La televisión: de medio de comunicación a medio de degeneración
En los albores de la historia de la televisión, el papel informativo y formativo de esta era innegable. Casi todos los países de Europa, así como los Estados Unidos de América fomentaron la creación de medios públicos que difundan información útil. Países como Japón o Corea del Sur fueron más allá y aprovecharon este medio para educar a niños e incluso a adultos. Esos eran los buenos tiempos de la televisión.
No tardaron las entes privadas en hacerse con esta tecnología, apropiación legítima o mejor dicho legal. No obstante cuando algo se convierte en un negocio, las rentas que esto genere son más importantes que su beneficio social. Fue así como la programación educativa fue reemplazada por la programación atractiva. Nacieron las telenovelas, las series de acción, y los programas de farándula. Durante décadas esta programación contempló la moral, la ética y en muchos casos promovió valores. No son pocas las series familiares, humanas y dramáticas que criticaban los antivalores y reivindicaban el buen comportamiento. Si bien la televisión había dejado de educar de una forma tradicional, la promoción de valores tampoco implica un perjuicio social. Lástimosamente esta época también ha visto su final.
En la actualidad los programas educativos casi han desaparecido, siendo reemplazados por un sinnúmero de programas de farándula y espectáculo. Lo malo no se limita a esto, la nueva inspiración para los productores de telenovelas han dejado de ser las historias de amor, o familiares. Son los narcotraficantes, delincuentes y asesinos las nuevas super estrellas. Ya no son pocas las telenovelas que cuentan su historia, y que en lugar de denostar su estilo de vida y su miseria humana , justifican sus acciones revelando un "duro" pasado, casi convirtiéndolos en víctimas en lugar victimarios.
¿Por qué se permitió que el papel formativo y la ética de la programación televisiva queden supeditados al beneficio económico? Mientras la televisión vanaglorie la existencia de personas que hacen cualquier cosa por el beneficio económico, los problemas sociales y la pérdida de valores sólo irán en aumento. Finalmente, depende de os consumidores el éxito de un producto, mientras se consuma un producto no habrá razón, penosamente anteponiendo el dinero a la moral, para dejar de generarlo.