En Nicaragua: La costosa educación gratuita

En Nicaragua: La costosa educación gratuita
Reuters/Oswaldo-Rivas

Sebastian Chamorro, un campesino de Nandarola, me explicaba en una ocasión que él disponía de un nieto de 14 años para cuidar todo el día a dos vaquitas y un novillo, porque no tiene para comprar un alambre de púas, pero sí tenía al chavalo. En estas condiciones, aunque sea gratuita la educación, para esta familia tiene un alto costo: la posibilidad de perder a sus animales.

Como esta familia hay muchas. Pero el resultado es que aunque la educación es gratuita y se constituye en un derecho, no es alcanzable por toda la población.  Pero sí resulta interesante observar como personas de Honduras y de Costa Rica acceden a este servicio en nuestro país, pues aún con el costo de transporte constituye una mejor oportunidad que las opciones de sus respectivos países.

En el campo universitario, el asunto es más complejo. A pesar de disponer del 6% del presupuesto Nacional, cada universidad tiene una forma distinta de manejarlo. Unos cubren todos sus gastos (docentes, administración, etc.) y sirven la educación gratuita. En este caso, la Universidad le hace el favor de prepararse a un muchacho. En otros casos se maneja en forma de Becas. Donde se incrementa el protagonismo de los muchachos, quienes son los que sostienen el sistema educativo. Y aunque esto parezca algo intrascendente, es determinante en el posicionamiento de Docentes y Estudiantes. Esto determina las formas de relación que se establecen y la actitud de cada quien.

Nuestras universidades invierten en un profesional entre US$ 6,000 y 8,000 dólares ya egresado. Este es el aporte producto del 6%, pero también está el aporte de la familia en transporte, útiles escolares y ahora es una necesidad en las distintas carreras: computadoras e internet, el almuerzo los días que se queda, etc. Y hay muchos cipotes que no acceden a la educación aunque sea gratuita, porque no disponen de este complemento.

Pero esto no es lo más crítico, sino: la ausencia de oportunidades. Y es que el profesional en nuestro país se encuentra devaluado. Arquitectos taxiando, economistas y sociólogos con sus tramitos en el mercado, etc. Me comentaban en la UNI, que han buscado acuerdos con la empresa privada, pero los empresarios solo piensan en sus necesidades de modo que piden Ingenieros en sistemas, para que vallan a llenar formularios, lo que puede hacer un operador en computación; o Ingenieros industriales para que supervisen a grupos de operarios y ambos con un pago de C$ 6,000 (US$ 200 al mes). Al día de hoy en promedio, un profesional egresado de la universidad pasa dos años buscando empleo, para lograr un empleo muy modesto.

Las Universidades privadas han desarrollado como parte de su oferta la formación de profesionales emprendedores, que no salen a buscar empleo, sino a crear sus propias empresas. Pero esto igual demanda recursos y mucho apoyo, además de iniciativas excelentes que solo en muy pocos casos se alcanza.

Por supuesto, la gratuidad de nuestro sistema educativo también ha devaluado las carreras técnicas. Las cuales no son apetecidas, pero que pueden ser bien remuneradas. Es difícil encontrar un buen soldador, un ebanista, etc. Pero es que los muchachos quieren ser ingenieros, no técnicos.

La migración desde Nicaragua no se detiene. Y un buen porcentaje de estos son profesionales egresados de este sistema educativo. Pero que no salen pensando en hacer valer su título y conocimientos, pues están claros que en tierra ajena esto no vale y están dispuestos a trabajar en lo que sea para poder enviar sus remesas a la familia.

No se observan discusiones serias sobre este tema y tratar de definir políticas adecuadas. Hace poco me decía una autoridad universitaria que en vez de becas (que no estimulan a los muchachos a estudiar) debería dárseles un crédito a pagar cuando egresen. El problema con esto es que quien otorgue el crédito, debe garantizar el empleo o no lo recupera. Y volvemos al punto de inicio.

Esto es parte de un problema más amplio: el peligro de desaparición de la clase media, pues las políticas actuales llevan a mayor pobreza a los pobres y a mayor riqueza a los ricos.

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