México 2018: La alternancia simulada, la novela y el final amargo
Entre nuestros padres (hablo por aquellos entre los que nacimos en los 90's) recordarán la gran expectación de aquellas elecciones presidenciales del año 2000, el que por fin se daba por terminado una etapa. México le decía adiós de una vez, a ese país gobernado por la "dictadura perfecta" del PRI, por fin se quitaban la venda que por más de 70 años habían llevado puesta.
Se vislumbraba una nueva era y el país junto con los medios nacionales e internacionales daban cuenta de ello, era una victoria de la democracia, por fin México avanzaba en esa senda tan añorada.
Después de una década de crisis económica (los llamados "error de diciembre" y el efecto tequila") el asesinato de Colosio y el levantamiento armado en Oaxaca a mediados de la década de los 90, pareciera que pusieron el clavo final al ataúd, de más de 70 años de la dictadura perfecta.
12 años después de ese suceso histórico de la victoria de Vicente Fox Quesada por el PAN y de su sucesor Felipe Calderón Hinojosa, nos dimos cuenta que ese partido era más de lo mismo, con las mismas prácticas que el viejo PRI, aunque eso no terminó por sepultar al PAN, lo que sí lo hizo en las elecciones de 2012 fue la llamada "Guerra vs el narcotráfico" iniciado en el primer año de gobierno de Calderón.
Culpable hasta el día de hoy de cientos de miles de desaparecidos y gente inocente muerta por la culpa de su ineptitud.
En esas mismas elecciones del 2012 el PRI regresaba, como el esposo arrepentido a la esposa golpeada, quien pide perdón arrepentido y le hace promesas que de antemano sabe que no cumplirá, promesas huecas y vacías, palabras bonitas. Así el viejo PRI con la misma maña y malicia de siempre, nos engañó otra vez, no hizo falta que pidiera perdón, porque México olvida y perdona fácilmente, el PRI nos conoce perfectamente porque él nos hizo así, domesticables, sumisos y maleables.
Bien lo diría una frase "El que desconoce de la historia, está condenado a repetirla", somos una sociedad tan pasiva que nosotros mismos ponemos la mejilla para ser golpeados, es nuestra necesidad al dolor y la amargura, nuestra sed de falsas esperanzas, por las que nos desvivimos.
Somos incapaces de reconocer nuestro fracaso, culpamos a otros de nuestras propias omisiones, tenemos a los gobernantes que nos merecemos, si, así es, aunque duela reconocerlo si hemos fracasado en el camino de la democracia, es porque estamos acostumbrados a seguir ordenes, a tener miedo de pensar por nosotros mismos.
Así que no podremos esperar en 2018 a caer en el engaño de nuevo, estamos obligados a rectificar nuestro camino, la elección de un candidato del PAN o el PRI significaran nuestra propia lápida y marcaran el camino al fracaso una vez más.
El país necesita de una sociedad fuerte, porque una nación es reflejo de su sociedad y su gobierno también, nuestro fracaso, es el fracaso de una nación.
Basta con ver los spots de Ricardo Anaya y de Ricardo Ochoa para darse cuenta del nuevo engaño, ambos nos prometen la luna y las estrellas, como 2 hombres pelean por una mujer, como si el amor de ella se tratara de un trofeo. Por tanto así es ahora nos prometen que ahora si es la buena, pues no, es hora de dejar atrás esa relación insana y decirles adiós.
Es hora de exigirles a todos los partidos políticos, acciones en vez de palabras, podremos darles otra oportunidad, pero ahora las reglas hay que darlas nosotros, el momento es ahora, es hoy.