A Estas Alturas (Mi prerrogativa)
A estas alturas, cuando sé que el eco no es más que un efecto que se alimenta de vacío y retardo, abrazo las melancolías de quienes se acercan a mi fuego para calentar su alma confundida y solo así distinguen entre su propia silueta y las sombras que los persiguen. Aferrarse a la pena, es lo único que se encuentra después del amor, prisión añorada y consentida.
Adorando la nostalgia como provisión del sentir y el ser... Negando la belleza del sufrir pero sumergidos, a su vez, en ella...
A mí realmente no me importa, ya nadie me hace sombra... Estar conmigo significa vivir una montaña rusa de emociones y mi capacidad de sentir demasiado puede abrumar, lo sé. Más fuerte y más intensamente que nadie que haya conocido, me siento orgullosa de ello. Conmigo nada es a medias, nunca es gris, nunca es cierto. Amo u odio. Soy tan clara como una explosión de colores en el cielo. No amo a medias, olvido la monotonía del día a día y la simpleza de vivir días que se repitan cíclicamente.
Intento calmarme, ir más lento, no es sencillo, es una fuerza incontrolable que me mueve cómo un huracán, un fenómeno de la naturaleza, impredecible y hermoso y si hay algo que he comprendido, es que no me extingo.
Aprendí a quedarme sola y compartirme a veces (aún me miro al espejo para convencerme de no cambiar por alguien, no vale la pena).
Mi locura es lo que me hace bella, es la fuerza que alimenta mi vida, es lo que hace que sea yo, sin importar lo que suceda, todos los días los vivo como si fuera el último y realmente, no hay milagro más hermoso en la vida que ese.