México: ¿La bóveda de la credulidad?
Dadas las circunstancias políticas, sociales y económicas por las que pasa actualmente México no es difícil quedarse ensimismado en lo que depara el futuro aparentemente poco amistoso. "Lo bueno casi no se cuenta, pero cuenta mucho": bajo esta frase el presidente Enrique Peña Nieto justifica la ineptitud de su presidencia que a muchos nos ha dado hechos para empezar a actuar. Sin embargo? para fortuna de su imagen? le ha funcionado mucho más de lo que podría esperar alguien que ha sido partícipe de sus malas decisiones.
Bajo acciones ocultas, este 15 de Septiembre, lleno el Zócalo con acarreados traídos de distintos estados del país ?por cierto gobernados por el PRI?sobornados con un aumento en sus sueldos, tortas y jugos. Es inextricable pensar que el grito reflejaba el mismo amor patriótico tradicional al presidente y no tanto al país en sí. Se encerró con varios contingentes a la hora del grito e implementó todo un sistema de seguridad semejante a toda película de tiranía presidencial.
México es un país donde la credulidad da cabida al supuesto de que en todos lados se cumplen los derechos humanos. Incitan a sobrevalorar lo indigno que se ha vuelto trabajar y vivir abofeteándonos hasta lograr concebir en nosotros la filosofía del "debo ser feliz sin importar lo mal que este". Muchos estudiantes desertan a otros países queriendo lograr sus sueños siendo el factor clave de la innovación. Sin embargo, en México las oportunidades se han vuelto cada vez más menores.
Evidentemente la búsqueda de superación personal no se verá afectada por lo antes mencionado si la persona tiene el suficiente criterio y decisión para actuar. Pero tampoco eso implica que se deje al país, al mundo, tal y como está. No sería correcto decirle a un niño que estudie para ser mejor que otros puesto que este juicio crea formas de pensamiento preocupadas por la trascendencia personal y no colectiva. El problema está en el mundo, no solamente en uno mismo. La culpa de que uno no tenga oportunidades no la tiene el gobierno. Culpar al gobierno de algo así es encerrarse voluntariamente. Sin embargo el hecho de que el entorno socioeconómico nos "desmotive" implica la necesidad de un cambio porque esta razón se trae la fuga de cerebros.
Sus informes de gobierno, a pesar de asemejarse a cuentos fantásticos, se justifican en la sobrevaloración de acciones "correctas y precisas" que han cambiado al país?citando sus palabras?de la mejor forma. Mientras en las noticias y en los medios electrónicos de información se habla de la baja en los precios de la luz en la realidad ocurre lo contrario como si usará antónimos de lo que hará. Sus palabras se fundamentan en la creencia y no en la acción; muy parecido a aspirar a un logro hablando solamente de él. Lo mismo que vivir en sueños sin moverse.
El dólar alcanza por decimas los veinte pesos pero aun así "México está teniendo cambios buenos". El índice de desaprobación a la presidencia de Enrique Peña Nieto ha aumentado drásticamente dejando en claro la inconformidad e indignación de la sociedad mexicana. Y por si fuera poco los ideales patrióticos de 1821 han regresado al pleno año 2016 por la llegada de Trump y su "Trumpetismo" xenofóbico al país.
La bóveda se extiende a escalas internacionales: personas apoyan a un racista candidato a la presidencia de Estados Unidos mejor conocido como Donald Trump. Maduro se burla de la decadencia que él mismo ha generado en su país riéndose de las personas que no comen por "La dieta de Maduro". Enrique Peña Nieto sobrevalora el beneficio para uno sin importar si afecta a mil. ISIS ha sido olvidado mientras fuerzas estadounidenses y turcas se han unido para matar fanáticos. Mientras tanto nos dan trato de crédulos y desafortunadamente confirman sus estereotipos revistiendo su falsedad en ideologías, patriotismos y religiones que nos muestran un mundo idílico de mentiras que son aceptadas como verdades.
Parece que el mundo está regresando a la plena edad primitiva cuando existían las brujas y se creía que éramos el centro del Universo. El caos político, económico y social a nivel mundial en el presente nos demuestra que todo tiene al cambio en sí mismo por sí mismo y no por causas ajenas, claro, sin importar lo bueno o malo que traiga consigo.
Caminando por la calle, nublada por el humo de cohetes detonados en celebraciones patrióticas, me pregunto qué será del futuro que parece ya no pertenecernos. Veo a un niño en plena vereda jugando mientras su familia se alcoholiza en fiestas efímeras e interminables. No concibo que será de él e incluso qué será de mí; evidentemente, no estoy dispuesto a quedarme parado viendo como nos traspasa el tiempo como si de nada estuviéramos hechos. La bóveda debe ser destruida empezando por corregir lo absurdo y crédulo que se ha vuelto el pensamiento a escala mundial; todos creen, pocos piensan y todos son felices.
¿Acaso permitiremos que nuestras palabras se queden en lo que son? ¿Las acciones dónde han quedado? ¿En verdad es tan fácil creer que nuestros derechos humanos están siendo cumplidos en pleno año de fracasos, decepciones, intrigas y corrupción?