Quotes - Primera Parte

Una mañana como cualquiera, en la oficina de la editorial de una revista de interés general, estaba calmo el ambiente. Desde los ventanales, entraba una luz clara del sol, iluminando el lugar blanquecino y dándole más brillo a las hojas verdes de las plantas, que estaban arriba de algunos escritorios. En uno de los boxes, se encontraba Héctor, un hombre de 36 años, redactando una nota que le había hecho a un reconocido escritor. Suspiraba del aburrimiento, apoyando su mentón en su mano para mirar la pantalla que tanto lo agotaba. Se sacó los lentes de pasta color negro y los tiró arriba del teclado, apretándose luego los ojos por el cansancio. De repente, vio entrar al salón a la secretaria del jefe con una chica nueva. Tenía cabello castaño y por arriba de los hombros con un flequillo que le daba un marco a su rostro aniñado. Usaba un vestido celeste con algunos pequeños dibujitos, que apenas se podían notar qué forma tenían, con el corte en la cintura y un cárdigan blanco, con las mangas arremangadas antes del doblez de los codos. La sentó en uno de los escritorios, dándole ciertas indicaciones. Héctor la miraba detenidamente... se había enamorado a primera vista. La chica, acercó más su asiento hacia el escritorio y prendió el monitor de la computadora para empezar a trabajar. Él la observaba... controlaba cada movimiento que hacía. Le fascinaba cómo ella se compenetraba en su trabajo y lo rápido que se movían sus dedos. En un momento, a la joven se le cayó una lapicera al suelo y se agachó, sin despegarse de su asiento, para agarrarla. Se levantó y notó que unos ojos la observaban... pescó a Héctor mirándola y éste se volvió a su trabajo con rapidez y muy avergonzado. Ella se quedó sorprendida ante su actitud, pero a la vez le gustó saber que él estaba interesado. Disimuladamente, ella comenzó a observarlo mientras trabajaba en su artículo... también le empezó a gustar "¡Es un lindo muchacho!" pensó por dentro.

Con el paso de los días, la situación seguía en la misma... el juego de miradas venían de ambos lados y eso les provocaba adrenalina. Ya Héctor se había enterado por el listado de contactos en los e-mails en red de la oficina, que la chica nueva se llamaba Beatriz. Le daba vueltas en la cabeza cómo acercársele y hablar con ella... tenía que romper la barrera de su timidez, pero era más fuerte que él. Ante su ansiedad, Beatriz mandó un e-mail en cadena para disimular, con una imagen profesando una frase: "Los cambios son para los valientes, los cobardes prefieren quedarse donde está aunque no sean felices". Héctor vio un pequeño cartel en la parte inferior derecha de su pantalla, que indicaba la llegada del e-mail de Beatriz. Lo abrió enseguida y su corazón latió aún más fuerte cuando leyó la frase de la imagen. Se desesperó... se volvió más ansioso de lo que estaba.

Durante la semana, Héctor no podía dejar de pensar en ello mientras que Beatriz, esperaba la respuesta de su tímido enamorado. Una mañana, él leía como de costumbre el diario del día, porque no le gustaba leerlo digitalmente antes de empezar a trabajar. Cuando terminó, vio entrar a Beatriz y ella apenas lo miró. Él dobló el diario y quedó la contraportada hacia arriba. Notó que en un comics estaba el de Liniers, su favorito. Lo recortó y esperó a que ella se vaya por unos minutos de su escritorio. Y así fue... Beatriz se levantó de su asiento para ir al baño y Héctor, fue rápidamente al escritorio a dejarle el recorte arriba de su agenda. Torpemente, se llevó por delante el cesto de papeles de ella, pateándolo lejos y con todo el desparramo de su contenido por todo el suelo. Todos en la oficina se rieron de él y peor aún, Beatriz volvió del baño y vio todo ese desastre. Desesperadamente, Héctor juntabas las cosas metiéndolas adentro del cesto. Lo dejó donde estaba y se fue avergonzado a su box. Beatriz se acercó al suyo, riéndose por dentro... se sentó y vio el recorte arriba de su agenda. En el comics se veía a un hombre en la cima de la montaña diciendo "Me la juego"... "Ay, ay, ay, ay"... "Me mato"... finalizando con el abrazo de una chica. A Beatriz la hizo sonreír, latiendo su corazón hasta movilizar todo su cuerpo. Lo guardó bien en una de las solapas de su agenda cuidadosamente y suspiró. Lo miró a Héctor y éste le hacía creer que estaba concentrado en su trabajo... pero no, estaba pendiente....

(Continuará)