Dos de diseñador con todo
Curioseando en la tienda Online de cierto palacio de metal me encontré un producto graciosísimo: Un cenicero. Lo gracioso no era el cenicero en sí, sino su considerable costo que ascendía a nada más y nada menos que MIL SEISCIENTOS CINCUENTA PESOS. Así como lo leen: un artefacto que sirve pa' apagar la colilla del cigarro y retener su ceniza cuesta poco más de 22 salarios mínimos diarios.
No me sorprende dada la tienda que lo vende, pero al comentarlo en casa dijeron algo muy cierto. Y es que tuvieron razón al plantear que la gente lo compra sencillamente por el establecimiento sin sentarse a pensar que realmente no necesitan un producto de tal costo (yo tengo uno muy parecido y costó cincuenta varitos).
Lo más curioso es que hace unos meses asistí a la Expo Manos Indígenas, Calidad Mexicana que organiza la Comisión Nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas y mucha gente al escuchar los precios de artefactos y prendas de vestir realmente impresionantes cuestionaban su costo. Me gustaría imaginarlos en esas tiendas diciendo lo mismo: "Ay jefe, ¿no se le hace muy cara esta taza por 250 pesos?". Ahí no regateamos ¿verdad?. Mi argumento siempre fue "este carece de diseño, es sencillamente un cenicero". Lo dije y lo sostengo, puesto que era el utensilio más sencillo que he visto y su precio no reflejaba la conciencia de ello. Una blusa bordada a mano en Oaxaca vale bastante más que una echa en serie con una M y una K estampadas.
Nos quejamos de que en México los espectáculos, productos, políticos, futbolistas, artistas y muchas cosas más son malas pero ¿cuestionamos nuestro papel como consumidores? ¿Qué pasaría si dejáramos, por ejemplo, de comprar ropa "bordada" (a máquina, industrialmente) en esos almacenes que se han vuelto Parte de tu vida y mejor le damos ese lugar a los artesanos que realmente crean piezas únicas y diferentes (como tú, mi querida Poser)? ¿Y si en ves de irte hablando pestes del artista que viste en cualquier espacio, sencillamente te abstienes de aplaudirle "por costumbre" y, con esto, muestras tu desagrado ante su trabajo, o abandonas la sala?
Puede parecer que son acciones minúsculas, o que "me van a ver feo", pero Roma no se hizo en un día y si muestras tu desagrado -pacífica y civilizadamente, claro está- ante el trabajo de alguien puedes motivar a quienes están en la misma situación a hacerlo también y esto, a su vez, obligará al sujeto en cuestión (sea artista, diseñador, etcétera) a poner más empeño en su trabajo y como resultado recibirás eventos y productos de mayor calidad. ¿O crees que respetan al público de la Scala de Milán o del Festival de Viña del Mar (conocido por algo como el monstruo de la Quinta Vergara) por aplaudirle a todos o qué?
El costo del arte depende de su valor estético, social e histórico además de material (no es lo mismo yeso que oro, pero la técnica los puede hacer muy similares), y vestir también es un arte lo mismo que la decoración. Tampoco se trata de erigirnos en Jueces o Críticos con estricto escrutinio, pero si de saber demostrar cuando un espectáculo, producto, servicio o lo que se no cumple con nuestras expectativas, sin representar esto un demérito del esfuerzo de quienes lo ofrecen.
La reflexión de hoy: cuando algo no te gusta di "no", aléjate y cuéntaselo a quien más confianza le tengas.