A la hora que cierra el bar
Ya han pasado diez horas. Deben de ser entre tres y medía o cinco de la mañana. Tanto tiempo de píe es difícil para el cuerpo. En el bar para las pocas mesas que quedan, solo para ellas es temprano...¿temprano?...entre risas se dicen así mismo que la noche es joven, aunque los camareros piensan en sus camas y en el posible retorno...¿retorno?
Uno de los camareros se quita los zapatos disimuladamente para descansar los pies, una de las chicas le escribe a su novio para que por favor la espere despierto, el bailarín mira con mala cara a uno de los clientes para que se marche, el barman casi dormido cuenta las medidas que quedan en cada una de las botellas para rendir cuentas luego al dueño...el stop de las cervezas debe ser exacto, no permite errores, birra que falta ...birra que se debe pagar con el dinero de la propina (Un camarero no se puede equivocar, el error es pérdida)
Llega el momento de cerrar la caja, se hace una última vuelta de pedidos, en ese recorrido se le explica a las mesas que en diez minutos se cerrará pero para ellos es temprano y aunque el esclavo frente a sus ojos se encuentre agonizando ellos pedirán mil botellas y se las tomarán en su tiempo.
Mientras más hippie, humanista o artista sea el cliente ...más tirano e insoportable será para el cierre del bar. Por más izquierda que se sea cuando se es cliente solo importa ese segundo de poder y control. A la hora que cierra los bares es el momento donde cae la última máscara.
Hay de los que piensan con cierto orgullo que cerrar el bar y ser el último hombre en marcharse lo hace un ser con mucha onda. Pero la verdad es que cada segundo usted entorpece el regreso de aquel que por diez horas estuvo de pie atendiéndolo y que seguramente está cumpliendo gracias a usted unas horas extras que no serán pagadas(Ni siquiera con la propina porque generalmente los últimos clientes dejan la peor propina).
Después que se marcha el último tirano será el momento de cargar las heladeras, limpiar y levantar cada silla para poder rendirse. Una vez todo en orden se bajan las persianas que pesan una barbaridad, los camareros se miran a los ojos y se abrazan como un fin de año, la fiesta se apaga, solo quedan ellos con el recuerdo de todo una noche, seguro se acuerdan de las vidas de los clientes pero ellos saben que nadie se acordará de su rostros...como anónimos caminan a la parada del colectivo sabiendo que la noche siguiente los espera el inicio de una nueva guerra.