamiento, el pueblo francés, por su parte, se ha pronunciado a favor de una solución alternativa que va en contra de cerrar y atrincherar los hogares, a favor de una evolución de los esquemas sociales y no en pro de una involución de los mismos estatutos.
Bien lo sabe el escritor Michel Houellebecq (como bien lo avizora en su novela "Sumisión"): Francia es siempre (o la mayor parte del tiempo) el primer país del viejo continente en izar bandera cuando se trata de promover nuevas estructuras de relación con los individuos de la nación, sean quienes sean y provengan de donde provengan, asimismo con otros Estados, tanto de Europa como de oriente próximo y África. En la novela, un gobierno Islámico es posible en Francia, y las consecuencias de tal no son nefastas ni mucho menos, más bien plantean una alternativa progresista y liberadora al orden desgastado de occidente, una alternativa que, y para la sorpresa de su protagonista, resulta refrescante y hasta esperanzadora, mucho menos apabullante que seguir en el ritmo de los días muertos del sistema actual.
Emmanuel Macron era socialista, pero dio un paso más allá, un paso que no es ni a la izquierda ni a la derecha, es más bien un escalón en ascenso que promete algo de lo anterior y que es una señal en una dirección completamente diferente.
Por más que se intente mantener la casa en orden, por más que se amurallen las fronteras y se carguen de municiones los bolsillos de nuestros hijos, la fuerza del devenir de la historia es incontrolable y no queda más que aprovechar las oportunidades que esta situación plantea.
Si se mira desde dentro, lo de fuera siempre parece distante y accidentado, una posible amenaza. La virtud de los pueblos adelantados radica en observar con exhaustivo querer la relación entre lo externo y lo propio, y en esto no hay nadie que adelante al pueblo de Francia.
Los franceses saben muy bien lo que es El Terror, lo que significa esa palabra (¿ese estado?) que se cierne como una bestia proveniente desde la incertidumbre, desde la sombra tras los poderes fácticos. De todas formas, nunca ha dejado que les gane, que les cierre las fronteras y el pensamiento, y menos que los haga retroceder de su posición de avant-garde a la que están acostumbrados, en la que se posicionan cada vez que los tiempos lo requieren.