Perfiles distintos de igualdad
El individuo es el imán social de sus problemas y soluciones en el medio.
Uno lo olvida todo cuando toma un rumbo diferente y se envuelve dentro de un conjunto de caminos, donde los movimientos no sobrepasan la ligereza del cambio sino más bien los bloquea en absoluto. Pensar en el "yo ajeno" es intentar de alguna manera, superar las barreras de estereotipos marcados por moldes sociales que "depuran" el sistema separándolo en grupos de estatus social, ya sea por su condición económica, social, política, etc., sin embargo se olvida el mismo sistema de primar las emociones y sentimientos de este gran grupo social divido en partes que sigue siendo uno solo; y entonces, tenemos como resultado la discriminación, objetivo preciso para enfocarse en los grupos de personas que por distintas razones han caído en una atemorizante indiferencia social, que de sobremanera es inicialmente individual.
La Defensoría del Pueblo, en su eslogan manifiesta: "El desafío de ser diferentes es sentirnos semejantes"; con esta premisa es importante que se reconozca de manera muy particular la necesidad del ser humano de tener un lugar donde reciba aceptación y no deba adaptarse en cuanto a ocultar su identidad y convicción sobre su vida misma y la de los demás. Un ejemplo claro lo podemos palpar con la comunidad LGBT que, siendo un movimiento social y político, intenta y lucha por la normalización social y la equidad de derechos; de esto podemos rescatar que a pesar de tener una decisión diferente conforme a su condición sexual, la seguridad y convicción acerca de quiénes defienden sus derechos siendo discriminados por la misma razón de su lucha, es aún más firme que la de quienes se tapan la boca y los oídos para luchar por sus derechos pero desatan sus "pensamientos" cuando se trata de criticar o atacar a otro individuo de su misma condición en calidad de humano. Se puede deducir de cierto modo que, no existe un punto de equilibrio que sea un medio de concentración de lucha.
Por otra parte, la discriminación es un delicado punto de vista que puede tornarse vulnerable si se dejan de expresar como condiciones determinadas (propias) y sin ataduras; y que sin embargo son usadas en contra de la misma sociedad que es quien las propugna o incita como medio de expresión y oposición como afrenta y revelación ante la opresión y al silencio. Es corto el momento que pueden luchar los ideales en representaciones o movimientos que entusiasmados piensan en abordarlo todo pero terminan desanimándose y abortan cualquier plan, pues su enfoque era para ser escuchados y no para soltarse de las cadenas que nos siguen moldeando a conveniencia de una sociedad hipócrita y convertida en un tabú por su propia vestidura conocida como "conservadurismo".
Es increíble que en la actualidad y con todos los recursos de innovación científica y tecnológica que se han incorporado a la sociedad, se siga creyendo que es absurdo luchar por los ideales de los demás y defenderlos porque son seres humanos imperfectos como cada uno de nosotros; pero al parecer, esta adquisición de "lo novedoso" a esta sociedad, en lugar de convertirla en nueva la ha transformado en un panfleto que sigue apelando a que "La mejor manera de defenderse es el ataque". ¿Qué nos ha pasado? Estamos atacándonos entre nosotros cuando el único ataque debe ser a todos los aparatos que se nos ha dado como regalos por saber hundirse en la novedad y dejar de pensar. Y es que finalmente, lo único que nos separa del suelo es la intención y el camino pero no la voz y el pensamiento, pues eso sigue siendo pisoteado por el "yo mismo" que no respeta al "yo ajeno", siendo que éste último es cada uno de nosotros.
Sin embargo, gracias a nuestros mismos errores, aún se siguen formando grupos de personas que prefieren consolidar y ampliar su objetivo de enfoque y respaldar las palabras y pensamientos con el fin de no dejárselos al aire ni vendérselos al viento. En el artículo "La ética del periodista" de El Diario (Manabita de libre pensamiento), conforme a las normas deontológicas que respaldan a los que luchan pero en el intento son atacados y reprimidos; va dirigido este párrafo; pues precisamente en el Art. 10 de la Ley Orgánica de Comunicación, de los 4 incisos que le corresponden, cada uno contiene también un respaldo que muchas veces pasa por desapercibido por quienes no conocemos de nuestros derechos y que sin embargo saboteamos la lucha de los individuos que si los defienden. Cada punto de este artículo es un llamado de atención para respaldar nuestros derechos; y es que la comunicación no es solo oral o escrita, también lo es de quienes se quedan callados o de los que, por ser pequeños son descartados. La comunicación también es el silencio y de cualquier tipo de comunicación, la más importante.
