La ni?a y el ave de hermoso plumaje

Érase una niña con un deseo peculiar, que consistía en tener un ave, pero no un ave cualquiera, deseaba que tuviera un hermoso plumaje, que cantara con dulzura, que fuese imponente y que su presencia la dejase extasiada.

Con el paso del tiempo observó muchas aves, mas ninguna llamó su atención de la manera deseada, hasta que un día? encontró una, ¡que la dejó maravillada! contempló cada una de las características de la hermosa criatura hasta el punto de quedar sorprendida.

Cada día la veía y entre más la contemplaba, más le encantaba su belleza sin igual y no pasó por su mente que un día no la encontraría. Pero sucedió? pasaron los días, pasaron los meses, los años y el espectáculo no se repitió.

Una tarde, sin siquiera esperarlo, vio el ave de nuevo, solo que esta vez una pared de vidrio se interponía, por lo que no pudo escuchar su canto y esto la entristeció.

Con el tiempo el deseo se reavivó y esta vez se propuso encontrarla nuevamente y no dejarla ir jamás, así que ahorraría cada centavo que pudiera para comprar una jaula preciosa, pensando que al verla de nuevo la capturaría y la tendría solo para ella y, de esa forma, poder disfrutar de su encanto por siempre, sin temor a perderla de nuevo.

El día esperado llegó y alcanzó a tener entre sus manos al ave, la acarició delicadamente y disfrutó la suavidad de su hermoso plumaje, el ave cantó para ella? y en ese momento el mundo pareció transformarse, como si nada más existiese, solo aquella niña que había llegado a convertirse en mujer a través de los años y su deseo casi realizado? tener solo para ella el ave de hermoso plumaje.

Había esperado tanto este momento, la jaula aguardaba? sin embargo, la mujer sin pensarlo dos veces, soltó el ave y descubrió que su verdadera felicidad estaba en verla volar, no en mantenerla prisionera.

Desde aquel día, el ave regresa a visitarla cada vez más a menudo y la mujer reboza de alegría al saber que en medio de su libertad, la hermosa criatura prefiere posarse en sus manos y endulzarla con su canto? ¡¡¡como si su alimento fuese la alegría que produce en ella!!!