Manifestaciones complican inicio de presidencia de Trump
Beligerante como de costumbre, Donald Trump minimiza las encuestas que muestran bajos índices de aprobación a su labor y las calificó de "noticias falsas"
Beligerante como de costumbre, Donald Trump minimizó el lunes las encuestas que muestran bajos índices de aprobación a su labor y las calificó como "noticias falsas".
Pero al margen de la opinión del mandatario, la oposición a su presidencia parece estar ampliándose.
Sea en las salas de juntas de las corporaciones o en los pasillos del Congreso, Trump está enfrentando intentos sin precedentes para perturbar incluso la más básica de sus funciones presidenciales.
Es un esfuerzo emprendido en su mayoría por ciudadanos comunes que tiene como fin seguir a Trump y a sus partidarios a dondequiera que vayan, y existen indicios de que está teniendo un impacto.
El simple nombre de Trump es suficiente para desencadenar indignación. Existen planes para una protesta masiva en la que se muestre el trasero en la Torre Trump de Chicago. Hay boicots a compañías que venden la línea de ropa de Ivanka Trump o que se anuncian en el programa "Celebrity Apprentice", de la cadena NBC, donde Trump sigue siendo un productor ejecutivo.
Las oficinas del Congreso están siendo inundadas con correos electrónicos, mensajes de redes sociales y llamadas telefónicas que han colapsado las líneas. Cientos de manifestantes están acudiendo en masa a edificios del ayuntamiento y oficinas locales de Congreso, en algunos casos en distritos fuertemente republicanos, para manifestar su oposición a los seleccionados por Trump para el gabinete, a sus planes sobre el sistema de salud y a las restricciones a refugiados.
El objetivo, dicen los organizadores de algunas de las acciones, es la resistencia. Es una estrategia que los demócratas dicen que aprendieron del éxito del movimiento Tea Party, el cual obstaculizó la agenda del presidente Barack Obama a través de protestas, campañas de acción política puerta por puerta y activismo en internet.
"La lección de los últimos ocho años es, tristemente, que la resistencia implacable funciona", dijo el legislador demócrata Gerry Connolly. "Debido a que todo se reduce a la base electoral, señalaré simplemente que nuestra base es más grande que la de ellos, y está irritada".
Trump y algunos republicanos minimizan el asunto y califican a los manifestantes como malos perdedores que no quieren aceptar el resultado de la elección. Los partidarios del presidente, en estados como Iowa y Wisconsin, le aplauden al considerarlo un hombre de acción que está cumpliendo sus promesas de campaña de actuar rápidamente y sacudir a Washington.
Aunque encuestas recientes muestran que sus índices de aprobación están en cuarenta y tantos por ciento, un nivel históricamente bajo para un presidente nuevo, Trump las rechaza y califica como falsas.
"Cualquier encuesta negativa es falsa, como las encuestas de CNN, ABC, NBC en la elección. Lo siento, la gente quiere seguridad fronteriza y revisión extrema", tuiteó el lunes. "Yo tomo mis propias decisiones, mayormente con base en datos, y todos lo saben".
Más tarde, renovó sus ataques a través de la red social contra The New York Times, criticando a la publicación "por la pobre cobertura que hizo de mi victoria electoral. ¡Ahora son peores!".
La base electoral de Trump probablemente lo recompensará por sus acciones, dicen ex asistentes de la Casa Blanca, quienes señalaron que todos los presidentes enfrentan oposición y manifestaciones públicas.
"Sólo es un problema si él permite que le impidan hacer lo que busca realizar", dijo Ari Fleischer, vocero de George W. Bush, quien recordó una escala en Portland, Oregon, durante una gira, cuando manifestantes lanzaron piedras a la caravana presidencial.
Pero los últimos presidentes nunca tuvieron el tipo de oposición desde varios frentes que está experimentando Trump tan pronto en el mandato.
La semana pasada, canceló un viaje a la fábrica de Harley-Davidson en Milwaukee, donde grupos locales tenían previsto protestar. La Casa Blanca dijo no fue esto lo que motivó del cambio de agenda. Y el sábado, más de 1.000 disconformes tocaron tambores y cantaron en el exterior del resort Mar-a-Lago, propiedad del republicano, donde asistía a una gala en beneficio de la Cruz Roja.
Las muestras públicas de enfado no se han dirigido solo a Trump sino también a los legisladores, líderes mundiales y empresariales que podrían verse tentados a trabajar con él para aprobar partes clave de su agenda, como sustituir la ley de atención sanitaria o reelaborar acuerdos comerciales.
La Casa Blanca dice no estar impresionada por las protestas. De hecho, según el secretario de prensa de Trump, Sean Spicer, muchos de los manifestantes están contratados para asistir y gritar, algo que sus contrarios niegan.
Ya hay algunas señales de que estos primeros esfuerzos pueden estar teniendo impacto en su capacidad para promover su agenda en todo el mundo. El lunes, el presidente de la Cámara de los Comunes mostró su sólida oposición a que Trump se dirija al parlamento británico, lo que hace poco probable que reciba el honor de ofrecer un discurso en la cámara durante una visita de estado más tarde este año.
El empresario Elon Musk pasó horas en Twitter durante fin de semana defendiendo su decisión de participar en el consejo empresarial de Trump. Travis Kalanick, director ejecutivo de Uber, abandonó el grupo tras un boicot de una semana.
Las donaciones a la ACLU subieron tras presentar una demanda contra el gobierno por el veto a la entrada de refugiados al país.
Y los legisladores republicanos se preparan para una ola de reuniones locales agitadas, una experiencia que ya tuvieron congresistas de California y Florida el pasado fin de semana.