No hay marcha a ninguna parte
Mirar desde afuera da tristeza, decepciona ver el teatro que manejan a su antojo los supuestos líderes de ambos bandos que al final son un solo bando.
Vociferan en una mala hora que no habrá vuelta atrás, que de la calle no vuelven hasta que el régimen anuncie la fecha de su deceso, que el juicio al presidente por abandono del cargo y su partida de nacimiento en el extranjero le harán salir al país de la pesadilla en la que vive desde hace más de dos décadas.
Comienzan las marchas demostrativas, pueden llenar las avenidas o trechos de la autopista Francisco Fajardo en Caracas, y otros sitios en el resto del país. Los Gochos (hasta ahora el grupo de manifestantes con más respeto y más resteados en todo el territorio) vuelven a la carga después de sus actuaciones en el 2014.
Cada marcha sirve como una especie de medición de fuerzas, pueden verse con los efectos de las cámaras unas más llenas que las otras, el gobierno usa la fuerza del chantaje para lograr cubrir una flaca avenida de la ciudad, los "agradecidos" y temerosos empleados públicos asisten como cuando en esas películas sacan a los reos al patio de la prisión a tomar el sol, todos saben que el de al lado te puede echar paja, pero a la vez cierta solidaridad los hermana a todos en el odio de tener que estar ahí, llevando sol, aplaudiendo cada vez que los pullan por las costillas.
La oposición por su lado aprovecha de capitalizar el descontento general de la población, y a pesar de que todavía los sectores más marginales no suman en sus cuentas del millón de marchantes, sí suman en el rechazo hacia el gobierno que no ha cumplido sus promesas y que tras tres años de gestión del presidente obrero lo único que ha crecido es el hambre, la inseguridad y la muerte.
Y la gente, cansada del círculo vicioso en el que han encerrado sus vidas, comienza a creer en las convocatorias que asoman una tímida luz de cambio en el panorama político. Todos los políticos aparecen por sus cuentas de twitter, facebook e instagram rodeados de pueblo, sonrientes, confiables, firmes, arrechos, demandando la realización del Referendo Revocatorio en el 2016...
La gente cree, sale a la calle, se muestra, se encuentran, se catalizan, se toman fotos y quieren confiar que con la presión de los políticos opositores esta vaina ahora sí va a cambiar, ahora sí se prenderá el peo, ahora sí... Un pana me dijo, que otro pana que trabaja dentro, al que también le dijeron que ahora sí.
Pero días antes de la marcha denominada "La Toma de Caracas" convocada para el 1 de septiembre, aparece la noticia de que varios políticos opositores se han reunido con otros políticos chavistas, y no sueltan prenda, una reunión secreta, el gato encerrado.
Tu opresor te pega, te castiga, te insulta, te agrede de muchas e incontables formas, te amenaza y en muchos casos cumple con su amenaza, juega contigo como si fueras un pequeño y débil ratoncito drogado en un laboratorio, muerto de hambre, enfermo, sediento, aturdido, desesperanzado, triste, juega a que tú sigues el guión que ellos van publicando. Y lo sigues.
Llega La Toma de Caracas y no pasa nada en apariencia. Pero el gobierno sabe que ese grueso de millón de personas que asistió puede hacer algo más que quedarse parados ante una tarima escuchando las pendejadas de unos políticos que hablan y hablan y no dicen nada.
La gente que marcha se alegra de saber que vino un gentío a la marcha. Y los que se quedan en casa, protegiendo su empleo en la administración pública, secretamente se alegran de la demostración de fuerza que ha hecho la oposición. La oposición se alegra de saber que cuentan al menos con poco más de un millón de personas para preparar sus próximos movimientos.
Sin embargo, el gobierno que de pendejo tiene lo que yo de cabellos, ya ha preparado sus jugadas, es el master de aquella computadora a la que no le podíamos ganar en los videojuegos a menos que la apagáramos. Deciden hacer jaque suspendiendo el derecho al RR y las elecciones regionales contempladas en el calendario electoral de este año y esperar a ver que pasa, ese mismo fin de semana el presidente se va a tomar una foto con el mismísimo Papa.
En una histórica sesión de la Asamblea Nacional se toman decisiones tan drásticas como necesarias ante el evidente Golpe de Estado impuesto por el TSJ.
Pero aquella reunión poco antes de La Toma aún no tiene explicaciones, retumba en nuestras cabezas, calladita.
Y a la vuelta del presidente pasa lo que ni ese millón de personas marchantes, ni aquellos millones de otros no marchantes pero descontentos al fin nos esperábamos, el gobierno anuncia "diálogo", pacto con la oposición, algunos opositores anuncian desobediencia y desacato y cero reunión, marcha de mujeres y una Gran Toma de Venezuela, además de una marcha ahora sí que llegue al Palacio de Miraflores, sede del poder Ejecutivo.
Todos se asustan, habrá muertos, cada vez que chocan esos dos trenes hay muertos, pero nunca se trata de ningún líder, los muertos son los osados inscritos ese día en la lista negra de la pelona, los que frentean contra la GNB y los colectivos. No hay marcha atrás. Llegó la hora de la máxima presión...
Nadie sabe cuántos más se sumarían a ese millón de marchantes de hace justo dos meses atrás. Nadie sabe cuántos gatos irían a defender el Palacio, militares muchos, el Palacio es suyo, pueblo jum, nadie sabe.
Pero oh cáspitas, ese mismo Papa que bendijo y se fotografió con el presidente, horas después de haber anunciado el Golpe de estado en el país, pide que haya diálogo, en igualdad de condiciones y respetuoso... Y oh peores cáspitas, los líderes opositores al gobierno aceptan sentarse a la mesa a dialogar con su castigador, con la fuerza que crea el guión y marca la pauta, con los políticos que tienen al pueblo loco del hambre, el hampa y la muerte, entre otros miles de problemas.
¿Cómo duerme un político opositor después de hacer pública su traición a quienes les habían calentado la oreja ofreciéndoles la jugada maestra en la que se pagaría con mucha sangre la liberación del yugo cubano-chavista que hoy nos tiene de bruces en la fosa común?
No hay marcha a Miraflores. No lo lamento en realidad, este es solo otro capítulo que viene a confirmar mi añeja decepción en los líderes políticos del bando que vengan, de sus promesas de liberación y de sus incontables e infinitas palabras huecas, tan parecidas a las del chavismo que adversan.
Recientemente algunas amistades y conocidos me han preguntado sobre la vida en el exterior, porque ya sienten la guadaña cerca de sus cuellos, yo les respondo que es dura pal que no tiene dólares, pero no imposible. Aquí cada día que pasa se puede tener cierta confianza con que te acercas más y más a las metas más elementales, poder comer tres veces al día, dejar de temer por tu vida cada mañana al salir al laboro, poder pagar un alquiler con lo que ganas, poder empezar a creer que la vida normal existe. Y les recomiendo que se vayan del país con la poca plata que puedan reunir, el futuro de sus hijos no tiene precio, su pellejo tampoco.
Y al que se quiere quedar no le echaré en cara el no pelear la batalla a la que yo he renunciado.