Trump, su muro, y la mexicanización de la región
Analistas políticos de distintos signos y nacionalidades, coinciden, en que el proyecto casi obsesivo del nuevo inquilino de la Casa Blanca en Estados Unidos, el republicano Donald Trump, de levantar un muro fronterizo que resguarde, (según él) la seguridad de los Estados Unidos y contenga el flujo de la inmigración ilegal hacia su país, traerá más consecuencias negativas a mediano y largo plazo para la potencia del norte, que para México mismo, o la región centroamericana. Trump, usó como principal eje de su campaña un discurso cargado de desprecio por los inmigrantes latinos, llegando inclusive, a aseverar que todo lo malo que ocurría en su país en materia de criminalidad era culpa de los mexicanos y los inmigrantes hispanoparlantes.
Trump asegura sin empacho inclusive, que México pagará la construcción de la cerca, México por su parte en la voz de su gobernante ha dilucidado cualquier duda al respecto; "Por supuesto que México no pagará la construcción de ese muro" De modo que el tema del muro de Trump lleva y trae consigo rumores, ideas de sus cercanos colaboradores de como sufragar los gastos de su edificación, llegando a plantearse por parte de la administración estadounidense entrante, la posibilidad de crear un impuesto fronterizo mediante el cual México pague verdaderamente el cumplimiento de la promesa segregacionista de Donald Trump. Sin embargo, esta medida impositiva puede tener un efecto dominó que termine por socavar la economía de Estados Unidos.
La agenda del nuevo presidente estadounidense está saturada de incertidumbre, por un lado amenaza con acabar el NAFTA (NORTH AMERICAN FREE TRADE AGREEMENT) tratado de libre comercio firmado en 1994 entre Canadá México y Estados Unidos, ya que según él, Estados Unidos pierde con las "bondades" que el acuerdo comercial concede a sus socios. Por otro lado, ha iniciado una guerra verbal con la industria automotriz amenazándola con imponer un impuesto hasta del 35% a los autos ensamblados en México que se exporten a Estados Unidos. Lo que sí podemos advertir como espectadores de este teatro de poder, es que la correlación comercial puede recomponerse alrededor de un Canadá que sepa capitalizar el inexplicable desprecio de Donald Trump por su vecino del sur.
A pesar que algunas voces han empezado a propagar augurios no positivos sobre las dificultades que la nación mexicana podría enfrentar en los primeros 100 días del gobierno Trump, es importante plantearse la necesidad de fortalecer los liderazgos en la región, empezando por México, el agraviado, cuyo gobierno actual no atraviesa por su mejor momento. No obstante, en el 2018 se celebrarán elecciones federales en la república mexicana y se vuelve imperativa la llegada a Los Pinos, de un ocupante del solio presidencial, fuerte, legitimo, con enorme apoyo popular, que sepa hablarle claro a Míster Trump y entienda como jugar en las ligas mayores del comercio internacional.
Lo único cierto por ahora, es que no hay certidumbre con respecto al estilo de gobierno de don Donald, pero si por la víspera se saca el día, mientras se ocupa el güero de construir el muro de sus sueños, los hispanos en Estados Unidos y fuera de las fronteras estadounidenses, debemos demostrarnos la enorme capacidad que tenemos en ser sujetos de cambio. Falso es que los latinos son una minoría problemática o insustancial en la sociedad norteamericana, no caeremos en la trampa de combatir la xenofobia del presidente de Estados Unidos con la retorica incendiaria de algunos líderes totalitarios y corruptos de Latinoamérica. Por ahora presenciemos la mexicanización de la región, pues, cuando se ofende a un mexicano se ofende a un latinoamericano, y frente a la intolerancia del señor del muro, todos los que hablamos español somos mexicanos.