Una izquierda honesta: el alcalde electo de Valparaíso
La prensa chilena se encuentra fascinada con Jorge Sharp, el nuevo alcalde electo en Valparaíso. La fascinación proviene, me parece, del carácter honesto del candidato en cuanto a sus intenciones políticas: coartar en la mayor medida posible las libertades individuales y controlar hasta el más mínimo aspecto de las vidas de los ciudadanos. La izquierda chilena tradicional no es tan honesta, por cierto, y esta honestidad, sumada a la admiración de este ejercicio aplastante del poder, han hecho caer rendidos a los periodistas ante este mesías del totalitarismo.
Lo más parecido a este fenómeno, en el pasado reciente, fue el descubrimiento periodístico de Camila Vallejo, quien llegó a ocupar portadas internacionales gracias a sus declaraciones en favor del control estatal de la educación, de la lucha armada y de la dictadura socialista. Gracias a esto y a sus atributos físicos, claro.
Uno podría esperar que Sharp, tal como Jay Sherman (Simpsons 6.121), terminare colgando en calzoncillos desde el borde una canaleta luego de haber difamado al heroico Alexis Sánchez. No obstante, su megalomanía tiránica lo ha hecho merecedor de santidad popular: una clase de ambrosía que no tiene competencia para los periodistas locales.
La izquierda chilena tradicional persigue los mismos objetivos. Lo sabemos porque sus dirigentes actuales hacían las mismas declaraciones que Sharp ahora y, yendo todavía más lejos, intentaron imponer sus ideas por la fuerza de las armas. En este sentido, han sido más pragmáticos que Sharp, aunque quizá no muy sensatos. La prensa, no obstante, valora poco el riesgo que ellos tomaron y admira el resultado electoral de Sharp (y su juvenil rostro tan apto para la pantalla).
Con los años, los antiguos dirigentes matizaron sus discursos y se hicieron pétreos para los periodistas, quienes prefieren las declaraciones encendidas contra la propiedad privada ofrecidas por el alcalde electo a las sensatas palabras de quienes nunca consiguieron mucho al perseguir esta lucha incluso con la metralleta en las manos.
Lo cierto es que la lucha por el poder resulta romántica para estos enemigos de la humanidad, pero el ejercicio de una magistratura termina por aterrizar sus pretensiones de control total. Ocurrió con los antiguos dirigentes y también con Camila Vallejo. Jorge Sharp, por su parte, ya ha recibido un primer golpe de realidad al ser advertido por el intendente de la región de Valparaíso de que no le compete a él, como alcalde, tomar decisiones con respecto a los proyectos del puerto de la ciudad. Porque, claro, Sharp pretende obstruir la ampliación del puerto. Pero su auctoritas no llega tan lejos como él quisiera.
La admiración de los periodistas, que Sharp evidentemente disfruta y recompensa con satisfechas sonrisas para las cámaras, lo hará aparecer a menudo en los medios como ocurre incluso hasta ahora con Vallejo por motivos tanto políticos cuanto del espectáculo. Quizá parezca que hago una distinción artificial aquí, porque en la prensa chilena no hay una separación entre estos fenómenos, pero me gusta mantener el rigor conceptual al respecto. Sharp es una estrella en los medios chilenos ahora, pero se apagará también como otras que hubo y será reemplazada también con otra de sonrisa encandilante y declaraciones grandilocuentes.