?Qu? tan libre te sientes el d?a de hoy?
A quienes se envuelven en la bandera de la libertad y pregonan a diestra y siniestra la noción de libre albedrío, les dejo esta consideración:
Elegir libremente supondría poder elegir dentro de una gama infinita de posibilidades. Si dicha gama se nos presenta limitada o nos vemos obligados a escoger dentro de un rango limitado de opciones, la elección ya no es libre, puesto que se encuentra condicionada por el contexto. De aquí se sigue que nuestras elecciones NO son libres.
La libertad de elección también supone un conocimiento previo que nos permitiría elegir, de manera plena y consciente, lo mejor en lugar de lo peor: las mejores razones, los mejores motivos, las mejores acciones. Pero ocurre que el conocimiento, por amplio que sea, siempre es limitado, nunca es enteramente completo y siempre parte de elementos previos (pre-dados) que dependen de todas nuestras experiencias de vida, mismas que, a su vez, son limitadas y nos limitan. Si no hay conocimiento pleno, no hay libertad de elección. Por ejemplo, a una persona con discapacidad intelectual no se le considera totalmente responsable de sus acciones.
La decisión, en la medida en que está cargada de "buenos y malos motivos", no emerge ni del error ni de la ceguera, ni de una coacción interna o externa (además, tengamos presente que toda coacción interna y externa, al final son la misma cosa: la coerción externa no es otra cosa que la coerción interna del miedo, el dolor y la conveniencia, la búsqueda de placer). La decisión "mala" entonces depende de la irracionalidad. ¿Cómo puede alguien ser de manera intencionada más irracional de lo que le es forzoso ser? ¿La elección depende, entonces, del "milagro" del libre albedrío?
Si recurrimos a la noción de "libre albedrío" tenemos una paradoja: el ser humano que conoce ley, prohibición y mandamiento, no debe actuar de manera arbitraria, pues si lo hace se le castiga. Aquella persona que sabe perfectamente lo que establece la ley, la norma, el protocolo, etc., no tiene elección alguna: debe actuar conforme a lo establecido, de lo contrario, tendría que enfrentar las consecuencias de su desobediencia, y esto se extiende desde el ámbito legal hasta cualquier código moral que rija para cualquier grupo social al que la persona pertenezca. Entonces, la libertad de elección queda anulada: si las leyes o normas morales castigan o condenan una actitud valorada como negativa, uno ya no decide libremente, sino que lo hace dependiendo del grado de miedo que tenga hacia dicha condena o dicho castigo. Y si alguien transgrede una norma ¿qué lo lleva a ello si sabe que habrá un castigo? Entonces sólo nos queda pensar que no razonó. El problema es que la condición para la libertad de elección ¡ES PRECISAMENTE LA RAZÓN!
Con esto ¿aún me dicen que existe la libertad? ¿Libre sería el individuo que SIEMPRE razona? ¿Realmente siempre razonamos? Y suponiendo que hubiera quien, narcisistamente dijera que siempre razona todas las decisiones que toma, ¿qué tan libre es si se la pasa obedeciendo leyes y normas sociales? Hasta aquí ¿se entiende por qué camino estoy llevándolos? Y eso que no hemos hablado de cómo influye el inconsciente en cada decisión que tomamos, pero ya habrá tiempo de ello.