La noche que no tenía fin...
Cuando cada segundo se vuelve un siglo, cuando cada minuto se vuelve un milenio y cuando cada hora se vuelve una eternidad, ves pasar una retrospectiva de todo lo que ha sido tu vida en tu cabeza.
Sean buenos o malos recuerdos, buenas o malas acciones o simplemente pensamientos al azar, te hace sopesar en cierta forma como has actuado en tu largo caminar.
Cada instante que pasa por tu cabeza son vivencias. Decisiones tomadas (a veces acertadas, a veces no), pero una noche sin fin te da para pensar muchísimo.
Es en ese momento es cuando caemos en cuenta y nos hacemos la siguiente pregunta: ¿lo he estado haciendo bien? Y también es en ese momento cuando te llegan un millón de respuestas.
Sea cuales sean tus pensamientos, siempre da gracias a Dios por los momento vividos. Hayan sido buenos, regulares o malos, cada uno ha dejado un recuerdo, una huella y un aprendizaje que jamás se podrán borrar.
Cierra tus ojos a esa noche sin fin y déjate llevar por esa película que ha sido tu vida.
Aprovecha la oportunidad de estar contigo mismo, de recorrer cada rincón de tu mente, de buscar en lo más profundo de ti y encontrar la persona que realmente eres. Allí encontrarás muchas respuestas y comenzarás a ver que está bien y que está mal en ti, y comenzar a mejorarlo.
Una noche sin fin no es algo que se dé muy a menudo.
Cuando el sol aparezca en la ventana con un nuevo amanecer, comienza de nuevo, es una nueva oportunidad que Dios te ha dado para vivir, para existir, para ser.
Cada mañana es un nuevo comienzo, así que, ríe, vive, sueña y sé feliz.
"Si los problemas tienen solución, para que preocuparse?
Y si los problemas no tienen solución, para que te vas a seguir preocupando?
Jose Antonio Mesa Zayas