Nadal contra Federer: la fuerza mental contra la elegancia. Federer contra Nadal: Dios contra Jesucristo. Federer juega como Dios, nació para jugar al tenis y su estilo es inabarcable, disfruta con cada punto y lo ejecuta con maestría. Nadal es Jesucristo con una raqueta en la mano, aguanta todo tipo de dolor y hace todo como si fuera su última oportunidad y pelea por cada punto como si fuera el último.
El duelo eterno del deporte no tiene fin. Los dos grandes del tenis mundial volverán a verse las caras en la final del Open de Australia del domingo para deleite de los aficionados al deporte.
"Hace unos meses Rafa Nadal y yo estábamos para hacer un partido benéfico, ahora volvemos a jugar una gran final. Será otra batalla épica. Soy probablemente su fan número 1. Es un tremendo competidor", ha reconocido Roger Federer. Los dos héroes de la raqueta han disputado entre ellos 21 finales de las cuales 14 ha ganado Rafa Nadal y 7 Roger Federer siendo 6 de Grand Slam para Nadal (Roland Garros 2007, 2008, 2011; Wimbledon 2008; Open de Australia 2009) y 2 para Federer(Wimbledon 2006 y 2007).
La principal virtud de Nadal contra Federer ha sido la resiliencia o la capacidad que tienen los cuerpos de mantener su forma cuando han sido golpeados. Nadal sabe resistir como nadie a los golpes de la muñeca de Federer, que funciona como un reloj suizo. "Me crezco con la presión. No me hundo; me vuelvo más fuerte. Cuanto más cerca estoy del precipicio, más exaltado me siento", explica el tenista español en su biografía Rafa: Mi historia.
Colgaríamos la raqueta lo más alto posible para no poder descolgarla antes que hacer una trampa
Ha pasado más de un lustro desde el último duelo en una final de Grand Slam (2011) entre Nadal y Federer, pero el enfrentamiento continúa y el domingo revivirán el Clásico del tenis y una de las grandes rivalidades de la historia del deporte con 35 años ya para Federer y en el puesto 17º del ranking ATP y con 30 años para Nadal y en el puesto 9º del ranking ATP.
Lo mejor de la rivalidad entre Nadal y Federer ha sido el comportamiento deportivo y ético de los dos en cada uno de los partidos. Los une un amor fraternal. Nadal reconoció llorar cuando vio ganar a Federer por primera vez en Roland Garros, son amigos y se guardan un respeto máximo. Ambos necesitan competir para vivir y la vida les va en ello, pero nunca han perdido las formas. Como explicó Nadal: "Colgaríamos la raqueta lo más alto posible para no poder descolgarla antes que hacer una trampa".
El Clásico Nadal-Federer no entiende de colores, no se mancha y está por encima de las polémicas baratas del fútbol.