El feliz adiós a un año complicado
Hacer memoria de los que partieron durante el transitar intenso del calendario del 2016 para llorarlos o simplemente para añorarlos, resultaría poco si tomamos en cuenta, los sucesos dolorosos que a lo largo y ancho de la geografía mundial hemos vivido durante los doce meses que afortunadamente ya hemos dejado atrás. Desde descomunales guerras en donde la niñez ha sido la víctima principal de los conflictos, hasta devastadores fenómenos naturales, y actos de terror impulsados por causas extremistas. Sin temor a equivocarnos podemos afirmar entonces, que el año 2016 ha sido un año verdaderamente trágico.
Es por ello que nuestro mayor anhelo para este nuevo año, es que la paz y la concordia reinen en la mente y los corazones de aquellos que tienen en sus manos el poder para poner fin a las guerras sin sentido, o para evitarlas, en el mejor de los casos. No cabe duda sin embargo, que la incertidumbre hace de lo suyo cuándo estamos ante la presencia de una nueva era política que desde La Casa Blanca en Washington, y contra todo pronóstico, llega redactando sus propios manuales de diplomacia y política doméstica e internacional, teniendo como titular e inquilino, a un impredecible y nada convencional Donald Trump.
Pese a todo, el año 2017 es un año que invita a soñar con la posibilidad de un mundo mejor, nos llama a reafirmar nuestro compromiso con la paz, la justicia social, con la promoción y defensa de los derechos humanos y el medio ambiente incluyendo por supuesto, la protección y defensa de nuestra fauna, la que tristemente cuenta con muchas especies en peligro de extinción. El activismo ciudadano debe ser el principal protagonista para la consecución de estos objetivos, la agenda política de los líderes mundiales debe estar orientada a satisfacer las carencias de lo más débiles, los emigrantes, los refugiados, las víctimas de guerra y del terrorismo.
Ya nos llegará el tiempo de digerir tanta pérdida sufrida en el 2016, de recordar a cada uno de los viajeros eternos que dejando imborrables huellas en nuestras vidas, ya sea por su importancia en las artes, ciencia, política, religión o en el ámbito familiar o personal, no presumieron del peso de su ausencia en nuestras vidas, simplemente partieron. Las lecciones recibidas deben ser el punto de partida para prepararnos mejor ante la eventualidad, si algo es verdad, es que en medio de tanta tragedia se aprende, nos fortalecemos. En la agenda de la humanidad sin embargo hay muchos pendientes.
Por ahora hagamos del optimismo nuestro mejor aliado, volquemos nuestras energías a creer que ese mundo posible está a la vuelta de la esquina. Que los noticiarios dejen de lucrar con la nota roja, que los titulares de los medios de comunicación escritos no vendan con el morbo a ocho columnas de un femicidio más, que no se trafique con la necesidad de las personas, que nadie y por ninguna razón infunda terror a la sombra de una causa, que a las personas no se les llame "ilegales". Que en vez de construir muros se construyan caminos y que las fronteras entre otras cosas, sean un sitial de encuentro entre países, culturas e historias que unan, recordemos que hoy le damos el feliz adiós a un año complicado y todo deberá ser distinto el año nuevo.