La política y las elecciones en el mundo
Las elecciones presidenciales que se han llevado a cabo o se llevarán a cabo en varios países del mundo, son una clara muestra del deterioro en valores que sufre la humanidad. No importa las denuncias de corrupción que enfrentan los candidatos de estas lides electorales, lo que importa es que sirvan a los gobernantes que les presiden para no solo mantener el status quo de la corrupción que existe en sus respectivos países, sino también ocultar e impedir que el pueblo se entere de sus fechorías.
Parece ser que sus planes y propuestas se basan únicamente en la ideología universal del amor al dinero y al poder, sin importar que el pueblo que cree en ellos, sea engañado y manipulado, utilizándole como escudo de lucha en las grandes campañas que financian grupos "misteriosos" que no dan la cara, pero que siempre manipulan los hilos del poder. Estos mal llamados políticos, llenan carteles, folletos, medios de comunicación, con falsas promesas, muchas de ellas imposibles de cumplir, promesas que se las lleva el viento.
Mientras tanto el pueblo esperanzado, busca trabajo, comida, vivienda digna, para cubrir sus necesidades básicas, lástima que esta búsqueda se vuelva cada vez más infructuosa, y sus esperanzas se vayan diluyendo a medida que ven y palpan a diario el actuar del que fue su elegido; políticos de papel, que solo defienden los intereses de los suyos y sus allegados.
Pero también están influyendo en el perfil de estos políticos, los conflictos regionales, nacionales y hasta internos, que se reflejan en luchas fratricidas, actos de inmoralidad, saqueo de las riquezas naturales, deterioro del medio ambiente, encubrimiento del narcotráfico, del terrorismo, tolerancia a las creencias religiosas radicales, competencia desleal de liderazgo y hegemonía, entre otras causas, que agrandan cada vez más la brecha ya existente entre ricos y pobres, entre buenos y malos.
Por estas razones, hay que educar al pueblo en valores, con debates, con análisis y discernimiento de la actuación y consecuencias de cada una de las personas que las representan en el gobierno, para que despierten del aletargamiento y de ese que nimportismo en el que estos políticos mismo los han sumergido, exigir el cumplimiento de las promesas de campaña a través de veedurías conformadas no solo por sus allegados sino por todos los representantes de la sociedad, sería ya un buen comienzo para frenar la carrera de estos falsos políticos, que únicamente se sirven a ellos mismos, a los suyos y no al pueblo que les elige.
Porque el ser un político es una profesión, que debe cumplirse como toda profesión, con principios morales y valores éticos para saber transmitirlos; es también una ciencia donde se maneja el diálogo, el saber concertar, el liderazgo, para comprender a las masas más que para explicar; es ser un luchador activo que defienda sus ideologías y no se venda al mejor postor.