Para respaldar el primer tema abordado acerca del movimiento LGBT, el primer inciso del Art. 10 de la Ley Orgánica de Comunicación apela a la dignidad humana que se trata de respetar la honra y reputación de las personas; así como abstenerse de realizar y difundir contenidos y comentarios discriminatorios; y por último, es primordial respetar la intimidad personal y familiar. Una vez respaldado el derecho de "SER UNO MISMO" que quizás no está considerado en la Ley y si lo está, pues nadie se da cuenta de que deba ser un derecho para ser respetado porque aun cuando lo es, no tiene la importancia que debería.
Ahora, quisiera hablar de quienes tienen la voz más pequeña y dulce, pero que por su misma razón de ser, "no son importantes": los niños. Y para ser más específicos, el enfoque está en las Aldeas Infantiles SOS. Previo a ello, tengo una cuestión ¿Cuántas veces se le ha dado a un niño la importancia que debe tener? ¿Acaso son menos importantes por su vulnerabilidad? Pienso que, ninguno de los preceptos que se tenga a favor o en contra de los niños sirve cuando la práctica es una omisión de lo que uno dice cuando la emoción de ver a un niño es más fuerte. Creo que es la ausencia de la niñez en el adulto, en el joven, en el adolescente, en la sociedad misma la que nos hace olvidar que aún somos niños, olvidados, tal y como queremos olvidar e ignorar a quienes todavía lo son. "La única diferencia entre un niño y un adulto es el valor de sus juguetes", eso lo dice un creyente de Dios, y cuando lo reflexioné, pude notar que la percepción de la realidad supera la ciencia; es por eso que a la misma ciencia le hace falta ciencia, y no como práctica sino como cualidad.
Finalmente, en cuanto a los derechos humanos, nadie debería decirnos qué hacer frente al problema discursivo de la sociedad, sino más bien, deberíamos concientizar que los derechos humanos comienzan por la individualidad y terminan en la colectividad. En cuanto a "individualidad", me refiero a que si el egoísmo prima más; el conjunto de egoísmos forma a la sociedad, entonces la sociedad es individualista. Pero como diría Dolores Cacuango: "Nosotros somos como los granos de quinua, si estamos solos el viento nos lleva lejos. Pero si estamos unidos en un costal, nada hace el viento. Bamboleará, pero no nos hará caer". Así es la colectividad conocida como una sociedad que depende de su misma individualidad, pero no por ello se debe atacarse y terminar consigo misma.
Por otra parte, la discriminación es un foco latente que no pide mucho porque se ha hecho más de lo que se ha dicho, pues depende de la causa social que finalmente siempre es un efecto surtido de convicciones y situaciones que no deberían depender del ataque como manera de defenderse. Conforme a la discriminación sexual, no debería ser objeto de un absurdo desliz del pensamiento social, sino más bien la mente abierta de quienes han decidido ser diferente y marcar su territorio con su manera de expresarse y vivir. Nadie tiene derecho a oprimir los silencios ni derecho a reprimir las palabras.
En conclusión, el caso omiso frente a la realidad del ser humano hace que los títeres siempre sean los mismos, dependiendo de la misma cadena destructiva, enfocada en solo restringir y no permitir y mucho menos permitirse salir del molde y romper el paradigma de "ser iguales"; cuando realmente el verdadero logro de la sociedad es saberse diferente y aun así considerarse igual, estamos hechos de la misma composición biológica, anatómica y social; y aunque nuestras decisiones nos encajen el lugares diferentes; la condición humana sigue siendo la misma. Así que es innecesario estampar contra la pared a quien veo en el espejo: mi "yo ajeno".
Referencias bibliográficas:
- Defensoría del Pueblo del Ecuador © 2016, Todos los Derechos Reservados. Recuperado en: http://www.dpe.gob.ec/
- Artículo "La ética del periodista" de El Diario (Manabita de libre pensamiento). Recuperado en: http://www.eldiario.ec/ediasa/la-etica-del-periodista
- Ley de Orgánica de Comunicación. Artículo 10.