La puntualidad millennial, ¿qué es eso?
La puntualidad, una de las características más deseadas de los caballeros, de esos de antaño, quienes se decía de ellos: "con puntualidad inglesa". Tal parece, a la mayoría de los jóvenes, a los de la generación millennial, pareciera les da lo mismo. Es más, a últimas fechas, hemos visto notas en redes sociales, las cuales confirman científicamente que las personas impuntuales son más inteligentes. Si bien habría, según estos artículos, de los cuales yo recomendaría dudar un poco, una posible relación directa entre la inteligencia matemática (o el IQ) y la impuntualidad, yo creo ver en esto, más que nada, inteligencia vacía, desperdiciada.
Si es verdad que los impuntuales son los más inteligentes, no es para enorgullecerse de su impuntualidad, sino más bien, trabajar para erradicarla. Ya decía Jorge Portilla, en su ensayo, "La fenomenología del relajo", que la puntualidad es un valor el cual se construye de por vida. Es decir, si llegamos n cantidad de veces a tiempo a nuestra cita, no implica necesariamente, a la cita n+1, llegaremos a tiempo. Pero, si, justo después de la cita n, a la cual llegamos a tiempo, morimos, o no tendremos jamás una cita más, entonces si podemos decir que fui puntual. Al contrario de la impuntualidad, si llegamos una sola vez tarde, a pesar de que todas las demás veces lleguemos a tiempo, seremos catalogados como impuntuales. Una inteligencia destacada, debería de luchar en contra de todo para poder ser puntual.
La puntualidad implica respeto. No solo respeto por los demás, sino por nosotros mismos. Cuando somos puntuales, estamos diciendo: "respeto el tiempo de la otra persona". No podemos saber, quizá esa cita programada a las 10 de la mañana, fue hecha con mucho esfuerzo en una agenda apretadisima, y sólo nos puede dedicar media hora de su tiempo, pues después, tiene un itinerario que cumplir. Si llegamos tarde, y pensamos, sólo son cinco, diez, o quince minutos, pero ese tiempo es tiempo que le restamos a la otra persona, y nos restamos de su atención para nosotros, pues esa media hora que nos pretendía atender, si es que la persona es seria con el tiempo, y comprometida con la agenda, se convierten en 25, 20, o 15 minutos. Cuando llegamos a tiempo, respetamos a la otra persona y nos respetamos a nosotros mismos. Mi tiempo es valioso, por el simple hecho de ser mío. Soy una persona de valor, la cual merece tiempo y atención suficiente.
En fin, la carencia de interés por la puntualidad, parece cada vez más creciente. Y cada vez, parece le damos menos importancia a la ausencia de la misma. Si es verdad que existe una relación directa entre la inteligencia y la puntualidad, debe de existir un genuino interés por construirla. Es por respeto, y porque es grato que te digan "reloj suizo" o "caballero inglés".