Los años nuevos en el mundo
Se acerca un nuevo fin de año y podemos sumarnos a los millones de optimistas que esperan el nuevo comienzo con entusiasmo. Todo comienzo también implica cierto riesgo, pero también una gran oportunidad: el calendario ofrece doce flamantes meses para superar viejos obstáculos y alcanzar antiguas metas.
Este excitante desafío se festeja en todo el mundo, desde la Antigüedad, de maneras diversas. Los persas, por ejemplo, apagaban el fuego que estaban usando y encendían otro nuevo. Regalaban también huevos decorados como símbolo de la futura productividad. Mientras, en lo que actualmente se conoce como Inglaterra, los sacerdotes celtas entregaban ramas de muérdago, considerado sagrado.
Los antiguos romanos estipularon que el año comenzara el 1º de marzo, aniversario de la fundación de Roma. Más adelante, Julio César volvió a modificar el calendario para que el año se iniciara la medianoche del día más corto del año, el 21 de diciembre, con el solsticio de invierno en el hemisferio norte. Pero el pueblo romano se opuso a su decisión: querían que el año empiece con la luna nueva, que apareció en el cielo diez días después.
Mientras algunos sostienen que esta designación es un poco arbitraria, la mayoría prefiere creer a quienes sostienen que el año se inicia en enero (January, Janeiro) en honor a Jano, antiguo dios romano de dos caras; una contempla el pasado que poco a poco se va perdiendo en el olvido, y la otra divisa en lontananza el horizonte futuro.
Durante la Edad Media, la mayor parte de Europa designaba el 25 de marzo (fecha en que se conmemora la fiesta cristiana de la Anunciación) como el primer día del año. Tal como estaba, el calendario no se correspondía exactamente con el movimiento de los astros. Con el fin de corregir un error de 0,0078009 y monedas de días por año (es decir, 13 días acumulados durante 1622 años), el papa Gregorio XIII decretó en 1582 que el día siguiente al 4 de octubre fuese 15 de octubre. Así modificado, el calendario, desde entonces llamado Gregoriano, fue adoptado por gran parte de la naciones europeas a partir de 1600. Sin embargo, para dos tercios de la población mundial el 1º de enero no significa nada. Actualmente coexisten más de cuarenta calendarios distintos del occidental basados en diversos aspectos climáticos o religiosos. Entre ellos, el chino, el judío, el musulmán y el hindú.
Para el hinduismo, según el calendario iniciado por el rey Shalivahan en el año 78 d.C., el año nuevo comienza en el mes de Chaitra Maas (Marzo-Abril) y se festeja con las celebraciones de Vaishaki o Yugadi. Pero los hindúes festejan también en el mes de Kaartik (Octubre-Noviembre) Dipavali, el inicio de la era del rey Vikramaditya de Ujjain, en el año 56 a.C.
El calendario islámico tiene su punto de partida en la emigración del profeta Mohammed y los primeros creyentes de La Meca a Medina, el 16 de julio del año 622 d.C. Con la Hégira comienza la era musulmana, que se inicia en Moharrem, el mes sagrado (Marzo-Abril del almanaque cristiano)
Entre fines de setiembre y principios de octubre, la cultura judía celebra Rosh Hashana, fiesta sagrada que conmemora la creación del mundo. El símbolo central de esta celebración es el Shofar (cuerno de carnero) que se toca durante los servicios religiosos para despabilar a los espíritus y lograr que todos reflexionen sobres sus actos, pidan perdón e intenten mejorar.
El año nuevo chino se festeja en la segunda luna nueva después del solsticio de invierno, por lo que varía año tras año, y puede suceder entre fines de enero y principios de febrero. La cena de años nuevo (Twan Yuan Fan) congrega a toda la familia y tiene lugar en una mesa redonda ya que el círculo representa perfección y eternidad. La reunión se extiende hasta la medianoche, cuando comienzan los fuegos artificiales, disparados para ahuyentar a los malos espíritus, y todos asisten al gran desfile del Dragón Dorado, que avanza por las calles.
En la recorrida por el mundo se podrá ser testigo de las diversas costumbres que en las distintas latitudes acompañan el inicio de un nuevo año. Brindando, encendiendo velas o bengalas, lo común será esa exaltación que solo genera la expectativa.