Carta bajo el farol
Esta es la carta que un anciano le ha escrito a su difunta esposa el día de su aniversario.
Viernes 8 de agosto, en alguna banca de algún callejón.
Ahora me encuentro aquí en solitario, como en los últimos 8 años. Una pequeña parte de mí ser (que te sigue perteneciendo por completo) esta alegre, se siente plena y grata por tu presencia durante nuestro camino grosero que algunas almas tristes llamamos vida. Pero la otra parte, que me pertenece más a mí, sigue sintiendo las sombras de tu andar, los besos húmedos de aquellas tardes de abril y la fina sensación de tus pies fríos en mis tobillos. Esta parte que te hecha tanto de menos, está llena de melancolías y tristezas, cuanto he luchado por seguir viviendo y seguir disfrutando cada paso que doy.
El frio inunda nuestro hogar, sobre todo cuando el reloj marca las 4 de la tarde y recuerdo el silencio que se sentía los domingos de hace tantos años, cuando nuestra piel aún no se llenaba de laberintos con vivencias y sonrisas. Te encontrabas tan tierna y desnuda en la ducha. Recuerdo, con un poco de vergüenza, cuando te descubría con mis manos incrédulas y mis labios llenos de gracia por sentir las comisuras de tu sonrisa. Mientras te encontrabas, bajo el agua tan tibia, me gustaba observar esos tus ojos que me devolvía sin desvelo la mirada.
Qué triste es ver cerrarse la alegría de cada agosto que he pasado sin ti. Cada año me siento más melancólico, más cansado y más viejo. Este año, mi cielo, no me lo pasare sentado debajo del roble en aquel mausoleo donde un lugar espera para mí, junto a ti.
Justo ahora te escribo esta carta debajo del farol donde hace un poco más de 60 años nos dimos nuestro primer beso. Desearía que estuvieras aquí y revivir aquel momento tan promisorio. Este año revisare cada recuerdo junto a ti y lo hare vivir de nuevo desde mi recuerdo. Hoy comencé aquí, bajo la luz opaca y el viento de la noche.
La muerte cada vez me pesa más y los escritos en mis libretas verdes son más seguidos y nublados. Me temo que empeore y olvide tu rostro... o tú nombre.
Continuare temprano en la mañana en aquel café que te encantaba tanto, recordando aquel sentimiento donde te confesé mi querer y tú el tuyo. Escribiéndote tantas cartas como pueda con esperanza que tu alma eterna pueda recibirlas.
Siempre tuyo,
Gabino Tavella.
Pd: Feliz aniversario.