Activista asesinada en el norte México se sentía insegura
Un video muestra a Miriam Rodríguez, la activista asesinada esta semana en el norte de México denunciar que las autoridades no le dieron la seguridad prometida
Miriam Rodríguez, la activista que buscaba desaparecidos en el norte de México y fue asesinada el miércoles en su casa de San Fernando, en el fronterizo estado de Tamaulipas, había transmitido al gobierno estatal su miedo a que alguien pudiera atacarla y denunció que la protección que supuestamente le habían puesto no era eficaz.
En un video difundido en redes sociales el viernes, y que recoge un encuentro de activistas y autoridades estatales en Ciudad Victoria el 18 de abril, Rodríguez se queja de la inseguridad en la que vivía desde que dos supuestos involucrados en la desaparición y homicidio de su hija se habían fugado de una cárcel el 22 de marzo.
Uno fue recapturado, pero uno sigue libre. A raíz de eso pedí seguridad en lo que este reo fuera recapturado y hasta la fecha no ha sucedido, dijo Rodríguez.
Tres semanas después, en el día de las madres en México, fue asesinada a balazos.
La mujer era una conocida activista que durante años buscó a su hija desaparecida, Karen Alejandra. Gracias a su esfuerzo y con sus propios medios dio con el cuerpo de la menor en una fosa clandestina de la localidad de San Fernando y meses después indicó a las autoridades quiénes eran los culpables de su asesinato, que acabaron en la cárcel.
Rodríguez fue una de las personas que impulsó la creación de la Comunidad Ciudadana en Búsqueda de Desaparecidos, un colectivo en el que siguió trabajando aún después de localizar a su hija.
En el video, la mujer denuncia que aunque pidió seguridad y supuestamente se la concedieron, ésta no fue eficaz, ya que cuando intentó llamar al policía que debía protegerla una madrugada no tuvo éxito. Le hablé como 30 veces y no me contestó, dijo. Pues, ¿qué seguridad?.
También denunció en aquel momento que, desde la fuga de los presos, mantenía su negocio cerrado por miedo y que lo que quería no era un guardaespaldas sino un botón de pánico.
Un día después del homicidio, la fiscalía de Tamaulipas condenó el ataque y dijo que no quedaría impune pero solo se refirió a un reo fugado, el que fue recapturado, y no a dos, como decía Rodríguez. También indicó que la activista había contado con la protección de patrullas de policía que hacían rondines tres veces al día en su domicilio.
El 26 de abril en Alamo, Texas, en el último acto público en el que participó una manifestación en el marco de la Caravana contra el Miedo que recorrió el sur de Estados Unidos, la activista denunció que el mayor cáncer social de México es la delincuencia, un mal que ha fracturado familias y ha hecho desaparecer a muchos aunque gente como ella ha superado el miedo para ir a buscarlos.
Diversas organizaciones, entre ellas la oficina en México del Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos, hicieron un llamamiento a las autoridades para que este asesinato no quede impune y se garantice la seguridad de otras personas en circunstancias similares.
Tamaulipas, en la frontera noreste de México, es uno de los lugares con mayor violencia vinculada al crimen organizado y muchas autoridades han sido cómplices de la delincuencia. Además es uno de los estados con mayor número de desaparecidos de México, donde el miedo ha silenciado a la prensa y ha minimizado las acciones de la sociedad civil.