Ya había pasado más de un año, que había visitado la ciudad; un año en el cual me había cambiado. Selenia era mágica, un lugar escondido entre los arboles del bosque, como sacada de un cuentos de hadas Lo primero, que recuerdo, es el aroma de la ciudad, dulce como el azúcar, que conoces; llena de flores, que adornaban cada ventana, cada cantero de aquellos edificios, de aquellas casas. Rojas, blancas, y rosas, todas ellas daban el aroma a Selenia La gente gentil, y amistosas, siempre con una sonrisa en su rostro;, a pesar de sus problemas, nunca negaban su ayuda. No pude evitar pensar en aquella historia, que me contaba mi madre de pequeño. Aquella donde un amor imposible se volvió posible. Endimión y Selene me contaron una vez más su historia. Un amor puro, que ocultándose en el silencio de la noche y como la luna de testigo, se hizo real. Fue así como una noche de luna llena, la escuche llamándome. Fue mi primera noche, aunque durante el día escuche su susurro. Era como el canto de las sirenas, endulzándome los oídos,; pero no quise acercarme y perderme en su brillo, aun no estaba listo.

Caminé por la ciudad perdiéndome entre las calles, entre los bares y teatros del lugar; entres sus espectáculos y gentes. Magos y payasos alegraban las noches de Selenia. Por el día me sumergía en el cálido mar azul. Arenas de harina, eran sus playas, que se escurrían entre mis piernas. Fue una noche caminando, perdiéndome entre sus calles. Llegue a ese edificio, alto e imponente.Mostraba respecto, pero sobre todo admiración. Ventanas de colores, contaban la historia de la creación. Su puerta grande y robusta, pero ligera, dándote daba la bienvenida. Solo al entrar entendí, que la luz que envolvía la ciudad salía de aquí, pero no donde estaba parado, sino desde lo alto de la torre más alta del lugar. Levemente elevé mi rostro y te vi..., vi cómo brillabas, observándome como cada noche con sus días, esperando a que te escuchara. No era el lugar, tampoco los muros que te rodeaban, ni que te protegían. Eras tú, la vigía del pueblo que iluminabas sus días. Paso a paso, escalón por escalón, subí tan lentamente, como rápidamente podía. Abrí la puerta, que nos separaba; , allí pude ver que brillabas como la luz de la luna, la misma, que se reflejaba por tu cuerpo. Acercándome primero con miedo, luego confiado, llegue tocándote con delicadezas. Eras como de cristal pero más fuerte, más que el acero. Tu cuerpo, una copa invertida invitándome aseguir tallándote con mis manos.

El sonido, tu cantar envolvente, muchos pudieron tocarte e inclusive aumentaron tu voz. Dentro de ti se hallaba el péndulo, que con sus movimientos lograba forman las más dulces notas, invitándome y anunciando el provenir; o simplemente en ellas muchos buscaban tu consuelo. Como yo, otros llegaron antes, haciendo historia contigo por estar a su lado. Siglos de historias escondes, pero cada una se ajustan desde a tus ejes. Tu cuerpo grabado cuentas varias de ellas, y como muestra, llevas tus cicatrices con orgullo. Lágrimas y risas , has visto y escuchado a lo largo de tu vida. La observé un poco más mientras se balanceaba, aumentando en cada uno de sus impulsos; estabas anunciando el próximo acontecimiento. El edificio se llenó de risa y susurro; supe que mi tiempo se había acabado; pronto la próxima boda comenzaría y tú solo esperarías para darles la bienvenida , a la siguiente etapa de la vida de estos enamorados. Antes de salir y cerrar la puerta, la mire, le sonreí,; y con ello cerré la puerta, que nos separaba. Los siguientes días recordé, aquel encuentro, y levantando la vista hacia ti, te vi observándome, esperándome Mientras veía la profundidad del mar el ultimo día, me deje arrastrar por esos pensamientos nobles y luminosos. Me deje envolver por tu luz, una vez más, antes inclusive de salir del pueblo. Mientras me alejaba no pude evitar , que se me escapara una sonrisa, recordando a Selenia, a sus casa, a sus gente, a su aroma, a ti...

Cerré los ojos y sacudiendo mi cabeza me obligue a volver al presente. Al tiempo que cerré las carpetas del trabajo que había realizado en la oficina, y sonreí pensando en mi próximo destino. Dentro de poco volvería a sumergirme en esa peculiar ciudad, la cual pronto llamaría hogar.