Imaginación siempre, pero sociológica
"La historia contemporánea está formada por hechos que son relativos al triunfo y al fracaso de los hombres y las mujeres individuales. Ni la vida de un individuo, ni la historia de una sociedad pueden entenderse sin entender ambas cosas". Dice el sociólogo estadounidense C.Wright Mills, en su libro "La imaginación sociológica"(1959), donde expone una mirada de la relación entre biografía e historia, teoría y método, en el conocimiento sociológico.
¿Qué es la imaginación sociológica?
Para Mills es una cualidad mental esencial para percibir la interrelación del hombre y la sociedad, y señala que los hombres no la poseen. Esta cualidad nos hace capaz de percibir la biografía y la historia, el yo y el mundo. Lo que sucede, dice Mills, es que los hombres advierten con frecuencia que los viejos modos de sentir y de pensar se han venido abajo y que los comienzos más recientes son ambiguos, hasta el punto de producir parálisis moral. Para Mills, los hombres necesitan una cualidad mental que les ayude a cesar la información y a desarrollar la razón para conseguir recapitulaciones lúcidas de lo que ocurre en el mundo y de lo que, quizá, está ocurriendo dentro de ellos, esto es lo que se llama "imaginación sociológica". Es, entonces, lo que posibilita la reflexión acerca de la relación entre experiencia individual y contexto.
La imaginación sociológica permite a quien la posee comprender el escenario histórico más amplio en su significado para la vida interior y para la trayectoria exterior de diversidad de individuos. El primer fruto de la imaginación sociológica es la idea de que el individuo sólo puede comprender su propia experiencia y evaluar su propio destino, ubicándose a sí mismo en su época. También dice que esta cualidad nos permite captar la historia y la biografía y la relación entre ambas dentro de la sociedad, es la señal de todo lo mejor de los estudios contemporáneos sobre el hombre y la sociedad. Es la capacidad de pasar de una perspectiva a otra y de las transformaciones más impersonales y remotas, a las características más íntimas del yo humano, y de ver la relación entre ambas cosas, concluye.
Los hombres por medio de la imaginación sociológica adquieren un modo nuevo de pensar, experimentan un trastrueque de valores, y así comprenden el sentido de las ciencias sociales.
Poder diferenciar, señala, entre las "inquietudes personales del y los problemas públicos de la estructura social" es esencial en la imaginación sociológica. Una inquietud es un asunto privado: los valores amados por un individuo le parecen a éste que están amenazados; en cambio, los problemas se relacionan con materias que trascienden el ambiente local del individuo y el ámbito de la vida interior. Darse cuenta de la idea de estructura social y usarla con sensatez, es ser capaz de descubrir esos vínculos, y ser capaz de eso es poseer imaginación sociológica, resume.
Salir de nuestra particularidad y analizar objetivamente nuestro tiempo, nuestra realidad, de manera más global, es identificarnos correctamente en nuestro lugar como ciudadanos del mundo, este cosmopolitismo mental quizá se pierde si no salimos de nuestra zona de confort y ni siquiera nos animamos a pensar estas relaciones, que tanto existentes, definitorias y atemporales, es decir, en cualquier época, son nuestra responsabilidad. Animarse a, por lo menos, asomarnos a tal cualidad que nos quite la cómoda almohada de la individualidad es siempre necesario si realmente queremos evolucionar.
Fuente: "La imaginación sociológica", C. Wrigth Mills.