De corbatas y un gentilicio
Ya sea que hayamos pisado una oficina alguna vez en la vida, el consultorio del doctor, o si hemos asistido a más de tres días del padre, ya habremos contado cientos de corbatas.
Me parecen fascinantes ya que, no importa si el diseño es feo, ridículo o espantoso, siempre se ve uno formal con una. ¿Trabajar en el banco, ir a una boda, a una cita? Corbata. Estamos tan acostumbrados a verlas que rara vez pensamos en su origen. ¿De dónde salió la idea de que las corbatas serían prendas obligadas para la formalidad? Bueno, como varias decisiones de estilo, fue hecha por el policía de la moda más famosos de la historia: Luis XIV. La historia cuenta que en 1660, el regimiento Croata, después de una victoria decisiva en contra de los turcos, se presentó con el rey de Francia. El monarca notó unos pañuelos adornando el cuello de los soldados. Quedó tan fascinado que encargó hacer unos para sí mismo y los lucía cada que podía. Por supuesto que la moda se extendió velozmente por todo Europa.
La prenda pasó por todos lados, y el nombre corbata, a los hispanohablantes, nos llega del italiano corvatta o cravatta, derivado de croata. Ahora, eso de colgarse prendas al cuello no era nada nuevo, ni para 1660. Hay evidencia de que los romanos, oradores magníficos, usaban dichas prendas para calentar sus gargantas y cuidarlas para los discursos importantes. De hecho se dice que los croatas tomaron la idea de los romanos.
En China, los guerreros de terracota lucen piezas de tela que bajan por los trapecios de los soldados. Sin embargo, la explosión de la corbata como una moda, se debe a este famoso encuentro con Louis XIV. Pero volviendo a la corbata, el hecho de que un rey lo usara hizo que su uso se extendiera y normalizara entre la gente de clase alta. De modo que se usaba como ropa formal. Uno de los retratos más famosos de Beethoven lo muestran usando una. Entonces la prenda no demoró en volverse un símbolo de estatus.
Ahora, esto de volverse símbolo de estatus hizo que todos quisieran tener una prenda colgada al cuello, y ocurre lo de siempre: si las clases sociales inferiores adoptan una moda que era de clases elevadas, las clases superiores o la desechan, o la modifican. Se empezaron a probar otros materiales más costosos, que al final distinguían la categoría de las personas acorbatadas. Entonces se distinguía a los ricos porque traían telas de encaje muy intrincado (que era caro), y a los pobres porque parecía que traían un perrito enojado colgando del cuello.
La corbata cobró su forma conocida, en 1924, año en que Jesse Langsdorf estandarizó el método para hacer el corte con el menor desperdicio de tela. Después lo patentó. Qué visión, la verdad. Cada que camino en Polanco (gran barrio de oficinistas en la ciudad de México) pienso en el buen Jesse, y en cómo se estaría sonriendo, viendo en cada corbata que pasara el color del oro. Claro que Langsdorf ya ha de haber fallecido hace tiempo, pero si no me preguntara incoherencias mientras camino, no escribiría nada.